El 4 de octubre arrancó la Asamblea General del Sínodo de los Obispos del Vaticano, que es una reunión que busca – según el Vaticano– «fomentar la unión estrecha entre el romano pontífice y los Obispos».
Este año, el Papa Francisco hizo público que se debería deliberar sobre bendición de matrimonios entre personas del mismo sexo y detalló que hay quienes se sienten excluidos de la bendición de la Iglesia, como las parejas homosexuales y quienes se han divorciado y se han vuelto a casar.
Los cardenales preguntaron al Pontífice si la práctica generalizada de bendecir las uniones entre personas del mismo sexo concuerda con la Revelación y el Magisterio. De hecho, cinco cardenales conservadores enviaron una carta al papa Francisco en la que pusieron de manifiesto su preocupación por este propuesta.
El papa argentino señaló que «si bien sólo la unión indisoluble de un hombre y una mujer abierta a engendrar hijos puede llamarse matrimonio, y la Iglesia evita “cualquier tipo de rito o sacramental que pueda contradecir esta convicción”, no se debe perder la “caridad pastoral”.
En relación al apoyo de pastores y teólogos a la teoría de que “la teología de la Iglesia ha cambiado y por tanto la ordenación sacerdotal puede ser conferida a las mujeres -que, a juicio de los obispos, “no han sido corregidas ni retractadas”.
El Papa respondió que cuando San Juan Pablo II enseñó que es necesario afirmar “definitivamente” la imposibilidad de conferir la ordenación sacerdotal a la mujer, “no estaba denigrando en modo alguno a la mujer ni confiriéndole el poder supremo a los hombres”.
El Sínodo sobre la «Sinodalidad», la definición que se han dado para que la Iglesia «camine junta’ en su toma de decisiones, lleva preparándose desde 2021 con cuestionarios a los fieles y asambleas en muchos países y diferentes continentes y culminará con dos reuniones en Roma: la que comienza mañana y una última en 2024.
Aunque para ver resultados se deberá esperar a la reunión de octubre de 2024, la organización de este Sínodo ha despertado las críticas del sector más conservador y en los días pasados cinco cardenales considerados de los más críticos con Francisco le escribieron con algunas «dubia» (dudas) sobre la asamblea.
La carta estaba firmada por los cardenales, ya retirados de sus cargos, Walter Brandmueller de Alemania, el estadounidense Raymond Burke, el mexicano Juan Sandoval, el guineano Robert Sarah y Joseph Zen, arzobispo retirado de Hong Kong.
Los cardenales críticos expresan a Francisco su preocupación porque «la bendición de parejas homosexuales pueda crear confusión, no solo haciendo que parezcan análogas al matrimonio, sino porque los actos homosexuales serían presentados como un bien», escriben.
Y plantean: «¿Es posible que en algunas circunstancias un pastor pueda bendecir uniones homosexuales, dando así a entender que el comportamiento homosexual como tal no sería contrario a la ley de Dios y al camino de las personas hacia Dios?».
Asimismo, subrayan de nuevo su «preocupación» porque Francisco ha dicho que se puede «profundizar» en el tema de la ordenación sacerdotal de mujeres.
El Vaticano publicó este lunes las respuestas del papa, después de que los cinco cardenales revelaran que no estaban satisfechos con las respuestas de Francisco.
En ellas, el papa, aunque reitera la posición de la iglesia sobre el matrimonio, formado por «la unión exclusiva, estable e indisoluble entre un varón y una mujer, naturalmente abierta a engendrar hijos», parece abrir a una bendición a las parejas del mismo sexo.
Francisco, que siempre se ha mostrado favorable a las uniones civiles, puntualiza que «en el trato con las personas no hay que perder la caridad pastoral, que debe atravesar todas nuestras decisiones y actitudes» y que por tanto se «debe discernir adecuadamente si hay formas de bendición, solicitadas por una o por varias personas, que no transmitan una concepción equivocada del matrimonio».
“Porque cuando se pide una bendición se está expresando un pedido de ayuda a Dios, una súplica para poder vivir mejor, una confianza en un padre que puede ayudarnos a vivir mejor”, puntualizó.
El debate está servido en la Iglesia, aunque el Vaticano y el papa han elegido la línea de la «confidencialidad» por lo que saldrá muy poca información de cómo irán desarrollándose las sesiones. (EFE)
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