Las calles de la ciudad ya están adornadas con luces rojas y verdes, mientras las reuniones con amigos se agendan en el calendario, árboles artificiales en forma de pino se apoderan de los hogares, entre otras tradiciones en las que nos envuelve este espíritu navideño.
Sin embargo, con el transcurrir de los días, esta algarabía se va desvaneciendo en el tiempo mientras las festividades llegan a su fin. El calendario corre, avizorando en primera instancia la Nochebuena, seguida de Navidad, días después las fiestas de Año Nuevo y se cierra con broche de oro en el Día de Reyes. Consecuentemente, van corriendo también las cifras en aumento del estado de cuenta, pues las casas comerciales no dejan de ofrecer al consumidor los muy conocidos “meses de gracia” o “pagar a 6 meses sin intereses”. Afanados en revestir el consumismo de felicidad, bajo la premisa de abastecer a nuestros seres queridos de regalos, comprar es una prioridad, pero ¿Cuáles son las consecuencias comunes de estos gastos excesivos? Sin duda, el sobreendeudamiento lidera el primer lugar en el ranking de consecuencias a esta “resaca financiera”, seguido de la falta de liquidez en el podio del segundo lugar, y finalmente la urgencia de recurrir a un apalancamiento también conocido como “prestar para pagar”. Inicialmente, cuando las luces de las festividades se guardan, las cifras reflejan un exceso de compras, ocasionando que el marcador financiero del consumidor sea “Consumo 1- Finanzas personales 0”. Posteriormente, la capacidad de solventar este endeudamiento con dinero en efectivo resulta irrisorio, pues los ingresos no abastecerán los niveles de deuda alcanzados y finalmente, recurrir a más endeudamiento para “apalancar” el hoyo en el que se ha caído es la alternativa más común entre la clase C de ecuatorianos, que ocupa un 49,3% de la población según indica el INEC.
A continuación, se detallan algunas estrategias para evitar un exceso de gastos en estas épocas festivas:
1.- Crear un presupuesto proyectado: Se sugiere elaborar un presupuesto, detallando artículos, cantidad, precios unitarios, marcas, entre otros. Esta proyección podría dividirse en presupuestos económicos o premium, y así contar con diferentes opciones al momento de elegir.
2.- Asignar un cupo límite: Con base en el presupuesto elaborado, fijar un cupo máximo a utilizarse, procurando respetarlo. Se sugiere que este cupo también abarque rubros como: regalos de amigos secretos, salidas a cenas, entre otros.
3.- Distribuir los gastos: En el caso de las cenas en el hogar, se sugiere asignar a cada integrante de la familia, que forme parte de la población económicamente activa a cubrir cierto rubro. Por ejemplo: quién cubrirá gastos de cena, quién se responsabiliza de la decoración para el hogar, quién asume los gastos tradicionales, entre otros.
4.- Diferenciar lo necesario de lo excesivo: Para poder enmarcar estas diferencias, es imperativo concientizar en que, se conoce como necesidad a toda aquella carencia que satisface un deseo elemental de vida. Luego de interiorizar este concepto, el consumidor podría atribuirle mayor relevancia a gastos de alimentación, vestimenta, entre otros.
Es trascendental, revisar también las emociones y cuidar que estas no jueguen en nuestra contra. Se debe recordar, que semanas previas al mes de Diciembre, el mercado se paraliza con ofertas muy tentadoras tales como “Black Friday” o “Cyber Monday” ocasionando que las estrategias de marketing abracen al cliente entre porcentajes de descuentos, beneficios, precios bajos y promociones imperdibles. Por ende, encontrar a un grupo de voraces ofertantes dispuestos a persuadir o inclusive causar una presión social en las decisiones de compra, es un escenario muy probable. Sin embargo, el consumidor puede equilibrarlo con la clasificación de sus prioridades, las cotizaciones respectivas, el debido análisis de precios, y sobre todo la fuerza de voluntad necesaria para no caer en un consumismo superficial.
Finalmente, invito a cada uno de los lectores a sentir propia la frase de Henry Ford “La visión sin ejecución, solo es alucinación”. Seamos visionarios con la administración financiera, conscientes de que hay un individuo en el futuro que agradece la correcta gestión del presente.
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