Una cifra de una investigación publicada recientemente en la revista BMJ Open arrojó un dato que preocupa: hasta la mitad de los niños y jóvenes del mundo podría estar consumiendo bebidas promocionadas como energizantes, pero que en realidad son estimulantes. Así lo indica la investigación realizada en el Reino Unido que analizó datos disponibles derivados de otras encuestas.
El tema preocupa a muchos padres, ya que según refiere Silvia Cabrerizo, médica pediatra y toxicóloga, los chicos comienzan a consumirlas en edades muy tempranas: muchos de ellos cuando aún no terminaron la primaria, y tienen entre 11 y 12 años.
La pediatra detalla que en muchos casos son los propios padres y madres quienes se las proveen, porque al ser bebidas de venta libre, catalogadas como energizantes y no como estimulantes, se las compran sin advertir que esto conlleva riesgos para su salud.
¿Qué dice el estudio del Reino Unido?
Con el objetivo de prohibir su venta en menores, en 2018 comenzaron en Reino Unido una serie de estudios para reunir evidencia sobre el tema. En 2021, los investigadores estudiaron 15 revisiones sistemáticas, que cubren un total de 74 estudios, con datos sobre la prevalencia y las asociaciones entre el consumo y la salud o el comportamiento en menores de 18 años.
Además, se realizaron análisis adicionales con datos representativos sobre los niveles y patrones de consumo de bebidas energéticas entre los niños y jóvenes, y los efectos potenciales sobre la salud cardiovascular y mental, las afecciones neurológicas, el rendimiento académico, el abuso de sustancias o el descanso.
Los datos que arrojó la revisión sistemática revelaron que, en todo el mundo, entre el 13 % y el 67 % de los niños había consumido bebidas energéticas en el año anterior.
¿Qué contienen estas bebidas?
Las denominadas “bebidas energéticas” se comercializan con el fin de reducir el cansancio y mejorar la concentración, además de aumentar la energía. Una de estas bebidas contiene en promedio una cantidad similar de cafeína que un café espresso de 60 miligramos.
Como señala Cabrerizo, mientras un vaso de una bebida cola tiene aproximadamente 40 miligramos (mgs) de cafeína, una energizante puede tener el doble: entre 60 y 80 mgs.
Muchas de ellas también contienen otros principios activos, como guaraná y taurina (estimulantes) y azúcar.
“Los padres muchas veces no lo saben, porque se venden como bebidas energizantes y ese nombre puede estar asociado a algo beneficioso, porque te estaría dando energía, pero lo que yo explico es que en realidad son bebidas que contienen cafeína en dosis altas, y que eso es una sustancia estimulante”, aclara Cabrerizo.
Y explica por qué considera que no las llaman estimulantes, como correspondería: “En el grupo de los estimulantes está la cafeína y después, dentro de otro universo, también son estimulantes sustancias como la cocaína, las anfetaminas. La cafeína no deja de ser un estimulante central”, reflexiona.
Y agrega: “Si estuvieran catalogadas como estimulantes, no se podrían vender libremente, por eso la venden como una bebida energizante”, reflexiona.
¿Por qué son consumidas por niños?
Básicamente, por desconocimiento de sus padres en el caso de los niños, y por desinformación o deseos de experimentación en el caso de adolescentes.
“Nosotros estamos viendo que los chicos terminando la primaria empiezan con las bebidas energizantes, a los 11 o 12 años, muchas veces les piden a los padres que se las compren y hasta desayunan con esta bebida”, alerta Cabrerizo.
En este sentido, Victoria Tiscornia, nutricionista e investigadora la Fundación Interamericana del Corazón ( FIC ) Argentina, aclara por qué estas bebidas no son alcanzadas por, por ejemplo, la ley de Etiquetado Frontal.
“Según la disposición 3634 de ANMAT, las bebidas energéticas son suplementos dietarios y el perfil de nutrientes de la Organización Panamericana de la Salud (sobre el que se basa la ley de etiquetado) excluye a los suplementos dietarios”, manifiesta.
Sin embargo, esto no significa que no deban llevar leyendas de advertencia, que de hecho llevan, pero no en forma de etiqueta. “Si bien no las contempla la ley, la ANMAT dice que estos productos tienen que tener una leyenda de que no se recomienda en niños”, informa Tiscornia.
Riesgos para la salud
La investigación británica halló que el consumo frecuente (5 o más días a la semana) se asoció con una mala salud mental y física y un bienestar general deficiente en comparación con quienes no consumían bebidas energéticas.
La evidencia de las revisiones indicó además asociaciones consistentes entre las bebidas energéticas y comportamientos en extremo preocupantes como las autolesiones y el suicidio, y otras como la hiperactividad, condicionamientos en el rendimiento académico y la asistencia a la escuela.
Se señaló además que los niños bebían más que las niñas, que el consumo aumentaba a la par de la edad; y que se asoció con más dolores de cabeza, problemas de sueño, consumo de alcohol, tabaquismo, irritabilidad y exclusión escolar.
Cabrerizo subraya que no está recomendado ni indicado que los niños y adolescentes tomen estas bebidas, así como tampoco otras bebidas estimulantes como el café. Extiende la recomendación a embarazadas y mujeres que amamantan.
“Estas sustancias energizantes son siempre taquicardizantes, nos activan el estado de alerta, pueden por ejemplo generar arritmias a nivel cardiovascular, y otra cosa importante es que hablamos de una sustancia que tiene interacciones medicamentosas, que pueden potenciar la toxicidad de otras sustancias”, precisa Cabrerizo.
Por otra parte, la cafeína no es la única sustancia preocupante. “Hay algunas de estas bebidas que hasta tienen dicen que no llevan cafeína pero es una suerte de publicidad engañosa, porque cuando leés la composición tiene guaraná, que es un equivalente de la cafeína”, señala.
Por todo esto, la profesional recomienda siempre acudir al consejo profesional. “Cuando aparece la inquietud por parte de los chicos, se debe consultar, porque si bien son bebidas de venta libre no están exentas de tener interacciones medicamentosas. Hay que acercarse al pediatra y buscar asesoramiento médico”, enfatiza.
Algunas limitaciones del estudio
En la investigación del Reino Unido se indica que la aplicación de un sistema de calificación de calidad (GRADE, por sus siglas en inglés) sugiere que la evidencia es débil. Esto se debe a que la mayoría de los datos de las revisiones se originaron en encuestas transversales, mientras que ninguno de los datos adicionales incluía información a largo plazo.
Por otro lado, señalan que “fue imposible agrupar los datos de la encuesta de las revisiones debido a las diferencias en el diseño y las medidas informadas”.
Aún así, sostienen que “estos datos respaldan la idea de que existe un vínculo entre beber [bebidas energéticas con cafeína] y una salud y un comportamiento más deficientes en los niños, aunque la causa no está clara”, escriben los investigadores.
Y agregan: “Existe evidencia débil, pero consistente, de revisiones y conjuntos de datos del Reino Unido, de que se encuentra una peor salud y bienestar en los niños que las beben. En ausencia de [ensayos controlados aleatorios], que es poco probable que sean éticos, los estudios longitudinales podrían proporcionar evidencia más sólida”, cierran.
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