Durante el proceso de paro cardíaco y muerte cerebral, se han realizado investigaciones para comprender mejor lo que ocurre en nuestra mente. Los científicos han estudiado las experiencias cercanas a la muerte (ECM) y han descubierto que momentos antes de la muerte cerebral, hay una oleada de electricidad que entra en el cerebro. Un estudio realizado en ratones en 2013 mostró que los roedores entraban en un estado de hiperalerta justo antes de la muerte.
Algunos científicos sugieren que las ECM podrían estar relacionadas con una reducción del flujo sanguíneo y un comportamiento eléctrico anormal en el cerebro. Se plantea la posibilidad de que el estereotipado túnel de luz blanca reportado en algunas ECM pueda derivar de un aumento de la actividad neuronal.
El Dr. Sam Parnia es director de investigación en cuidados críticos y reanimación de la Facultad de Medicina Langone de la NYU, en Nueva York. Él y sus colegas han investigado cómo muere exactamente el cerebro.
El personal médico lo confirma
Pero, ¿cómo es posible que personas técnicamente muertas sean conscientes de lo que ocurre a su alrededor? Según el Dr. Parnia, incluso cuando cesa nuestra respiración y deja de latir nuestro corazón, permanecemos conscientes entre dos y veinte segundos. Ese es el tiempo que se cree que dura la corteza cerebral sin oxígeno. Es la parte del cerebro encargada de pensar y tomar decisiones. También es responsable de descifrar la información que recogen nuestros sentidos.
Según el Dr. Parnia, durante este periodo, “se pierden todos los reflejos del tronco encefálico: por ejemplo, el reflejo pupilar, todo eso desaparece”. Las ondas cerebrales de la corteza cerebral pronto se vuelven indetectables. Aún así, nuestro órgano pensante puede tardar horas en apagarse por completo.
Normalmente, cuando el corazón deja de latir, alguien realiza una RCP (reanimación cardiopulmonar). Esto proporcionará aproximadamente el 15 % del oxígeno necesario para realizar una función cerebral normal. “Si se consigue reiniciar el corazón, que es lo que intenta hacer la RCP, poco a poco se empezará a conseguir que el cerebro vuelva a funcionar”, afirma el Dr. Parnia.
Otras investigaciones del Dr. Parnia y sus colegas examinaron el gran número de europeos y estadounidenses que han sufrido un paro cardíaco y han sobrevivido. “Estamos tratando de entender las características exactas que las personas experimentan cuando pasan por la muerte, porque entendemos que esto va a reflejar la experiencia universal que todos vamos a tener cuando morimos.”
Uno de los objetivos es observar cómo actúa y reacciona el cerebro durante el paro cardíaco, tanto en el proceso de muerte como en el de reanimación. ¿Cuánto oxígeno se necesita exactamente para reanimar el cerebro? ¿Cómo se ve afectado el cerebro tras la reanimación? Tener mayor conocimiento al respecto podría mejorar las técnicas de reanimación, lo que podría salvar innumerables vidas al año.
“Al mismo tiempo, también estudiamos la mente humana y la conciencia en el contexto de la muerte”, dijo el Dr. Parnia, “para entender si la conciencia se aniquila o si continúa después de haber muerto durante algún período de tiempo – y cómo eso se relaciona con lo que está sucediendo dentro del cerebro en tiempo real”.
Es importante tener en cuenta que la investigación en este campo aún está en curso y hay diferentes teorías y perspectivas sobre lo que ocurre en nuestra mente durante el proceso de muerte cerebral y paro cardíaco.
A lo largo de la historia, ha habido numerosos informes anecdóticos de personas que han experimentado sensaciones y percepciones durante episodios de paro cardíaco o muerte clínica. Algunos individuos afirman haber tenido experiencias extracorpóreas, en las que sienten que salen de sus cuerpos y observan desde una perspectiva externa. Otros describen encuentros con seres queridos fallecidos o una sensación de paz y serenidad.
Estas experiencias subjetivas han llevado a debates y especulaciones sobre la naturaleza de la conciencia y la posibilidad de que exista una vida después de la muerte. Sin embargo, es importante destacar que estas experiencias no han sido completamente comprendidas ni validadas científicamente. Aunque son significativas para quienes las han vivido, su interpretación sigue siendo un tema de discusión en la comunidad científica.
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