Los miembros de las bandas delincuenciales de los Lobos, Choneros y Tiguerones de Ecuador exhiben tatuajes de animales salvajes en su piel, los cuales se han convertido en una señal distintiva frente a la sociedad, otras pandillas o hasta con la policía. Los miembros de bandas criminales en Ecuador optan por tatuar leones, tigres y lobos, así como armas de fuego y lágrimas en sus cuerpos, simbolizando su lealtad a organizaciones relacionadas con el narcotráfico en el país. Estos tatuajes no solo representan su afiliación a estas bandas, sino que también constituyen prejuicios de diverso tipo.
En el trabajo de Michael P. Phelan y Scott A. Hunt, titulado Prison Gang Members’ Tattoos as Identity Work: The Visual Communication of Moral Careers, publicado hace ya un cuarto de siglo en 1998, se explica cómo los tatuajes en las dinámicas de las pandillas carcelarias pueden comunicar una amplia gama de información, incluyendo creencias religiosas, cultura étnica, nombres de parejas, número de crímenes y especialización criminal.
No obstante, quienes no pertenecen a las bandas y tienen algún tatuaje con un animal sienten temor de ser señalados o confundidos como miembros de estas pandillas, según mostró un reportaje de AFP. “Prefiero tener mi tatuaje siempre bajo la ropa por todo el problema actual que se está viviendo en el país, el estigma, que te señalen”, dijo a la agencia bajo un joven que prefirió reservar su identidad y que lleva tatuado un tigre en su espalda. Los tatuadores han debido cubrir tatuajes de animales por pedido de clientes asustados.
Los tatuajes también pueden tener consecuencias significativas para los ex miembros de pandillas, especialmente cuando intentan dejar atrás su pasado y reintegrarse en la sociedad. Aquellos con tatuajes visibles pueden enfrentar discriminación al buscar empleo, lo que dificulta su proceso de alejarse del estilo de vida de las pandillas.
Los tatuajes de las pandillas: un símbolo de membresía
Los tatuajes de pandillas carcelarias enriquecen la autodefinición de un individuo al transmitir visualmente la membresía, el estatus, el rango y los logros personales en la pandilla. También reflejan los logros profesionales pasados y posibles metas futuras. Los autores identifican cinco etapas distintas en la carrera moral de un miembro de una pandilla carcelaria: preiniciado, iniciado, miembro, veterano y superior. Estos tatuajes pueden transmitir diferentes niveles de compromiso y resaltar las características en las que el usuario está más comprometido, lo que los autores denominan “carreras morales.”
Según Phelan y Hunt, el concepto de “carreras morales” se puede aplicar a otras formas de construcción de identidad más allá de las pandillas carcelarias. Los autores sugieren que este concepto puede utilizarse para analizar cómo las personas construyen sus identidades en diversos contextos. Argumentan que, al incorporar la realización personal simbólica y la noción de carrera moral en una perspectiva de construcción de identidad, pueden fortalecer un modelo interaccionista de presentación de identidad que resulta útil para futuros trabajos conceptuales y empíricos que examinen la construcción de identidad en una variedad de contextos.
Este fenómeno guarda similitud con el modus operandi de las maras en El Salvador, donde las pandillas también emplean tatuajes como un signo de pertenencia y fidelidad a su grupo. En Ecuador, bandas como Los Lobos, Las Águilas, Los Lagartos, Los Tiguerones y Los Choneros, se asocian con carteles mexicanos y colombianos, contribuyendo al crecimiento del poder y la violencia del narcotráfico en el país, con una constante competencia entre múltiples grupos antagonistas.
En el también referenciado trabajo de Juan J. Fogelbach, Gangs, Violence, and Victims in El Salvador, Guatemala, and Honduras, el autor menciona que los exmiembros de pandillas con tatuajes visibles o con limitados a menudo enfrentan discriminación en El Salvador. Los empleadores son reacios a contratarlos, lo que puede dificultar su búsqueda de empleo. Esta situación puede contribuir a la marginación de estos individuos y potencialmente llevarlos de nuevo a involucrarse en pandillas. El documento destaca lo absurdo de esta discriminación, especialmente cuando las personas se tatuaron a una edad temprana y ahora son adultos. Este ciclo de marginación y discriminación refuerza el apoyo público a iniciativas enérgicas contra las pandillas.
Estos tatuajes no se limitan solo a los cuerpos de los miembros de estas bandas, sino que también se extienden a las paredes de cárceles, áreas de bajos recursos y, en algunos casos, incluso a sectores de clase media, marcando territorios relacionados con actividades criminales. Para los expertos policiales, estos tatuajes son una cuestión de identidad y lealtad a las organizaciones delictivas, utilizados para reclutar a jóvenes e inculcarles la creencia de que son parte de una estructura.
La cultura del narcotráfico se manifiesta no solo a través de los tatuajes, sino también en la música que enaltece a los traficantes, en las preferencias excéntricas, como poseer animales exóticos como mascotas y en cirugías estéticas llamativas para las mujeres vinculadas con los líderes de las bandas.
Cada organización criminal tiene su tatuaje distintivo, por ejemplo, Los Tiguerones usan un tigre con una boina y estrellas que representan la jerarquía en su grupo. En el peligroso sistema carcelario ecuatoriano, un tatuaje puede ser un factor determinante para la supervivencia, ya que los reclusos buscan evitar ser asignados a pabellones donde sus vidas corren riesgo debido a rivalidades entre bandas.
En el trabajo de Fogelbach se explica que, según información de múltiples fuentes, los tatuajes desempeñan un papel importante en la cultura de las pandillas. Los pandilleros suelen tener tatuajes que sirven como forma de identificación y lealtad hacia sus respectivas pandillas. Por ejemplo, en el caso de las pandillas MS-13 y M-18, los miembros pueden tener tatuajes específicos para indicar su afiliación. En algunos casos, los tatuajes pueden incluso incluir marcas en la cara, como en la frente, como señales visibles de su pertenencia a una pandilla.
Los tatuajes también pueden tener diferentes significados dentro de las pandillas. Pueden representar el rango o estatus de un miembro dentro de la jerarquía de la pandilla. Además, los tatuajes pueden simbolizar actos de violencia o actividades delictivas en las que el miembro haya estado involucrado.
Con información de Infobae
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