Por Jessica Jara Bravo[i], Editora Adjunta de F-ilia 5
Como ustedes saben, escribí el Prólogo de F-ilia 5, el que titulé “Una revista-catálogo de sutiles soluciones, invenciones y anudamientos, no sin arte y psicoanálisis”[ii] ;y, como esta revista digital está en circulación desde hace unas dos semanas, quise escribir este texto[iii] para ustedes. Aquí desarrollo tres líneas de investigación sobre lo que ha sido mi funcionamiento en tanto que “Editora Adjunta” para la construcción de esta revista-libro, que hoy estamos presentando.
Lacan, de principio a fin de su enseñanza, recurre a la “letter”, a la letra, a la carta, desde su lectura de la carta robada de Poe, en sus Escritos. Aún en sus seminarios donde suspira/ suspeora por un discurso que no sea del semblante; semblante, que del hay que decir, tiene efectos bien reales, porque la carta arrobada feminiza a su portador. Casi al final, cuando Lacan suelta la mano de Freud para hacer como Joyce, hace retumbar la inminencia del “litter” en el “letter”: apuntando al pasaje de la letra publicada al tacho de basura; y esto sólo con el cambio de una letra, la “i” por la “e”. Pero, vamos a sostener una pausa aquí, el espacio de un lapsus, un todo, pero no eso.
Y vamos a escribir una doble barra entre: “letter” // “litter”.
Esa pausa, ese detenimiento del pasaje ruinoso de letter a litter, puede resultar vital para sujetos que, en calidad de objetos, se ven empujados a dejarse-caer cual litter; pues han descubierto que no hay guión o porque ese guión en el que creen y que llaman “destino” les pesa demasiado[1]. O porque se sacrifican cumpliendo misiones ajenas que no caducan como la fatwa, —y como precisó muy bien Leonardo Valencia ayer[iv] en relación a ese hijo de libaneses que intentó matar a Rushdie: ese joven ni siquiera había nacido cuando eso se dictaminó—. Entonces, son suicidas esos homicidas que se suman a las cruzadas contra su propio verso satánico, que leen en el Otro. La operación analítica y su litera reencausan, uno a uno, hacia ese verso singular que puede (re)anudar a la vida y le permiten ir escribiendo a mano alzada un camino, al pulso del propio deseo.
Si se trata de un asunto de puntuación del texto de la propia vida, evitando el punto final anticipado, podemos dar todo su alcance a que “la puntuación decide el sentido”, como ha dicho Lacan; pues, si lo hacemos avanzar: la puntuación decidiría el sentido de la vida, porque la vida como tal no lo tiene. A veces eso se torna literal, ya saben ustedes que hay un proyecto en el que las personas “deprimidas” se tatúan un punto y coma, porque, los cito: “Un punto y coma es usado cuando un autor puede elegir terminar una oración, pero opta por no hacerlo”. Y por si no quedaba lo suficientemente claro, lo explican: “El autor eres tú y la oración es tu vida”. Pero no se trata sólo de fuerza de voluntad, cuando se requiere marcar la carne con un signo, a falta de una inscripción simbólica.
En estos días le comentaba a Marcelo Báez, aquí presente, que sería interesante compartir en esta presentación de F-ilia 5 unas notas sobre psicoanálisis y edición. Y ahora veo que no sólo es interesante[2] sino urgente y recordé así una intervención de Jacques-Alain Miller[v], —a quien encontrarán conversando con Orlan en esta revista—, donde apunta que un análisis no es sólo un asunto de escucha sino de escritura y que la interpretación analítica es un hecho de puntuación. Si cumple esa función, el analista se vuelve “un editor de la palabra”, no sólo alguien que escucha pasivamente… Ahora bien, si leen esta entrevista-conversación entre Miller y Orlan, notarán aquello en acto.
La puntuación constituye el inconsciente como legible, apuntándose entonces a lo escrito en la palabra. Y la interpretación entonces es corte, introducción de signos de puntuación, cambio de la puntuación, lecturas que operan con el equívoco; y, aún así, el sujeto puede querer creer que el analista no le ha dicho nada, volviéndose así más claro que la demanda del sujeto es que se lo gobierne, se lo eduque, se lo cure. Y es lo que piden en las consultas: “¡Quíteme esto!”, “¡Cúreme, Doctora!”, “¡Dígame qué hacer!” Un analista se abstiene de responder estas demandas y no gobierna, no cura, no educa; pero sí incide allí con arte y docilidad, interpretando, sosteniendo, amarrando y cortando.
Al final, la lengua se volverá extranjera para el sujeto, pues en la operación de separar el significante del significado, se ciñe el nudo en lo que podríamos llamar “significante del goce”: un significante enigmático, uno que no remite al Otro, un significante nuevo que pudiera más bien ser una imagen. ¿Podemos decir que la página que nos envió Mario Bellatin después de nuestra conexión podría ser una de estas imágenes reinas? Yo diría que sí, en todo caso, una decisión editorial que sostuve fue publicar la página intacta, con sus “errores” de tipeo y tachones.
Y bien, considerando que acabo de escuchar que aquí está Nacho, con quien trabajamos, pero a quien nunca vi; voy a decir la frase que será las más recordada sobre la edición, porque cuando yo envié mi lista de observaciones, comentarios y correcciones a la revista, él respondió con verdadero humor: “¡Lacantidad de errores!”. Lo recupero hoy que estamos con: ¡Lacantidad de amigos!
Coincidimos con Pablo Cardoso, director del ILIA, en la Feria del Libro del año pasado, luego leyó mi texto “Preciado y Orlan: dos analizantes inventores”[vi], y a renglón seguido me invitó a coeditar este volumen, hablándome de las “urgencias”. Cuando hay un sentido de urgencia, se piensa en los psicoanalistas, lo cual es estupendo porque otros ante la urgencia buscan a la policía para que ponga a circular o una medicación que acalle lo que podría llegar a escribir un buen síntoma: Lacan en su Seminario RSI, se refiere incluso a la escritura salvaje del síntoma. A las “urgencias” yo le agregué las “subjetividades contemporáneas”, —considerando que coordino en Guayaquil un Observatorio de FAPOL con ese S1—; y en lugar del famoso devenir le propuse el “anudar”.
Así recuerdo una fórmula de Miller: cuando la cosa está muy apretada hay que aflojar y si está muy flojo, hay que amarrar[vii]. Uso mis propias palabras, él dice “apretar”. En todo caso se trata de sostener: que los registros, real, simbólico, imaginario, —siempre a riesgo de soltarse—, se anuden de modo singular, lo que requiere un cierto arte y a veces una grapa, lo que llamamos un sinthome. Entonces, se corta, se anuda, se amarran y hasta se casan, como Fernando Montenegro, que nos ve ahora por Facebook. Y quizás como se adjunta un attachment, me adjunté como editora y algo allí se anudó, de un modo no familiar a F-ilia, permitiendo un trabajo trenzado que muestra hoy su producto. Ya encontrarán otra grapa para la F-ilia 6, les deseo suerte.
Ahora bien, pasar de letter a litter tampoco es tan rápido porque no siempre es tan fácil publicar, sobre todo si escribes como Joyce en 1922. Exactamente un siglo atrás. En todo caso, son conocidos los rechazos a publicar su Ulysses; El Confidencial refiere que esta obra fue ninguneada por impresores de Londres y provincias[viii]; incluso la Hogarth Press, emprendimiento —como se diría en términos actuales— de los Woolf, cuyo objeto era publicar obras que no atraerían “un público numeroso”[ix]. Bueno, de todos modos, hay que anotar que la obra de Freud estaba dentro de su catálogo; y no se vendió poco, hasta hoy.
Lo cierto que es que Virginia Wolf en sus diarios dice que abandonó a eso de la página 200 la lectura del Señor Joyce: “un autodidacta, egoísta, insistente, teatral, y en última instancia, abominable…”. Podríamos decir que, en ese rechazo a Joyce por la escritora del cuarto propio, hay un rechazo a la subjetividad contemporánea que Joyce encarnó. Siendo que cada uno de estos adjetivos marca un rasgo de la época: un autodidactismo sin querer hacer Escuela, cual índice de un posible desabonamiento al Otro. Por lo que hay felicitar que muchos artistas, escritores, psicoanalistas y académicos, se abonaron a esta publicación con un entusiasmo generoso.
A todo, el marco de fondo es el imperio de los unos solos que se autoexplotan: la que es una referencia del filósofo contemporáneo Byung-Chul Han, pero tienen que saber que esto ustedes lo encuentran en el concepto “Superyó” en Freud. Así, al cierre de un Salón de Arte proponían al público llevarse un recuerdo hecho por ellos mismos. De ti para ti. Sean creativos y hagan una “Autopublicación”. Así opera Instagram, yo misma tengo Instagram hace casi un año. Las autopublicaciones que prescinden del paso por el Otro, el Otro Editor. Pero las redes tienen censuradores también, Ariana Harwicz —quien también publica en esta F-ilia— lo testimonia.
De Joyce “egoísta”, podemos hacer otra lectura, más bien la de un Joyce que olvida la paliza recibida cuando adolescente, un ego “teatral” que debe ser reparado con “insistencia”, quizás al no tener ese arte de hacer con el semblante para cubrir la nada. Cuando aquí, ningún Nombre-del-Padre pudo ser convocado, sino que él solo debió hacer de “la lengua su síntoma” como precisa E. Laurent: “alguien que consigue saturar la relación con el goce del cuerpo sin la imagen (…) hasta el punto de ser capaz de hacer de toda la lengua su trayecto pulsional, marcarla con el esfuerzo de que cada palabra de la lengua inglesa tuviese, para él, un significado particular”. (Los objetos de la pasión, Tres Haches, 2004, p. 90). Esto para algunos es “abominable”, pero para los analistas es el momento en el que puede acontecer una invención que mantenga los redondeles, las letras R, S, I, juntas.
Pero la escritora de Las Olas sigue, y dirá: “no me parece que su método, que está muy desarrollado [el de Joyce], signifique mucho más que eliminar las explicaciones e incluir los pensamientos entre guiones”. Cuando el guion se vuelve literal, —volvimos a los guiones—, el incluir los pensamientos entre guiones, es introducir signos de puntuación, lo que le resulta un modo de hacer a Joyce con esas palabras que se le imponen, un saber hacer con eso que se desparrama: una invención escritural. El nudo es escritura y lo que escribe es tratamiento en Joyce —y esto lo hace solo, y Lacan se lo reconoce en su Seminario 23—, ante el vendaval desatado por su primer encuentro con Nora, de lo que resultará “Finnegans Wake”: una obra para leer sin comprender.
El saber hacer analítico aplicado en F-ilia no sólo fue hacer un inventario (me voy contra mí misma en el prólogo); sino que, consistió en suscitar, no en un encuentro casi catastrófico como el de Nora con Joyce, —aunque ella le calce como un guante, según dice Lacan—, pero sí suscitar que se desate una investigación, una escritura, una producción cesible. Allí el arte consistió en dar cuerpo, crear un índice, construir una revista-estructura que, contando con lo existente, —con las secciones establecidas: Artículos, Texturas, Contrapunteos y el pódcast—, pueda alojar y posibilitar nuevas lecturas a los productos de ese trabajo suscitado. También di señales de vida, me moví y conseguí algunos aportes made in Bienal de Cuenca y TM Galería[x], entre otros. El esfuerzo también implicó saber sostener aquellas letras, enlaces, creaciones e invenciones entre psicoanálisis y arte, hasta el final y no dar paso a la deserción, sino que eso caiga como publicación.
Aún falta explicar lo de las “anudaciones”. No sin repreguntar acogí el término de Pablo, pues terminó imperando mi docilidad analítica. Quiero decir que el término no existe como tal, existe re -anudación y al googlear “anudación” (última búsqueda hoy a las 16h00) aparecen en inglés en cuestiones técnicas de la pesca y los cateterismos. El corrector de Word me lo subraya en rojo y me propone comprobar si el término es el correcto. Lo que distingue la “anudación” del “anudamiento” es la mentira, el miento. Porque el nudo no miente ni dice la verdad, funciona o no, es solución sutil… Tengo un libro que recoge 200 tipos de nudos, pero hay muchos más.
Ciertamente, la práctica psicoanalítica de hoy se juega en la lectura, escritura, puntuaciones, sutilezas y… anudaciones. Y la ocasión de estar aquí reunidos hoy me significa una pausa a mí misma y la dignifica. Escribir esta carta a ustedes es un detenimiento en mi labor de edición de tres importantes publicaciones que verán la luz este mismo año: esta revista-libro catálogo que no es catálogo (lo verifiqué dos veces)[xi], un objeto factor actual y una bitácora del recomienzo.
Así, he requerido un tiempo de comprender lo que he estado haciendo y que, prácticamente, concluye hoy, al menos uno. Es un momento muy particular el tiempo de los “lanzamientos”, “al público”, —me doy cuenta de que más uso: presentaciones de libros—, pues sería el momento en el que Freud decía que el artista comercializaba con sus deseos. El momento de la venta. Pero, ¡cómo gozamos en el recorrido mismo de la hechura de este oscuro objeto del deseo F-ilia 5! Y mientras estamos saliendo de esto con bien, me parece; se nos impone recordar que la “letter” se vuelve “litter” cuando se publica.
Parece que lo nuevo en la función de edición de la F-ilia 5 ha sido el trabajo de la editora invitada con los autores invitados, correspondiéndome aquí ser dócil a sus extravíos femeninos o abyectos: una cierta docilidad a lalengua de la anudación, lo que permitió: sostener el deseo de ceñir lo más singular que urgía y atravesaba como pregunta vital sobre las subjetividades contemporáneas, —considerando que quienes participaron en F-ilia 5, forman parte de esas subjetividades contemporáneas—, y dejar que la carta llegue a su destino, así sea por Facebook “love”. Un brindis porque en el “live” no falte el “love” (El autor de la expresión está de luna de miel).
Para concluir, suelto dócilmente la revista a ustedes y suelto esta función que me permitió anudar por un tiempo el trabajo colectivo que nos deja como objeto esta F-ilia 5, el que quisiera que fuera una revista física y pudiera colocarla ahora encima de esta mesa, como un naipe que se lanza. Y así, antes de que se vuelva “litter” nuestra “letter”, de que pase al archivo, donde de todos modos tendrá un lugar entre la 4 y la 6, hay que hablar vivamente de ella porque esta revista da cuenta de un cierto arte de saber hacer allí de unos cuántos ante un imposible de soportar, como Joyce, en una época en la que casi todos lo somos un poco.
Alegrémonos porque la invención hoy está a la orden del día y gracias.
Guayaquil, 17 de agosto del 2022.
*Intervención en el Lanzamiento de la Revista Digital F-ilia # 5 en MZ14 de la Universidad de las Artes, el 17 de agosto del 2022. La presentamos junto a Marcelo Báez y Mayra de Hanze. Coordinó la mesa José Miguel Cabrera, director de UArtes Ediciones; también participó Pablo Cardoso y se leyó un fragmento de la Introducción de la F-ilia # 5, escrito por Fernando Montenegro.
[1] Más adelante retomaremos los guiones.
[2] Quienes estuvieron en el Seminario de Antonio Aguirre recordarán la diferencia entre “lo interesante” y “lo importante”.
[i] Psicoanalista, miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis y de la Nueva Escuela Lacaniana del Campo Freudiano.
[ii] Pueden leerlo en http://ilia.uartes.edu.ec/ilia/publicaciones/f-ilia/
[iii] El que según Marcelo Báez sería un post-prólogo.
[iv] https://www.eluniverso.com/opinion/columnistas/salman-rushdie-y-el-crimen-contra-la-imaginacion-nota/
[v] Miller, J.-A (1998) La lectura del inconsciente. Bitácora Lacaniana N°1, “El Psicoanálisis en el siglo XXI”. Buenos Aires, Grama Ediciones, 2012.
[vi] Publicado en la Revista de Acción Lacaniana N°. 5, “Factor a”, Cuestiones de género. Mucha tela que cortar. Pueden leerlo en: https://revistafactora.org/revista-pdf/revista-ano-3-nro-5/
[vii] Esta referencia debe estar en “El hueso de un análisis”, publicado por Tres Haches.
[viii] https://www.elconfidencial.com/cultura/2021-03-19/james-joyce-virginia-woolf_2995416/
[ix] https://www.eternacadencia.com.ar/blog/contenidos-originales/derivas-literarias/item/el-dia-que-virginia-woolf-se-nego-a-editar-a-james-joyce.html
[x] En la muestra colectiva que organizó “Taller Maldonado” y que tuvo lugar en la galería de Plaza Lagos, a la que fui sin mucho afán, descubrí la obra de Chay Velasco que hoy es la portada de F-ilia 5.
[xi] Me refiero a que me llegó hoy el Catálogo de la 15 Bienal de Cuenca y anoche fui a presentación libro “101 Arte Contemporáneo Ecuador Vol. 01”, editado por Rodolfo Kronfle, Cristóbal Zapata y María del Carmen Carrión. Y, obviamente, tomando todas las distancias del caso, nuestra revista es Otra cosa.
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