Cada año, se esperan 11 meses y un poco más de días para celebrar en muchos países la tan esperada Navidad y las fiestas de fin de año. Se calcula que hasta un 25% de las compras que hacemos acaban, tristemente, en la basura, a lo que se suma el derroche de luces, energía eléctrica, fuegos artificiales, envolturas, lazos y moños, decoraciones navideñas, comida, vajilla desechable y demás productos no biodegradables, plásticos de un solo uso y equipos electrónicos descartados. Muchos de estos desperdicios no pueden reciclarse debido a que están elaborados con materiales que tardan hasta 500 años en degradarse.
La pregunta del millón es ¿a dónde va toda esa basura?, usualmente, los desechos son llevados a basureros a cielo abierto y es evidente que en la mayoría de casos no hay ningún control administrativo ni ambiental.
De manera general podemos decir que casi todo en la vida es efímero, las cosas vienen y van; sin embargo, la contaminación del aire y el ambiente con diferentes partículas por diferentes agentes causantes generados por la inconsciencia, frialdad y a lo mejor desconocimiento de la humanidad, cada día están presentes, son más nocivos y siguen en aumento, sin desaparecer, lo que hace que nuestra casa o planeta tierra se destruya minuto a minuto.
Existen tantas acciones del día a día que desarrollamos cada ser humano y que de una u otra manera generan un impacto medioambiental y las festividades decembrinas (las más esperadas) no son la excepción, ya que aumentan las emisiones de dióxido de carbono CO₂.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO), el desperdicio de alimentos en estas épocas, es responsable de emitir 3,300 millones de toneladas de Gases de Efecto Invernadero (GEI), a la atmósfera cada año. Esto sumado al uso indiscriminado de fuegos artificiales producen contaminantes atmosféricos, que contribuyen a la producción de gases de efecto invernadero que terminan atrapados en la atmósfera, calentando cada vez más nuestro planeta.
Investigaciones demuestran que en épocas de fin de año, la cantidad de residuos que se generan a diario aumenta en un promedio de 25% a 30%, es decir, hasta 18,000 toneladas de basura diaria, cantidades que dependen mucho de la población de cada país, los porcentajes superan al resto de los días del año, constituyendo un impacto altamente negativo para el planeta.
Entonces la respuesta de ¿a dónde va toda la basura?, es evidente que se distribuye de diferente forma y un gran porcentaje de millones de toneladas métricas de residuos llegan a los océanos, un pronóstico nada alentador para el 2050. Si seguimos a este ritmo habrá más plástico que peces en el océano; además, el aire que respiramos cada segundo será menos limpio y más nocivo por las diferentes partículas y gases que lo contaminan.
Sabemos que el mitigar el daño al planeta no es una tarea fácil y cambiar los hábitos de consumo mucho menos; sin embargo, está en cada persona contribuir con un granito de arena para interesarnos y preocuparnos por lo que está pasando en el mundo, tener una actitud de consciencia. En estas fiestas de Navidad y de Fin de Año seamos parte del cambio, que el mejor regalo para nosotros, nuestros hijos y las nuevas generaciones sea una Navidad llena de reflexión y acción, para mantener limpio nuestro planeta que es nuestra casa. Felices fiestas y próspero año nuevo.
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