Corrupción, narcotráfico y violencia

jueves, enero 4, 2024

El aumento de la criminalidad y la violencia responde a muchos factores, como la fragilidad de los sistemas de justicia, la presencia de grupos criminales poderosos o la complicidad política. Sin embargo, es solamente la punta del iceberg

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Ecuador ha sido testigo de una creciente alerta debido a la corrupción, su vinculación con el narcotráfico y un aumento alarmante de la violencia. El caso “Metástasis” revela conexiones peligrosas entre la delincuencia organizada transnacional y altos niveles de Estado.

Según medios de comunicación y gobierno, el 90% de los crímenes violentos se concentran en diez de las 24 provincias. Su ubicación geográfica estratégica coincide con las costas hacia el pacífico, los pasos fronterizos y también con corredores de comunicación internos, focos logísticos para la disputa territorial del crimen organizado transnacional.

Las muertes violentas han escalado significativamente en comparación con años anteriores. Según la Policía Nacional y el Ministerio del Interior, ocurrieron 7,258 muertes violentas hasta el 05 de diciembre de 2023, frente a los 4,632 casos de todo el 2022, lo que representa un aumento de 2,626 casos. En promedio, muere violentamente una persona cada hora en nuestro país.

El aumento de la criminalidad y la violencia responde a muchos factores, como la fragilidad de los sistemas de justicia, la presencia de grupos criminales poderosos o la complicidad política. Sin embargo, es solamente la punta del iceberg. Esto puede entenderse a través del modelo teórico de Johan Galtung con su triángulo de la violencia, el filósofo explica que la violencia directa (homicidios, guerra) puede explicarse como un reflejo de factores estructurales y culturales en una sociedad.

La violencia estructural (desigualdad sistémica, pobreza) y cultural (ideología, lenguaje) pueden crear un ambiente optimo en que la violencia directa se vuelve más probable o justificable. Es así como las redes criminales crean una economía paralela que perpetúa la pobreza y la exclusión, culturalmente fomentan valores que normalizar y glorifican la violencia, desestabilizando las instituciones sociales y políticas, creando un ambiente propicio para el desarrollo de sus actividades, destruyendo el tejido social.

Texto original publicado en Hora 32