Los adolescentes de hoy se muestran con formas diversas de hacer con lo que de la adolescencia se les presenta como contingente y novedoso, lo que llamamos “crisis” de la adolescencia. Formas que están articuladas, por un lado, a lo impulsivo de sus cuerpos y por otro lado, con lo que la época les ofrece para hacer con ellos.
Es necesario registrar hasta qué punto la “crisis de la adolescencia” comporta la línea zigzagueante esperada en el recorrido del sujeto adolescente en su proceso de encontrarse con lo novedoso y de hacer usos de sus identificaciones y semblantes para dar respuesta a este crucial momento de la vida, y cuándo este recorrido se vuelve espinoso, es decir, cuando el adolescente no tiene los recursos simbólicos para construir una respuesta y queda urgido de alguna. Aquí nos encontramos con el adolescente en crisis el que se encuentra más vulnerable para el acto suicida.
De acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud (OPS, 2014), el suicidio es la segunda causa principal de muerte entre los jóvenes de 15 a 29 años en el mundo. En Ecuador, el suicidio es la primera causa de muerte en menores de 18 años. Así lo publicó en su informe técnico de defunciones del 2019 el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC, 2019).
¿Qué es lo que hace que un adolescente se suicide? Si más bien se piensa en ellos como “la flor de la juventud” “los jóvenes están llenos de vida” “tienen toda la vida por delante para sufrir por alguien”. Pues bien, se vuelve casi una exigencia ubicar ciertos puntos acerca de la adolescencia antes de continuar con las razones por las que se deciden por el suicidio.
El adolescente en crisis
La adolescencia es el momento en el que el joven atraviesa por un proceso psíquico en el que hay una exigencia de re-construir varios aspectos que ya tenía establecidos desde la infancia, por ejemplo, su lugar en el mundo, la relación con sus padres en torno a la autoridad e ideales de los que desea separarse para crear los suyos. Su punto de partida son rupturas de lo establecido ya que las respuestas infantiles no alcanzan para significar lo angustioso de la adolescencia.
El temor de “no saber” cómo construir su nueva posición en la vida, saber que no hay una sola forma de hacerlo o una fórmula transmitida por sus padres, lo enfrenta a la angustia, por ello, es imperante que, en este proceso de construcciones, se instaure algo por el lado de las pasiones, del deseo, del sentido de la vida, que es una invención singular que cada joven hace para continuar en la vida.
La angustia, depresión o rebeldía son manifestaciones que aparecen cuando el adolescente atisba que en sus padres o en los adultos a quienes se dirige con sus cuestionamientos, no responden con algo exacto para él. Estos cuestionamientos surgen de preguntarse “qué serán en el futuro”, citando a Mario Elkin Ramirez: «…el adolescente quisiera o bien permanecer infante, o bien ser ya una joven mujer, que ya ha descifrado el misterio de la feminidad. En todo caso, busca ahorrarse el presente, desea quedarse en el antes o avanzar hasta el después, pero no vivir el ahora» (Pág. 280).
El no pensar en el presente, es no querer asumir los cambios, no hacerse cargo de su sexualidad la cual se hace efectiva pasando por el encuentro con el otro social, situación que genera angustia ya que para esto no hay una fórmula secreta: hay encuentros y desencuentros.
El suicidio como la no-salida
Se ha mencionado que el adolescente pasa por rupturas y pérdidas cuando lo que tenía como establecido empieza a fallar a movilizarse, este sufrimiento psíquico se manifiesta ubicándolo en dos posibles posiciones:
El acto suicida sería una forma de responder que los adolescentes manifiestan, incluso hay otras prácticas con las que demuestran estar entre la vida y la muerte, tales como, los challenges o retos en los que realizan actividades riesgosas y violentas para ellos y con los otros a los que incluyen en estas acciones, y para coronarse como el que “pasó” el reto, lo filman y lo suben a sus redes sociales.
Son estos actos los que son provocados por el monto excesivo de angustia que viven los adolescentes en el segundo escenario mencionado anteriormente, responden con actos y no con palabras sobre lo que les afecta. El acto suicida estaría ubicado aquí como un acto donde ya no es necesaria la mirada del Otro, ya no se filma, ni le interesa dirigirle ningún mensaje a nadie. Es un adolescente a la deriva. Es una no-salida. Si alguien llegase a tiempo para rescatarlo, entonces sería un acto suicida fallido, sin embargo, sigue siendo un sujeto en urgencia subjetiva, alguien que quiso desaparecer.
Pandemia: factor de riesgo para el adolescente
De acuerdo con el recorrido realizado, se ha podido dilucidar la crisis interna y externa que conlleva la adolescencia, lo que trae diversas manifestaciones con las que los jóvenes responden ante el gran monto de angustia que trae dicha crisis. Las salidas y la no-salida que pueden decidir.
No se puede pasar por alto otra crisis que ha llegado de manera externa como lo es la pandemia por Covid-19. Esta emergencia se suma a la urgencia subjetiva en la que los adolescentes se encuentran.
Esta situación aparece con varios cuestionamientos: ¿Cómo detectar una conducta suicida juvenil en la era de Covid-19?, ¿Cuáles son los factores de riesgo para el suicidio? Se podría hacer un listado largo acerca de lo que para cada uno sería el punto de quiebre que empuja a elegir por el acto suicida. Se dejará algunas precisiones necesarias a considerar:
Dos factores de riesgos claros, en la actualidad, son la adolescencia en crisis y la crisis de la pandemia, que en sus inicios dejó al joven sin recursos para vincularse con el otro, relaciones que por excelencia se ponen en juego en esta etapa, cuando el joven apunta a querer desligarse del otro y escapar de la novela familiar, a causa de la pandemia, tuvo que hacer cuarentena con recursos virtuales para lo social y quedarse encerrado en casa soportando lo insoportable de la dinámica familiar de la que busca siempre salir.
Por otro lado, podría considerarse un tercer factor que tiene que ver con la época del año en el que nos encontramos, esto es Navidad y Fin de año, festividades que se muestran como el cierre de un ciclo que viene con algunas costumbres o ritos familiares. Lo que puede detonar la depresión y/o suicidio en esta época seria:
Fallecimiento de algún familiar: es la época para pasar en familia y esto avivará la pérdida de alguno de ellos, por lo que es necesario hacer algún tipo de ritual o acto con el que se pueda ir elaborando la misma.
Soledad: es posible que, por la pandemia, el joven no esté en su país, o no este cerca de sus padres, por lo que, sería importante ubicar las formas virtuales para que haya un encuentro con los familiares más cercanos, hacerlo sentir acompañado.
Consumo excesivo de objetos: de entrada, el mercado ofrece la posibilidad de comprar los objetos con los que creemos que tendremos felicidad permanente, cerca a la época navideña, se las arregla para que este consumo aumente su intensidad, y que el joven quiera obtener los mismos casi como un mandato, y al no poder acceder a ellos, sienten que les hace falta algo, se sienten vacíos. Es necesario implementar de alguna manera otro tipo de costumbres familiares desde donde se sostenga algo más simbólico o significativo a lo que el joven pueda acceder.
Las tradiciones familiares: las tradiciones tienen el objetivo de hacer forjar los lazos familiares, si por la pandemia, la familia ha perdido alguno de sus miembros o se encuentran en estado de migración o no se encuentran cerca, es posible armar otras tradiciones para que la familia se integre de otra forma.
Cierre de un ciclo: generalmente la fecha de fin de año nos invita a proyectarnos hacia el futuro, sin embargo, el adolescente es de lo que menos quiere saber porque le genera angustia no saber qué hará con su vida, y lo mejor no será presionarlo para que decida sobre aquello, es decir, que el año esté en su última semana para cerrarse, no quiere decir que el adolescente, paralelamente, también esté por terminar su ciclo. Será necesario abrir espacios de escucha para saber acerca de lo que lo pone angustiado o triste para abordarlo de otra manera que no sea la exigencia de planificar su siguiente año ni de “tener que estar felices” porque es época festiva.
Para concluir, es necesario que para dar cuenta de si el adolescente está pasando por la crisis propia de la adolescencia o es un adolescente que ha desencadenado una crisis, se logre armar espacios desde donde el joven haga el intento de ubicar en palabras lo que siente, dándole nombre y forma a sus afecciones, es la forma en que puede ir aterrizando en el plano del lenguaje o en lo simbólico eso que se le ha presentado como horroroso.
Referencias bilbiograficas:
https://www.eluniverso.com/noticias/seguridad/el-suicidio-es-la-principal-causa-de-muerte-de-adolescentes-en-ecuador-nota/ 28 de marzo 2021
Ramírez, Mario Elkin. Despertar de la adolescencia. Freud y Lacan, lectores de Wedekin. Primera Edición. Olivos. Grama Ediciones. Argentina. 2014
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