De su amplia producción, destaca el diseño del logo del Banco del Pacífico, designado como uno de los 10 mejores logos bancarios del mundo. También creó el logo del Museo Antropológico y de Arte Contemporáneo y el de la Universidad Casa Grande
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A pesar de las difíciles circunstancias de su infancia y adolescencia, así como de otros desencuentros a lo largo de su vida, Peter Mussfeldt supo responder con altura a cada momento, inventándose un camino diferente en dichas ocasiones.
Su trayectoria de vida y las imágenes las hemos matizado con citas de la entrevista realizada por Alfredo Gutiérrez Borrero, titulada Peter Mussfeldt: el alemán que graficó el trópico, publicada como parte de la serie “Maestros del diseño” de la revista Proyectodiseño (2005). El Comité Editorial y el equipo de Ventanales hace partícipe sus condolencias a la familia de Peter: Joaquín y Santiago, hijos de su primer matrimonio, y Karla, hija de su actual esposa, María Mercedes Gómez.
Peter nació en Berlín, Alemania el 13 de febrero de 1938. De religión cristiana protestante. Tuvo un hermano mayor y una hermana que nació en 1943, en plena guerra. Su padre fue soldado alemán en el frente noruego durante la guerra. Vivió parte de su infancia con el estruendo de los bombardeos ingleses y norteamericanos. Atravesó su adolescencia como testigo de la ocupación de tropas soviéticas de Alemania oriental.
Hasta el final de las hostilidades, en 1945, dormimos en un sótano, bajo una bañera de zinc que nos protegería si una explosión destrozaba el techo.
La posguerra nos ahorró incontables jornadas escolares. Las pasamos jugando en los bosques cercanos. Fue inolvidable, salvo para mamá, quien, sola en un país devastado, cuidó de nosotros y de la abuela, hasta mucho después de concluido el conflicto (cuando supo que papá vivía aún y era prisionero en Francia).
Recién retomé la escuela, varios amigos me ofrecieron pan por hacer sus tareas de dibujo. Acepté debido al hambre. Obtuvieron excelentes calificaciones, todos menos yo […] recibí malas notas con los dibujos hechos a mi nombre. Fue mi primer encuentro con la injusticia.
Al acabar los años escolares, busqué empleo (en Alemania ‘democrática’[i] solo había opciones universitarias para hijos de trabajadores o campesinos). Sufrí muchas negativas deprimentes […]. Ingresé como aprendiz en una empresa que hacía fotograbados para imprentas y periódicos. Mi sacrificada ocupación se denominaba ‘retoque americano’.
[…] recuerdo agradecido a una señora mayor, […] quien conversó conmigo y observó algunas de mis capacidades. Seguí su consejo y entré a una escuela nocturna para recibir clases de dibujo, lo cual atrajo burlas y desprecio de mis compañeros de trabajo.
Era una época miserable y sin perspectivas. Apenas con catorce años, emprendí el camino laboral.
Gané mi primer concurso de dibujo. Mis irónicos colegas afirmaban que yo quería ser especial. No advertían que siempre lo fui. Con humildad, nunca dejé de abrir puertas.
Apliqué sin éxito a varias escuelas, incluso la de Bellas Artes de Dresde, adonde envié mis trabajos (…), pero fui rechazado (¡por no ser hijo, supongo, de campesino o de trabajador!).
[…] viví en las calles el primer levantamiento del pueblo alemán oriental (17 de junio de 1954) contra la tiranía del gobierno comunista y sus aliados ‘soviets’, lo que culminó con mayores opresiones.
Pasaron meses. Me hallaba a disgusto en la empresa por su ambiente mediocre, aburrido, y pobre espiritualmente. Nadie tenía un rumbo y el desprecio recaía en mí por querer romper el esquema; hasta que mamá, muy nerviosa, apareció con una carta… ¡Tenía 24 horas para ir a Dresde y matricularme! Después supe que uno de los 18 seleccionados, entre innumerables postulantes del examen de acceso, había escapado antes de comenzar sus estudios, dejando su cupo libre.
Como estudiante, me obsesionaba querer solucionar con exactitud el tema visual, así que descartaba muchos desarrollos que no me convencían. Cuando expliqué ese problema a nuestro profesor, un tipo muy confiable al que adorábamos, me contestó: “Mira Peter, el arte no es matemática donde existe una solución y tú llegas a ella. Es creatividad maravillosa; hay que encontrar el camino al andar, acéptalo y deja de obstaculizarte desde el principio”… Aún aplico eso en la vida y la profesión. Sin embargo, otros maestros, en lugar de alentar nuestra creatividad, solo insistieron en que dibujáramos correctamente (realismo socialista), y me costó años liberarme de esa opresión interior que me hizo descartar soluciones que después de años reconocí como válidas.
Aprendí grabado, xilografía y litografía. Y el día que culminé, escapé. La arbitrariedad era asfixiante y sabía que un mundo diferente aguardaba para validar mi decisión. ¡Y lo hizo con creces!
Llegué a Dusseldorf[ii], allí estudié cinco semestres en su academia de Arte (1959-1962); entonces la más vanguardista de Alemania. El pop art se abría paso (Josef Beuys era profesor y Gerd Richter, estudiante). Novedosas y espectaculares expresiones visuales y happenings transgredían el sentido estético de la sociedad.
En general, los maestros y asistentes nos indicaban cómo perfeccionar diversas técnicas, pero éramos totalmente libres en nuestra expresión creativa. No existían calificaciones. Cada semestre el estudiante recibía un espacio para exhibir su obra. Los profesores visitaban las clases, analizaban los trabajos expuestos y, si era el caso, conferían al alumno su aprobación para proseguir. […] Uno decidía hasta cuándo permanecería en la academia, sin siquiera exámenes finales, y cada periodo debía demostrar el desarrollo de su talento.
En un concurso entre estudiantes de la Escuela de Diseño de Colonia y la Academia de Arte de Dusseldorf, gané un segundo premio que me ayudó a comprar ropa contra el frío. Viajé con escasos medios. Conocí países y ciudades que solo había visto en libros.
Peter realizó estudios en Italia, Grecia y Francia. En este último país conoció a Jean Cocteau y Pablo Picasso.
Yo hice el afiche promocional, con mi libre interpretación, de un diseño de Picasso[iii], quien luego se reunió con nosotros al sur de Francia y quedó fascinado (tanto con nuestra escenificación de su obra como con mi cartel), y me escribió una dedicatoria en un libro de grabados suyos (Suit vollard). Fue un encuentro emocionante. Con sus grandes ojos mirándome, me sentí único… el único en el mundo al que Pablo Picasso atendía en ese instante. Años después, la forma como él escribió mi nombre la convertí en mi marca comercial para una línea de t-shirts.
En 1962, llegó a Ecuador en un barco bananero y se nacionalizó como ecuatoriano en la década de 1980. Su destino inicial era Estambul, pero fue invitado por el inmigrante judío Kurt Müller, que escapó al Ecuador por la persecución nazi en 1938, y por su hijo Mario, con quien estudiaba.
Encontré un país que ofrecía cariño, era humano, auténtico y facilitó mi desarrollo en actividades que me era imposible realizar en Alemania. Me enamoré de él […].
Sobre Kurt Müller comentó: Es el verdadero padre del grabado ecuatoriano. […] Era un gran humanista y un incansable creador de obras que hoy pertenecen a varios museos del mundo, a coleccionistas privados y, primordialmente, al Museo del Banco Central del Ecuador.
Residiendo en Ecuador, realizó exposiciones de sus grabados en el país y el exterior, así como de serigrafías, tapices y alfombras. Expuso y publicó diseños de inspiración étnica prehispánica, como los Pájaros precolombinos, publicados en el 2009 por la reconocida revista colombiana Proyectodiseño, en su edición de aniversario.
Sus diseños fueron plasmados en tejidos, alfombras y tapices, que fueron elaborados y comercializados por artesanos ecuatorianos del cantón Guano. En 1975, emprendió el proyecto de camisetas con motivos de las islas Galápagos.
El museo MOMA de Nueva York adquirió, además, algunas de sus obras tras una exposición montada por Peter ahí sobre grabados latinoamericanos. Asimismo, diferentes instituciones de educación superior lo han reconocido: la Universidad San José de Loyola (Perú) le otorgó el título de “profesor honorario”; la de Palermo (Argentina) le entregó una condecoración por su vida dedicada al diseño; y la Casa Grande distinguió a Peter con el título de “magíster honoris causa”.
A finales de los 70 intenté exponer algunos grabados míos en un centro cultural extranjero de Guayaquil. Me presenté a su director […], quien se negó porque consideró mi obra poco madura para ello. Dos semanas después, recibí un cheque del Museum of Modern Art de Nueva York[iv] ¡por la compra de dos grabados de la colección que quise exponer en Guayaquil! Tras adquirirlos, el museo los incluyó en una muestra itinerante que recorrió diversos escenarios del mundo, incluido “cierto” centro cultural en Guayaquil, cuyo director no advirtió que yo estaba entre los expositores. ¡Y no recibí invitación!
En Dusseldorf, una amiga me obsequió […] unas fabulosas traducciones del latín al alemán del poeta romano Catullo […]. Ya en el Ecuador, realicé una serie de grabados inspirados en ellos, en especial uno muy erótico […]. Cuando se exhibió, el público se afectó con mi libertad “erótica” y no se acercó a él […]. Al fin, una señora de unos 60 años se aproximó y lo contempló un rato. Al saber que era mío, se acercó y me abrazó diciendo: “¡Qué felicidad ver algo tan refrescante!”.
Una vez finalizados [los diseños de las Galápagos], les puse color real y no funcionaron, porque mi estilo de diseño no lo permitía. Como no podía permitirme fallar, reflexioné dos días y me dije: “¡Carajo, los pintaré como me dé la gana!”, y así creé tortugas rojas, piqueros verdes, lobos marinos azules y todo con color difuminado. Fue todo un éxito internacional. Luego, […] unos amigos procedentes de las Galápagos me dijeron: “Peter, qué desilusión… todos los animales son de color café o negro. ¡Apestan!, ¿cómo nos hiciste creer que son como en tus T-shirt?”. “¡Es que los vestí de domingo!”, contesté.
Mis grandes descalabros estuvieron en la parte creativa. Invertí tiempo y dinero en lanzar al mercado innovaciones (fuera del área publicitaria), cuyos diseños fueron copiados al instante […], que otros imitaron con conceptos similares, pero malos diseños. Igual mis camisetas y t-shirts fueron vilmente copiadas en color y diseño. ¡Ni las demandas frenaron tales abusos! Asimismo, en el mercado internacional fracasé con un concepto gráfico nuevo para t-shirts, pues se irrespetaron mis lineamientos (previstos en detalle) sobre dónde y cómo se comercializaría la línea. ¿Falta de visión?, ¿de fe?, ¿incompetencia? Vaya uno a saber.
Obtiene el primer premio en el Salón de Dibujo de Guayaquil y también en la VI Bienal de San Juan, en Puerto Rico (1983), así como otros galardones y reconocimientos en revistas especializadas. Como ejemplo, su obra es resaltada en el libro The History of Graphic Design. Vol. 2. 1960-Today, en sus dos ediciones.
De su amplia producción, destaca el diseño del logo del Banco del Pacífico, designado como uno de los diez mejores logos bancarios del mundo. También creó el logo del Museo Antropológico y de Arte Contemporáneo (MAAC) y el de la Universidad Casa Grande. Desarrolló colecciones gráficas de hombres-flecha, monstruos y espantapájaros. Y publicó el libro Los soles de Peter Mussfeldt. Viaje al círculo de fuego, en el 2014.
Medio abrumado, expresé mi contento [a Marcel Laniado, dueño del Banco del Pacífico]…: —Tengo dos condiciones, si las acepta, estaré dispuesto a diseñarlo. Me devolvió una mirada incrédula y dijo: —¡Usted me pone condiciones!… A lo cual repuse: —Sí, señor Laniado, ¡yo soy el diseñador! Pareció convenir: —¿Y cuáles son sus condiciones? Repliqué: —Primera, ¡no acepto cambios en lo que diseñe!; —¡no puedo admitirla!, objetó y agregó luego: —¿Y la segunda? —¡Si rechaza la primera, no habrá segunda!, insistí. —¿Quiere decir que no puedo dar mi opinión y debo aceptar lo que usted proponga?, argumentó. Contesté: —No. Si le disgusta la propuesta inicial, trabajaré otra, ¡pero ninguna permitirá cambios! —Bien, tomaré esa condición, ¿cuál es la segunda? Le di mi valor y casi se desmaya; se negó rotundamente a pagarlo. Exclamó: —¡Cómo voy a pagar algo sin antes verlo! Contradije: —Usted habló de un sistema de computación IBM y va a implantarlo sin conocer lo que hará, pues diseñarán algo muy especial para el banco. Confía en su imagen y calidad, ¿no? Igual es conmigo, ¡me seleccionó por imagen y calidad! ¡Y aceptó!
Fue copropietario de la Agencia Norlop-Thompson y luego creó Estudio Versus
Como copropietario de una agencia, y ejecutivo[v], tuve contacto directo con la dirección de varias empresas. Y si tuviera que narrar lo vivido con ellos, acabaría escondido en alguna isla remota. ¡Cuánto pudiera revelar! […] presiones e injusticias contra nosotros, todo lo llevaría a la tumba.
A principios de los 80, siendo codueño y director de arte de la agencia Norlop-Thompson, contraté a Raúl Jaramillo, un joven ilustrador. Cuando dejé la agencia, él me acompañó en mi nueva aventura —diseño para la rama textil—, ropa y grafismo para tela y t-shirts. Su talento maduró con los años. Por ello, al formar el Estudio Versus, lo hice socio. Una de las más acertadas decisiones en mi vida, porque Raúl lleva parte de la responsabilidad del estudio y es hoy un diseñador increíble. Uno de los mejores del país por su capacidad para solucionar problemáticas visuales. Recién diseñó el nuevo logo turístico del Perú, una hazaña a nivel del diseño y las relaciones entre ambos países.
Peter creó el mural Nuestro Sol, el cual se encuentra en las calles Panamá y Juan Montalvo, en el centro de Guayaquil.
¡Deseaba crear un mural que transmitiera alegría en forma y color! Estoy muy emocionado de haber podido realizar la obra en un material como el mosaico, pues sobrevive en el tiempo. Ser seleccionado como artista para un proyecto de esa importancia requiere de gran responsabilidad. […] Mi proyecto conceptual del mural se aceptó al instante. […] ¡Mi motivación desde el principio era crear una obra nombrando al sol, que es nuestra fuente de vida en el trópico! (Mussfeldt, p. 14).
Es el único diseñador ecuatoriano que fue incluido en la historia mundial del diseño gráfico de la editorial Taschen.
Desarrolló su proyecto 100 figuras, que consiste en unas esculturas de tres metros y en diversos colores, las cuales expresan un movimiento cultural de contraste entre el pasado y el presente, y su objetivo era que sean colocadas en lugares públicos de ciudades como Guayaquil. Esta propuesta gráfica no ha sido implementada hasta el momento.
Fue asesor de la Bienal Iberoamericana de Diseño (BID-Madrid), cuya versión latinoamericana fue organizada por la UCG en el 2019. Fue catedrático de la Universidad Casa Grande (UCG), en la carrera de Diseño Gráfico, desde el 2002 hasta la fecha de su fallecimiento.
Nota: se ha realizado una corrección ortográfica y gramatical en las citas expuestas en este artículo y recogidas de Gutiérrez Borrero (2005).
Referencias
Gutiérrez Borrero, A. (2005). Peter Mussfeldt: El alemán que graficó el trópico. Proyectodiseño, 1-18. https://bit.ly/3JGJGz6
Mussfeldt, P. (enero de 2021). “Deseaba crear un mural que transmitiera alegría”. Ventanales, (17), 14.
*Psicoanalista. Director de Publicaciones y docente
Psicoanalista practicante e historiador. Magíster en Psicoanálisis, con mención en clínica psicoanalítica. Licenciado en Historia. Actual Director de Publicaciones de la Universidad Casa Grande y docente de Humanidades. Practicante de psicoanálisis en consultorio privado. Asociado a la Nueva Escuela Lacaniana, sede Guayaquil.
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