Asegurar la democracia y garantizar la gobernabilidad, es una preocupación de todo gobernante (no de los dictadores). Las soluciones o respuestas alternativas dependen de la gestión particular. No podemos exigir que lo hagan a la manera como uno quiere. Por ello, la institucionalidad es la que facilita la gobernabilidad y los logros en seguridad integral y democracia.
Cuando mencionó la institucionalidad me refiero al sistema de justicia, al legislativo y al ejecutivo. El trabajo conjunto conduce al logro de metas reales. Si cada uno rema para su lado, y quiere ahogar al otro, entonces ya sabemos que la corrupción campea y las estrategias pueden enfrentar serias limitaciones o barreras que entorpecen la ejecución de las acciones y los logros en términos de bienestar no se alcanzarán. Por tanto, coordinar acciones, actividades, programas y políticas, es imperativo.
Si el ejecutivo aplica la fuerza para evitar desmanes y encarcela a quienes hayan afectado a las personas, a la comunidad, a la ciudad, el judicial debe armar el proceso para determinar su inocencia o su culpabilidad, y si es culpable la sanción correspondiente. El legislativo no puede tramitar habeas corpus o amnistías a esos presos. Esto es actuar en conjunto para mejorar la seguridad. Si el judicial evita que se inicie el proceso y/o el legislativo concede hábeas corpus o amnistía, lo que haga el ejecutivo no resolverá nada, rema contra corriente. Colaborar es imperativo.
Las características de las últimas protestas, paros y paros indefinidos están muy claras. Inician con cierta normalidad hasta que algún miembro de cualquier bando, protestantes o fuerza pública, ejerce una fuerza violenta y se desencadena todo. Empujones, piedras, bombas caseras, bombas lacrimógenas, toletazos y demás se suceden. La Policía Nacional toma presos y si entre ellos están dirigentes, los miembros del paro endurecerán las protestas y empieza la escalada de violencia con respuestas cada vez más duras y fuertes de lado y lado. Esto ha pasado en las últimas protestas, llegamos a presenciar actos de violencia, de tal magnitud, que pensábamos que estábamos en una guerra civil, al estilo del siglo pasado. Hay impunidad, nadie pagó los desmanes, destrucción y vandalismo.
Aprendiendo, como siempre, escuché de una joven profesional en sus tempranos treintas, defensora de la paz y del derecho a disentir, convencida de que debemos pelear por un mundo mejor, más sano y más justo, una propuesta, que nunca estuvo en la caja de herramientas de mis ideas. Cierto, no lo pensé.
La propuesta, indecente porqué es muy sencilla y muchos no la vimos y no la consideramos posible, que me explica, implica confiar en el trato entre personas de bien, creer y confiar. Autorizada una protesta pacífica, la Policía Nacional y las FFAA solo asegurarían el ingreso a los edificios públicos como la Presidencia de la República, la Alcaldía, la Asamblea Nacional, la Fiscalía y las otras entidades, dejando a los marchantes que circulen libremente por las calles, dejando oír sus voces con las más variadas formas y estilos. Sin provocarlos, sin violencia, pacíficamente caminando. Es decir, creyendo que no sucedería desmán alguno, ni ataque sorpresa, ni provocaciones violentas. Una vez demostrada la fuerza del grupo que protesta, por presencia no por violencia, se coordinen las acciones indispensables para trabajar en propuestas viables, comprendase bien, viables, no deseos sin sentido, ni demagogias. Buscar soluciones como país, sin sectarismos, este es el reto. Este es el país que queremos. El diálogo y el trato entre personas como herramienta de gestión de la paz y la seguridad integral sin corrupción. Genial ¿nos es cierto?
¿Qué pasa si no resulta pacífica la marcha? Todo depende de los hechos, pues vamos a creer en la no violencia, en evitarla a toda costa. Si son hechos aislados de cualquier bando, obviamente que no implique una acción muy desmedida, se debe resolverlos así, como hechos aislados, con juicios adecuados y el derecho a la defensa. Esto es democracia.
Si la violencia, de parte de los protestantes, se desborda, se descontrola, estaría muy claro y evidente que la protesta tenía otro objetivo. La Policía Nacional y las FFAA actuarán con fuerza a medida de la acción desplegada por los violentos y si estas acciones ponen en riesgo la seguridad y la paz ciudadana, las fuerzas del orden están amparadas por la Constitución y las leyes, para el uso progresivo de la fuerza. Volvemos a lo de siempre. Los unos dicen, que los otros iniciaron y los otros dicen, que fueron los unos. Así no llegamos a ningún lado, el país se quiebra y el bienestar se esfuma.
Hay una pieza en el mobiliario de todas las casas, hogares, chozas, mansiones, una mesa. Aparentemente fue creada en los años 3.000 AC, en Egipto por los Faraones. Tiene varias formas, diseños, materiales y usos. Todos los usos son importantes.
Para nuestro fin, me decía la joven, debemos sentar en la mesa a quienes tienen propuestas, no deseos, propuestas viables para la mejora continua. El país, la sociedad, la economía están en construcción, debemos aportar de la mejor manera para beneficio de todos. ¿Qué hace la diferencia para tomar una propuesta y no otra? La viabilidad, la fundamentación de su presentación, la existencia de elementos ciertos del estado actual y la visión clara del objetivo a cumplir, eso hace la diferencia. Habrá propuestas de corto plazo y otras de mediano y largo plazo, unas más difíciles que otras, otras más prioritarias, más sociales, más ambientales, más económicas, en fin, eso es lo que se debe consensuar en la mesa.
¿Claro verdad? El gobierno define los lineamientos de política pública y las disponibilidades de recursos técnicos, institucionales, financieros, ambientales y comunitarios. En buen romance, traza la cancha donde se presentarán los actores y sus propuestas. Se elegirán las viables con prioridad y así seguimos, apoyando todos los sectores de la sociedad y de la economía.
En otros países muy parecidos al nuestro, Perú por ejemplo, se han implementado estas mesas de diálogo, sin paros, sin protestas, sin violencia, convencidos de que si hay como dialogar entre seres humanos. Las propuestas se presentan, se discuten, se revisan, se analizan y se consensuan, positiva o negativamente. Se llaman Mesas de Diálogo Ejecutivo y dependiendo del país pueden ser sectoriales o generales, con políticas verticales u horizontales, respectivamente. Han dado muy buenos resultados en la mayoría de los casos.
Me voy a permitir compartir la Mesa de Diálogo de la región de Moquegua en Perú[1]. Esta se constituyó en un espacio de consenso entre la empresa AngloAmerican, las autoridades nacionales y locales, y las comunidades. Inició en marzo de 2011, culminó en agosto de 2012. Se establecieron 26 acuerdos a implementar relacionados con recursos hídricos, medio ambiente y responsabilidad social. Fue un ejemplo a seguir destacando inclusive a nivel internacional. Luego se creó el Comité de Monitoreo, Seguimiento y Verificación de los Acuerdos de la Mesa de Diálogo. Finalmente, en 2014, se creó el Fondo de Desarrollo de Moquegua para financiar los proyectos consensuados. El seguimiento y monitoreo garantiza el desenvolvimiento en el tiempo.
Una lección aprendida que es necesario conocerla, adaptarla, reflexionar y bajo nuestro entorno definir la estrategia de implementación como un mecanismo de desarrollo sustentable del país, incorporando a los actores claves en cada territorio, que son los que saben cuáles son las necesidades y la propuestas alternativas de solución.
En el mismo Perú, existen muchos ejemplos positivos como las Mesas de Diálogo de dos proyectos mineros de gran escala en el sur del país, Tintaya y Quellaveco. Es decir, si hay como hacerlo y no solo para el fútbol, si se puede, vale la pena correr el riesgo.
[1] / Revisar en https://peru.angloamerican.com/es-es/quellaveco/mesa-de-dialogo/
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