Uno de los fenómenos que se instaló con el cambio climático son las olas de calor, un aspecto del calentamiento global que, si bien afecta a todos los países, impacta de diferente manera según la región que se analice. Según el último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), los países ubicados en la parte sur de América del Sur son especialmente vulnerables a estos episodios de tres días con temperaturas especialmente altas.
Así lo explica a DW Lisandro Roco, uno de los expertos que participó en la reciente investigación del IPCC. “Las olas de calor son un fenómeno complejo por la serie de impactos que tienen en la vida de las personas. En el caso de Latinoamérica, son especialmente relevantes en los países que presentan climas templados o mediterráneos, como Chile central, la zona del Chaco, en Argentina, y algunas zonas de Centroamérica con menor vegetación”.
La académica en salud pública y cambio climático Yasna Palmeiro-Silva, del University College London, agrega que, aunque las olas de calor se concentran en Chile y Argentina, “Centroamérica es un caso muy particular, porque ahí también impactan mucho las lluvias, y si juntamos esas dos variables, los nichos ecológicos tienden a cambiar más y mucho más rápido, lo que se suma a vulnerabilidades sociales que hacen que, ante un evento como este, sus efectos sean mayores”.
Pronóstico desalentador
Uno de los países de Latinoamérica donde se han producido las últimas y más graves olas de calor es México, superando los 40 grados Celsius y dejando más de cien muertos desde marzo hasta la fecha, lo que habla de un fenómeno cada vez más preocupante.
Yasna Palmeiro-Silva, detalla que “si consideramos las proyecciones climáticas que van en línea con la cantidad de CO2 que emitimos se espera que las olas de calor sean más frecuentes, más intensas y más prolongadas. Estas proyecciones son para todo el mundo, pero obviamente hay diferencias regionales, porque las geografías cambian y eso hace que estos episodios sean más o menos intensos”.
Lo que se espera para los próximos años en Latinoamérica es desalentador debido a que la llegada del fenómeno de El Niño pronostica un escenario propicio para olas de calor extremas. “El Niño es un fenómeno climático natural que afecta especialmente a Latinoamérica, y aunque la evidencia científica no ha determinado si hay una estrecha relación entre el fenómeno de El Niño y el cambio climático, lo que vemos es que hay una interaccione entre el aumento de las temperaturas atmosféricas globales, marinas y El Niño. Entonces, países como Perú, Ecuador, Colombia y Chile se verán afectados en el norte con un aumento de temperatura, y si ya tenemos olas de calor aumentado se esperaría que las temperaturas sean extremas en el hemisferio sur a partir de septiembre, algo que se podría prolongarse por hasta cuatro años”, dice a DW Yasna Palmeiro-Silva, una de las investigadoras que participó en el último informe de Lancet Countdown sobre América del Sur y cambio climático.
¿Qué medidas se toman?
Los efectos que subyacen a las olas de calor son múltiples, afectando y poniendo en riesgo desde distintos aspectos la vida humana. “El impacto que provocan estas olas de calor depende mucho de la vulnerabilidad en la que se encuentran los países, porque la amenaza no solo se reduce a golpes de calor, sino que también a efectos en los ecosistemas de los cuales dependemos, lo que se traduce en problemas en la producción agrícola y en la transmisión de enfermedades provocadas por picaduras de mosquitos, como el dengue, por ejemplo”, detalla Palmeiro-Silva.
Por eso, dentro de las medidas preventivas que se están aplicando para enfrentar las olas de calor están los sistemas de alerta temprana, que funcionan en diferentes países de la región, como en Colombia, México, Argentina y Chile Pero esto es solo una parte del conjunto de medidas de adaptación que se han puesto en marcha.
“Hay que tener una mirada sistémica, hay que trabajar con los sectores de energía, transporte, vivienda y urbanismo, porque las olas de calor afectan a todo el sistema social en general. Brasil, Argentina y Chile son un ejemplo de naciones que se están preparando y adaptando, en el sector de salud principalmente, pero hay otros países de Centroamérica especialmente que no tienen financiamiento ni políticas para hacer frente a este fenómeno, lo que los hace más vulnerables”, puntualiza la experta.
Lisandro Roco añade que “hay una serie de medidas que se han estudiado, pero que no se han aplicado de forma masiva. Los sistemas de alerta temprana son una buena estrategia; la preparación de los sistemas de salud también son un aspecto importante, pero no son soluciones extendidas ni permanentes en la región porque, generalmente, se despiertan las alarmas cuando los fenómenos afectan a la población, y después quedan un poco en el olvido. Es decir, que hay una política de reacción más que de prevención, y eso nos resta eficacia para enfrentar este tipo de fenómenos”.
(cp)
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