Una nueva subespecie de pinzón fue encontrada en los bosques nublados al sur del Ecuador.
El equipo lo integramos investigadores del Inabio, del Comité Ecuatoriano de Registros Ornitológicos (CERO), de la Universidad de los Andes, de la Universidad Nacional de Colombia, de la, San Francisco de Quito, del Museo de Historia Natural, la Universidad Sorbona de París y del Museo Americano de Historia Natural.
Para entender lo que sucedía evolutivamente con estas aves el trabajo se realizó durante cinco años donde la investigación fue el primer eslabón para el entender el parentesco o la relación entre las diferentes especies así como su distribución geográfica.
Es producto de años de trabajo de campo, principalmente por parte del autor principal (Manuel Sánchez), quien ha estado observando y estudiando a las aves del sur de Ecuador por años. Manuel, además de ser oriundo del sur occidente del país, ha efectuado importantes hallazgos asociados con el comportamiento, patrones de coloración y cantos de este tipo de aves. Con esta información y el estudio de trabajos previos, él notó que una especie Chlorospingus flavopectus, la subespecie phaeocephalus que se distribuye en la vertiente oriental de la cordillera en Ecuador, se consideraba presente en el suroccidente del Ecuador, meramente basado en los patrones generales de coloración.
Sin embargo, los tamaños de alas, picos, tarsos, entre otros y los cantos de estas dos supuestas poblaciones, no eran semejantes. Esto permitió teorizar que la asignación de esta especie a C. flavopectus era errónea y que probablemente se trate de una nueva especie y que la taxonomía de este tipo de aves aún se debe esclarecer. Estos hallazgos nos llevaron a ejecutar un mayor trabajo de campo para poder obtener más grabaciones, además de las correspondientes recolecciones de especímenes en diferentes localidades, así mismo encontrar los límites de su distribución con otra especie de Chlorospingus que se encuentra en la vertiente occidental de los Andes C. semifuscus.
Es un ave pequeña (22 g. aprox.), con una banda pectoral amarillo brillante que se difumina en un tono amarillo oliva hacia los bordes y flancos; el vientre es gris pálido; las alas amarillas oliva, más oscuro que banda pectoral; la garganta presenta una coloración gris rosácea pálida, con dos pequeñas y delgadas líneas laterales oscuras; la cabeza es gris cenizo con tonos un poco más oscuros hacia las “mejillas”; el iris es de color amarillo plateado pálido, con unas pequeñas manchas postoculares blancas.
El nombre designado a esta subespecie es xanthothorax que en griego significa “pecho amarillo”, es así que el nombre científico completo es Chlorospingus semifuscus xanthothorax.
¿En qué lugar del Ecuador la descubrieron?
La distribución de esta subespecie principalmente abarca a los bosques piemontanos de la provincia de El Oro y parte de la provincia de Loja. El material usado para su descripción proviene del cantón Piñas, en la provincia de El Oro.
Uno de los resultados más relevantes es la existencia de los clados (grupos de especies estrechamente relacionadas) de C. semifuscus y C. phaeocephalus se encuentran distribuidos a cada vertiente (occidental y oriental respectivamente) de la cordillera, donde la población del suroccidente se encuentra anidada en C. semifuscus y es una nueva subespecie C. s. xanthothorax, hermana de C. s. livingstoni de Colombia, C. s. semifuscus del sur de Colombia y centro y norte de Ecuador.
Identificamos además que sus distribuciones estaban definidas en sus límites por las cuencas hidrográficas de los ríos Patía separando a C. s. livingstoni y C. s. semifuscus y el límite sur de C. s. semifuscus es la conjunción de los ríos Chimbo y Chanchán. Finalmente C. s. xanthothorax está limitada al norte por la cuenca del río Jubones.
Los análisis acústicos y moleculares permitieron definir a las subespecies, sin embargo, el género Chlorospingus, así como otras aves Paseriformes aún requieren ser estudiadas a fondo. Aún tenemos mucho que discutir con respecto a los patrones de coloración y comportamiento que nos darán claridad sobre los posibles escenarios de especiación para estos grupos complejos.
La generación de conocimiento mediante la investigación es el primer paso para el entendimiento de lo que sucede a nuestro alrededor. En el caso puntual de las especies en peligro de extinción pues ha sido la contribución con información y la participación de sus investigadores y docentes en el análisis del estado de conservación de las especies. Directamente, la academia no “salva” especies en sí, pero crea toda la plataforma de conocimiento para la toma de decisiones en favor de la conservación.
A pesar de su área superficial, la alta riqueza de aves es el producto de los procesos geomorfológicos reflejados en la heterogeneidad actual del paisaje generando una mayor diversidad de nichos, favoreciendo la diversificación de estas especies.
La contribución científica. A partir de nuestros resultados, surgen nuevas preguntas que requieren ser investigadas, así también, la influencia que tienen en las hipótesis y procedimientos de análisis en las nuevas investigaciones. Generar un nuevo punto de vista, lo cual enriquece y favorece al conocimiento.
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