El destino de la mayor capa de hielo del mundo sigue estando en nuestras manos si el aumento de temperatura global se mantiene por debajo del límite máximo del Acuerdo de París sobre cambio climático.
Un nuevo estudio dirigido por la Universidad de Durham (Reino Unido) muestra que los peores efectos del calentamiento global sobre la Capa de Hielo de la Antártida Oriental (EAIS por sus siglas en inglés) podrían evitarse si las temperaturas no aumentan más de 2 °C por encima de los niveles preindustriales.
Según los investigadores, si se mantiene por debajo de este límite, la capa de hielo de la Antártida Oriental, que contiene la mayor parte del hielo de los glaciares de la Tierra, contribuirá en menos de medio metro al aumento del nivel del mar en el año 2500. Sin embargo, añaden que si el calentamiento sigue aumentando más allá del límite de los 2 °C, podríamos ver cómo el EAIS contribuye varios metros a la subida del nivel del mar en sólo unos siglos.
El equipo de investigación, en el que participan científicos del Reino Unido, Australia, Francia y Estados Unidos y ha publicado sus conclusiones en la revista ‘Nature’, estudió la respuesta de la capa de hielo a los periodos cálidos del pasado y examinaron los cambios que se están produciendo en la actualidad.
A continuación, analizaron una serie de simulaciones por ordenador realizadas por estudios anteriores para examinar los efectos de diferentes niveles de emisión de gases de efecto invernadero y de las temperaturas en la capa de hielo para los años 2100, 2300 y 2500.
El autor principal, el profesor Chris Stokes, del Departamento de Geografía de la Universidad de Durham (Reino Unido), destaca que “una conclusión clave de nuestro análisis es que el destino de la capa de hielo de la Antártida Oriental sigue estando en nuestras manos. Esta capa de hielo es, con mucho, la mayor del planeta, ya que contiene el equivalente a 52 metros de nivel del mar, y es realmente importante que no despertemos a este gigante dormido”.
“Solíamos pensar que la Antártida Oriental era mucho menos vulnerable al cambio climático, en comparación con las capas de hielo de la Antártida Occidental o Groenlandia, pero ahora sabemos que hay algunas zonas de la Antártida Oriental que ya están mostrando signos de pérdida de hielo –advierte–. Las observaciones por satélite han revelado indicios de adelgazamiento y retroceso, especialmente donde los glaciares que drenan la capa de hielo principal entran en contacto con las corrientes oceánicas cálidas”.
El análisis del equipo muestra que si el calentamiento continúa más allá de 2100, sostenido por las altas emisiones, la Antártida Oriental podría añadir varios metros a la subida del nivel del mar en los próximos siglos. Esto se sumaría a las importantes contribuciones de Groenlandia y la Antártida Occidental y amenazaría a millones de personas de todo el mundo que viven en zonas costeras.
El profesor Stokes añade que “restringir el aumento de la temperatura global por debajo del límite de 2°C establecido por el Acuerdo Climático de París debería significar que evitamos los peores escenarios, o tal vez incluso detener el derretimiento de la capa de hielo de la Antártida Oriental, y, por lo tanto, limitar su impacto en el aumento del nivel del mar global”.
Cuando los líderes mundiales se reunieron en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2015 en París, acordaron limitar el calentamiento global muy por debajo de los 2 °C y proseguir los esfuerzos para limitar el aumento a 1,5 °C.
Según el último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), publicado el año pasado, la actividad humana ya ha aumentado la temperatura media mundial en aproximadamente 1,1 °C desde la época preindustrial.
El estudio dirigido por Durham demostró que, con una reducción drástica de las emisiones de gases de efecto invernadero y un pequeño aumento de la temperatura, el EAIS podría contribuir a la subida del nivel del mar en unos dos centímetros para el año 2100, mucho menos que la pérdida de hielo prevista en Groenlandia y la Antártida Occidental. De hecho, algunas investigaciones muestran que las nevadas han aumentado en la Antártida Oriental en las últimas décadas y, si esto continúa, compensará parte de las pérdidas de hielo previstas para el próximo siglo.
En cambio, si el mundo sigue por la senda de las emisiones de efecto invernadero muy elevadas, los investigadores no pueden descartar la posibilidad de que el EAIS contribuya con casi medio metro al nivel del mar en 2100, pero lo consideran muy improbable. Si las emisiones siguen siendo elevadas después de 2100, el EAIS podría contribuir a aumentar el nivel del mar de uno a tres metros en 2300, y de dos a cinco metros en 2500.
Señalan que lo más importante es que, si se cumple el objetivo del Acuerdo de París, podría reducirse o incluso evitarse una pérdida significativa de hielo en la Antártida Oriental, y la contribución del EAIS a la subida del nivel del mar se mantendría por debajo de medio metro para el año 2500.
Los investigadores también revisaron la respuesta de la capa de hielo a los períodos cálidos del pasado, cuando las concentraciones de dióxido de carbono y las temperaturas atmosféricas eran sólo un poco más altas que las actuales.
Afirman que, a diferencia del calentamiento tan rápido y extremo que hemos experimentado en las últimas décadas, que sólo puede explicarse por las emisiones de gases de efecto invernadero procedentes de la actividad humana, el calentamiento del pasado se produjo a lo largo de escalas de tiempo mucho más largas y fue causado en gran medida por cambios en la forma en que la Tierra orbita el Sol.
Por ejemplo, la última vez que las concentraciones de dióxido de carbono superaron el valor actual de 417 partes por millón fue durante un periodo conocido como el Plioceno medio, hace unos tres millones de años. Las temperaturas eran sólo 2-4°C más altas que las actuales en ese momento -en el rango de los cambios de temperatura que podríamos experimentar a finales de este siglo-, pero el nivel medio global del mar llegó a ser entre 10 y 25 metros más alto.
Añaden que, de manera preocupante, las pruebas de los sedimentos del fondo marino alrededor de la Antártida Oriental indican que parte de la capa de hielo se derrumbó y contribuyó a la subida del nivel del mar durante el Plioceno medio. Incluso hace 400.000 años, no hace tanto tiempo en las escalas de tiempo geológicas, hay pruebas de que una parte del EAIS se retiró 700 km hacia el interior en respuesta a sólo 1-2°C de calentamiento global.
La profesora Nerilie Abram, coautora del estudio de la Universidad Nacional de Australia en Canberra, subraya que “una lección clave del pasado es que la capa de hielo de la Antártida Oriental es muy sensible incluso a escenarios de calentamiento relativamente modestos. No es tan estable ni está tan protegido como creíamos. Ahora tenemos una oportunidad muy pequeña para reducir rápidamente nuestras emisiones de gases de efecto invernadero, limitar el aumento de las temperaturas globales y preservar la capa de hielo de la Antártida Oriental”, subraya.
“Tomar estas medidas no únicamente protegería la capa de hielo de la Antártida Oriental, sino que también frenaría el derretimiento de otras capas de hielo importantes, como Groenlandia y la Antártida Occidental, que son más vulnerables y corren mayor riesgo –alerta–. Por lo tanto, es de vital importancia que los países alcancen y refuercen sus compromisos con el Acuerdo de París”.
(EUROPA PRESS)
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