Desde el punto de vista nutricional, un ayuno se define como el cese total de la ingesta de alimentos, alcanzando la supervivencia mediante la utilización de los sustratos endógenos almacenados. Sin embargo, en la práctica nos encontramos con una clasificación bastante diversa, según su duración pueden ser breves (horas o días) o prolongados (semanas o incluso meses). Y según la ingesta, pueden ser ayunos totales, si el consumo de alimentos y/o bebidas es nulo o parciales si existen pequeñas ingestas. Por tanto, a pesar de no existir una definición clara, podemos decir que es una estrategia de alimentación caracterizada por una restricción en la ingesta de energía, bien sea total o parcial, durante un período de tiempo. Este patrón de alimentación alterna dos periodos: un periodo de alimentación en el cual la ingesta puede ser ad libitum o bien estar controlada, con un periodo de ayuno donde la ingesta de alimentos se restringe por completo o se reduce parcialmente, encontrándonos con una variedad de protocolos, como se muestra en el gráfico 1.
Como se aprecia hay una gran variedad de protocolos para realizar un ayuno intermitente, todas estas estrategias se fundamentan en intercalar una ingesta calórica diaria “normal” con períodos breves de restricción calórica diaria severa. Por tanto, el denominado “ayuno” es en realidad una restricción calórica severa que sólo en algunos casos se podría llegar a permitir la omisión total de alimentos durante un período de tiempo determinado.
A pesar de que en los últimos años a esta estrategia se le han asociado diversos efectos positivos en la salud; el proceso biológico y metabólico del ayuno intermitente, así como sus posibles efectos benéficos (o adversos) no han sido bien determinados. Se ha propuesto que uno de los mecanismos claves que pudiera estar relacionado, es lo que se conoce como el Metabolic Switch o cambio metabólico. Este cambio generalmente ocurre en la tercera fase del ayuno, entre 12 y 36 horas después del cese del consumo de alimentos, el tiempo es dependiente del contenido de glucógeno hepático que se tendría al iniciar el ayuno y al gasto de energía (práctica de ejercicio) del sujeto. Por tanto, cuando estas reservas energéticas se agotan se activa el cambio metabólico, y la fuente de energía primaria para el cuerpo cambia de glucosa a ácidos grasos y cuerpos cetónicos.
En este sentido, los estudios muestran que el ayuno intermitente tiene efectos positivos en indicadores de salud como: una mayor sensibilidad a la insulina, menores niveles de presión arterial, de grasa corporal, de glucosa, de lípidos en sangre y de inflamación. Y que por tanto sus beneficios son de amplio espectro, para muchas afecciones de salud como la obesidad, la diabetes mellitus, la enfermedad cardiovascular, el cáncer, los trastornos neurológicos y algunas enfermedades degenerativas como la esclerosis múltiple y la artritis.
Dentro de los efectos adversos de esta estrategia podemos citar: halitosis, fatiga, debilidad y dolores de cabeza. Además, algunas personas experimentan hambre, irritabilidad y una capacidad reducida para concentrarse durante los períodos de restricción de alimentos. Por otro lado, estudios en animales han evidenciado alteraciones en el hipotálamo y el tejido adiposo, así como una fuerte relación con la compulsión alimentaria, compensación de la ingesta calórica en los días ad libitum y la consecuente recuperación del peso perdido, a más de un aumento del estrés en los sujetos; efectos que lo han cuestionado como una estrategia segura en humanos, especialmente por la escasa investigación de sus efectos a largo plazo sobre el sistema nervioso central.
Si bien el ayuno intermitente surge como una alternativa más de restricción calórica para la pérdida de peso, este deberá ser planificado y estructurado por un profesional de la salud capacitado en ingesta alimentaria, manejándose dentro de un proceso de educación nutricional y asegurándose el aporte de macro y micronutrientes del sujeto. Mas aun, no se debe olvidar que el ajuste calórico y educación nutricional, muestra tener resultados similares en cuanto a reducción del peso corporal, siendo la forma más eficaz y recomendada de pérdida de peso a largo plazo.
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