Las advertencias previas funcionan, creo, cuando existe predisposición para cambiar o para analizar opiniones, acciones, planes y programas, ideadas por terceras personas y que sus fundamentos sean fuertes para entender y encontrar soluciones a problemas coyunturales o estructurales; sino, son simples palabras o ideas al viento. De hecho, parecería que las advertencias sobre un fraude electoral se quedaron al viento.
El manoseado proceso electoral de agosto 20 es una clara muestra de esa predisposición social del pueblo ecuatoriano. Pese a las advertencias lanzadas por varios medios sociales, en todo el país, los elegidos para la segunda vuelta estaban previstos, al menos la Luisa. Daniel es un caso especial, digno de análisis.
No se puede dejar de lado la posibilidad cierta de fraude electoral, ya lo hicieron varias veces y lo seguirán haciendo. Es como una droga-dependencia, pueden intentar no volver a hacerlo, pero solo su propia convicción, su compromiso decidido lo evitaría. Pero perderían las elecciones. En este caso la robo lución ciudadana es eso, un caso de enfermedad. Me explico; la droga es el poder; los drogodependientes, los políticos del partido; la familia que sufre la desdicha del enfermo, el pueblo que no votó por la Luisa; el drogodependiente, tiene un grupo que lo encubre, que lo apoya, el pueblo que vota por ella. Es decir, los políticos siguen buscando las elecciones para mantener el poder, porque las ansias y el beneficio personal, les pide, no pueden vivir sin él. Es como la adrenalina en los deportes extremos.
El pueblo y los vulnerables les importa un bledo. Como los seguidores también están drogados por el discurso, las posibles prebendas y las opciones de tener, lo que con su trabajo no lo lograrían, el Ecuador de mi alma, seguirá sumido en la droga de la robo lución ciudadana, sino hacemos algo.
Un médico entendido en esta materia, drogodependencia, me ilustra sabiamente sobre la forma de encontrar respuestas al problema. Estado grado 4, si la enfermedad es terminal, la terapia del dolor mantendrá sedado al paciente hasta el final. Estado grado 3, si no es terminal, pero es grave, se requiere que el paciente asuma la responsabilidad de aceptar su enfermedad y decide enmendar, evitar recaídas y mejorar. Solo así surtirán los efectos positivos del tratamiento. Estado grado 2, si no es terminal ni es grave, el confinamiento para la limpieza orgánica y mental puede resultar bien, siempre y cuando el paciente tenga un alto grado de aceptación a su enfermedad. Estado grado 1, si no es grave, pero no es recomendable el confinamiento, la conversación especializada grupal podría ayudar mucho, donde los pacientes atienden voluntariamente y pueden encontrar el espacio para entender el problema, comprender las posibilidades futuras y resolver su cambio o su continuidad.
Haciendo una analogía con el poder político, Ecuador podría ubicarse entre el grado 3 y 4 de la enfermedad. Enfermo terminal (4) pues la pasividad del pueblo políticamente hablando es como si estuvieran esperando el desenlace y punto. No es terminal pero grave (3), Velasco Ibarra gobernó por trece años (con interrupciones) en cinco administraciones. Egocéntrico millonario a costa del estado, diez años; continuismo de moreno, cuatro; total catorce de robo lución, de populismo en el poder. Por eso con toda la desfachatez del mundo, realizan el fraude electoral cada vez que las condiciones se presentan favorables. El pueblo impávido o aletargado políticamente, deja que suceda. Los drogodependientes siguen disfrutando de su poder, de sus prebendas, de su sectarismo, mientras los vulnerables seguirán sufriendo, sin encontrar alternativas ni oportunidades, sino solamente sobreviviendo al tiempo.
Estamos a un mes de volver a las urnas, a validar el fraude (La Luisa) o a cambiar la historia (Daniel). Tenemos que sacudirnos, no somos un enfermo terminal, tenemos la oportunidad de resolver, tenemos que aceptar que con esta enfermedad (corrupción) no podemos seguir viviendo. Decidamos no volver a caer en la trampa. Aceptemos la enfermedad y busquemos la cura. Sacudámonos.
Según mi criterio, existen al menos tres maneras de resolver la actual situación, siempre y cuando el pueblo entero salga a las calles a hacer oír su voz de protesta contra la corrupción, contra el fraude electoral y exija el reconteo de los votos, acta por acta, recinto por recinto. ¿No existe apuro verdad? Debemos hacerlo bien esta vez. Ésta es una condición necesaria.
La primera, línea dura: 1) Descalificar a todo el CNE; 2) Nombrar una Junta de Notables, que defina el nuevo proceso electoral y su norma reformulada; 3) Anular las elecciones del 20 de agosto; 4) Modificar la elección de asambleístas para la segunda vuelta electoral; 5) Las FFAA y la PN con todo el poder normativo para el uso progresivo de la fuerza contra los delincuentes, traficantes de droga, narcotraficantes, pandillas y carteles, para evitar las presiones y las retaliaciones.
La segunda, línea semidura: 1) Suspender la segunda vuelta electoral; 2) Cambiar el proceso digital del conteo de votos, instalar uno nuevo, que evite el fraude; 3) Permitir que los representantes de los partidos y movimientos políticos escaneen las actas debidamente suscritas, en cada recinto, y confrontar los resultados; 4) Rectificar o ratificar a las dignidades; 5) Convocar a un nuevo proceso electoral acorde al reconteo; 6) Las FFAA y la PN con todo el poder normativo para el uso progresivo de la fuerza contra los delincuentes, traficantes de droga, narcotraficantes, pandillas y carteles, para evitar las presiones y las retaliaciones.
La tercera, línea suave: 1) No hacer nada; 2) Ir a votar como resignados al cáncer terminal, pero sin terapia del dolor; 3) no quejarnos de la delincuencia y del narcotráfico.
O tomamos al toro por los cuernos o no salimos vivos de esta. No dejemos que decidan por nosotros. Decidamos salir a la calle a protestar, a exigir los cambios necesarios para terminar con la corrupción, a elegir a quien nos represente como país, no como grupo, como país orgulloso de su pasado y con la esperanza de un mejor futuro.
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