Definitivamente, la pandemia covid-19 ha sido cruel a través de los sendos y peligrosos coletazos generados en varios ámbitos -personales, familiares y/o laborales- del quehacer del ser humano que habita el planeta Tierra. De ahí, como antídoto -pensando en los cambios que se van dando al funcionamiento organizacional-, es vital que las organizaciones de todo tipo –públicas, privadas, promotoras del desarrollo- partan haciendo un autodiagnóstico -con enfoque de reaprender, desaprender y aprender-, en donde, por un lado, se identifiquen y describan las buenas prácticas que se hacían antes de 2020 -para recuperarlas y fortalecerlas-, por otro, se visibilicen descriptivamente, para eliminarlas, las malas prácticas que, desde marzo 2020 –hasta la fecha-, se han ido incorporando y hasta normalizando dentro de las organizaciones como nuevas formas de vida organizacional. Finalmente, también -para aprender e incorporar-, se debe identificar y describir aquello que, positivamente, ha emergido en tiempos pandémicos como resultado de la exigencia de cambios acelerados dirigidos a la sobrevivencia de las personas y las organizaciones.
Una vez identificado y descrito el inventario de prácticas buenas y malas, el siguiente paso es definir un plan de mejora organizacional basado en el reaprendizaje, desaprendizaje y aprendizaje de lo vivido desde 2020 hasta la fecha actual; buscando, como objetivo clave, el reencausamiento estratégico que, si no es atendido a tiempo, las organizaciones pueden correr el riesgo que, paulatinamente, su desempeño se vaya deteriorando hasta niveles negativos de los cuales será mucho más difícil salir.
Desde lo que dice el Manual de la Buena Gestión Organizacional, es vital la actuación proactiva de las organizaciones y, así, poder a tiempo redefinir el camino futuro del funcionamiento de la organización sobre la base de la resiliencia, la creatividad y la adaptabilidad a un entorno que, para 2023, es muy diferente al que se venía gestando antes de 2020.
Dentro de este macro desafío, la comprensión del comportamiento humano al interior de los distintos espacios de actuación organizacional surge como una habilidad administrativa que, bien direccionada, será la que permita encontrar la mejor respuesta a una realidad en donde, como referentes de actuación estratégica, se van imponiendo -de forma interactiva- la pandemia -hacia donde se priorizó el análisis- más todas las exigencias de cambio que van naciendo producto de la guerra entre Rusia y Ucrania -desde febrero 2022-, la necesidad de combatir el cambio climático desde antes de la pandemia y, además, de saber actuar alrededor de un mundo con niveles de conflictividad social que van en aumento.
Yendo a acciones – respuesta específica, por ejemplo, dentro del proceso de reencausamiento, es necesaria, como acción prioritaria clave, la revisión de los procesos de digitalización que se aceleraron en los momentos de los encierros pandémicos duros, como únicos medios para que las organizaciones no mueran en el camino. De ahí, esos procesos digitalizados, ahora que la pandemia está más controlada y, sobre todo, se tiene más información orientadora, deben ser revisados en relación a su eficacia y eficiencia de funcionamiento; sugiriendo, para ello, respuestas a preguntas inspiradoras como las siguientes: ¿lo que se hizo por los apuros pandémicos, está alineado con la estrategia de la organización?, ¿el mapeo de procesos organizacionales que sirvieron de base para la digitalización, fueron mejorados previamente o se hizo con lo anterior sin mejora previa?, ¿en los tiempos actuales, se ha realizado una evaluación sobre la eficacia y eficiencia del proceso digitalizador emprendido al interior de la organización?
Otra acción – respuesta específica que debe ser tratada como prioritaria para el reencausamiento organizacional efectivo, es aquella que tiene que ver con la mejora del estado de ánimo y salud mental de los trabajadores de las organizaciones. Pues, los largos encierros obligados, el miedo al momento del contagio del covid-19 y/o la pérdida de seres queridos cercanos han ido afectando negativamente a la estabilidad emocional de las personas que, si no se atiende a tiempo, de igual forma pasará una costosa factura en términos del clima organizacional, el desempeño laboral y los malos resultados que se irán dando.
Como se ve, los desafíos son varios y deben ser atendidos -desde la alta dirección en interacción con los demás miembros de las organizaciones- mediante una forma de ver y comprender la realidad sobre la base del cambio de enfoque del pensamiento y acción organizacional hacia aquellos puntos que la pandemia -más otros factores, ya señalados, que la complicaron- ha afectado, con mayor fuerza, luego de tres años en medio de una incertidumbre que, hasta enero de 2023, sigue vigente, ya que, sin aviso previo, de repente surgen noticias sobre el aparecimiento de nuevas variantes de un virus que puso al mundo de rodillas y llevó a la Organización Mundial de la Salud (OMS) a declarar una pandemia que, de igual manera como la declaró, es la única -la OMS- encargada de declarar el fin pandémico, eso sí una vez se tengan los datos duros evidenciales de que el covid-19 se quedará en el mundo como un problema de salud endémico y ya no pandémico.
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