Lo que en 1987 fue una fantasía cinematográfica de Paul Verhoeven, Nueva York lo convirtió en realidad con su versión de ‘Robocop’… pero el sueño solo duró tres meses.
Así es: el enorme robot policía al que le encomendaron patrullar la estación de metro de Times Square, entre la medianoche y las seis de la mañana, fue jubilado anticipadamente, con más críticas que resultados.
Se esperaba que K5 se convirtiera en “una cámara móvil” y en un recurso de emergencia que los pasajeros podrán utilizar para pedir ayuda. El fabricante, en su página web, no dudaba en comparar al robot con los humanos. Lo califica como capaz de trabajar 24 horas al día, 7 días a la semana y 365 días al año.
Sobre esto, destaca ciertas cualidades sobre los humanos como “estar siempre entrenado” y tener “capacidad de ver en la oscuridad”.
También era más económico que pagarle a un humano. De hecho, el NYPD no ha comprado el aparato, sino que ha firmado un contrato para pagar 9 dólares por hora de uso, al igual que otros clientes de la compañía. Los policías cobran 30 dólares la hora.
Según The New York Times, K5, que pesaba 200 kilos y no podía desplazarse por las escaleras (era más parecido al R2-D2 de ‘Star Wars’ que al Alex Murphy ‘resucitado’), habitualmente estaba custodiado por agentes mientras era fotografiado por curiosos y pasó parte de su vida laboral aparcado y cargando baterías en un local vacío.
Tras su retirada, The Legal Aid Society consideró al robot un «gasto innecesario» sin propósitos «legítimos» de seguridad, aunque el alcalde de la ciudad, Eric Adams, dijo que lo alquilaban por “nueve dólares la hora”.
Descansa, K5.
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