El Vaticano anunció la apertura de una investigación sobre la desaparición en 1983 de una adolescente que vivía en la ciudad estado, un caso nunca aclarado y que fue objeto de un documental en Netflix.
Emanuela Orlandi, 15 años, cuyo padre trabajaba para el Vaticano, desapareció después de una clase de música en el centro de Roma el 22 de junio de 1983.
Desde entonces, el caso dio lugar a múltiples tesis, nunca probadas, y no deja de apasionar a los italianos sobre el fondo de teorías de complot que implican a los servicios secretos, la mafia, las altas autoridades vaticanas y la masonería.
¿Quién secuestró a la adolescente, y por qué? ¿Qué fue de ella? ¿Qué sabe el Vaticano de este expediente?
Una examante del criminal Enrico de Pedis, sospechoso de pertenecer a la mafia, a la logia masónica P2 y a sectores de las finanzas del Vaticano, lo acusó de haber secuestrado a la joven y hundido su cuerpo en hormigón.
Para comprobarlo, la justicia italiana llegó incluso a abrir en 2012 la tumba de Enrico de Pedis, uno de los líderes de un grupo criminal romano conocido como «la banda della Magliana», asesinado en 1990 en un ajuste de cuentas.
Según otra tesis, la adolescente fue secuestrada por este grupo criminal para recuperar un préstamo del expresidente del Banco Vaticano (IOR), el arzobispo estadounidense Paul Marcinkus.
La desaparición de Emanuela fue objeto el año pasado de una serie en Netflix en la que su hermano, Pietro, afirma que el papa Francisco le habría dicho: «Está en el cielo», dando a entender -según la familia- que el Vaticano sabe lo que le ocurrió a la joven.
El documental, en el que los testimonios confirman la tesis del secuestro, da también la palabra a una amiga de la adolescente que afirma que Emanuela le habría confiado haber sido «molestada» por los avances sexuales de una persona cercana al papa Juan Pablo II en los jardines vaticanos, unos días antes de su desaparición.
Cómplices
En 2019, a petición de los miembros de la familia a raíz de un mensaje enigmático recibido por su abogada, el Vaticano autorizó la apertura de las tumbas de dos princesas muertas en el siglo XIX en el cementerio Teutónico, pero éstas no contenían huesos.
Los expertos también examinaron los restos encontrados en dos osarios vaticanos, sin éxito.
La abogada de la familia, Laura Sgro, desea conocer ahora las intenciones de la justicia vaticana. «No sabemos lo que hará el Vaticano. En las próximas horas pediré una reunión con el promotor de justicia. Hasta ahora, la Santa Sede no ha hecho nada», indicó a AFP.
«¿Qué documentos quieren revisar, los de la investigación de la fiscalía de Roma o tienen algún archivo que quieran compartir?» se pregunta.
«Desde hace años pido que se interroguen a algunas personalidades pertenecientes a la cumbre del Vaticano. Lamentablemente algunas ya fallecieron», destacó.
A pesar de la antigüedad del caso, la familia de Emanuela sigue reclamando justicia y denuncia el silencio culpable del Vaticano.
«No es necesario una larga investigación porque conocen la verdad, basta con revelarla», escribió en Facebook Pietro Orlandi. También publicó una ilustración sobre la que se puede ver a los papas Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco con la mención: «El silencio los hizo cómplices».
Entre las numerosas teorías que marcan este caso, una tesis evoca un secuestro de la adolescente para obtener la liberación de Mehmet Ali Agça, el turco que intentó asesinar a Juan Pablo II en 1981.
En una carta abierta, Agça, liberado en 2010, aseguró en 2019 que Emanuela Orlandi estaba viva y que era necesario buscar su rastro en los archivos de la CIA.
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