La producción lechera es de vital importancia en los sistemas de agricultura familiar, fundamentalmente porque mejora la alimentación de los mismos productores y sus familias, lo que garantiza su seguridad alimentaria; además, los excedentes pueden ser destinados a la venta y con ello mejorar sus ingresos económicos. Se considera que la venta y comercialización de leche, así como sus derivados, representan para el productor ganadero una de las principales actividades económicas, ya que, para él, no existe otra actividad lícita en pequeña escala que tenga un flujo de dinero en efectivo tan dinámico Fierro et al. (2020).
Sin embargo, como todos sabemos la crisis sanitaria provocada por la pandemia de COVID-19 ha repercutido notablemente en la economía mundial de los últimos años. El sector agro productivo, pese a cumplir una función social de primera necesidad, no resultó inmune a este problema, situación que ha repercutido en el desarrollo y normal funcionamiento de las cadenas de suministro alimentarias.
La Organización Mundial de Sanidad Animal garantiza que no existen evidencias que demuestren que la COVID-19 esté circulando en el ganado lechero u otras especies, ni que pueda transmitirse de humano a bovinos o viceversa; no obstante, en Ecuador al igual que en países vecinos, las medidas de confinamiento para detener la propagación de la pandemia afectó a toda la población, así como a varias familias dedicadas a la producción ganadera y al sector lácteo industrial, en vista de que, parte de las medidas de restricción emergentes obligaron a cerrar locales y centros de aprovisionamiento lácteo al igual que el de otros productos, lo cual impidió que lleguen hacia el consumidor a través de los mercados y centros de abasto con la normalidad usual. Esto sin tomar en cuenta las peripecias que los pequeños productores han afrontado a nivel de finca, como parte del manejo, adquisición de insumos y alimentos, así como el traslado de los animales desde un lugar a otro.
Aunque en nuestro país, de acuerdo a datos proporcionados por el IICA, 2020 se indica que el sector agroalimentario, incluso previo a la pandemia, ya se encontraba en una lucha constante, por sostenerse, siendo muy poco el apoyo del estado y la falta de control de los intermediarios en la cadena productiva, para el productor ganadero han sido tiempos bastante difíciles, considerando que, las características propias de la producción lechera conllevan un trabajo diario y constante que no puede detenerse bajo ninguna circunstancia, ya que, el cuidado de los animales y de manera específica, las vacas lecheras en producción, deben ser ordeñadas a diario como una práctica de manejo sanitario que garantice su salud y bienestar del animal.
Los ganaderos al verse limitados en poder sacar los excedentes de leche hasta los centros de acopio o mercados, han tenido que buscar otras alternativas para evitar pérdidas grandiosas en sus predios, optando por alimentar a los terneros y otras especies, hacer subproductos, y/o vender de manera informal a precios relativamente bajos en relación con el precio oficial, sin la menor oportunidad de poder cubrir los altos costos de producción.
La desesperación de los productores por esta baja en el mercado es comprensible, ya que la demanda de consumo de leche y de otros productos alimentarios se vio afectada por la disminución en el poder adquisitivo de las familias, la baja y despido de personal en fábricas y empresas, además del cierre de escuelas, colegios, centros educativos, lugares turísticos, restaurantes, cafeterías etc., situación que ha reducido el consumo de productos como queso, mantequilla, dulce de leche, leche condensada, yogurt y leche como los principales productos lácteos; información que se corrobora con datos de la Asociación de Ganaderos de la Sierra y Oriente (AGSO).
Otro punto de amenaza a la producción de leche líquida, ha sido la preferencia de consumo por ciertos grupos élite, de sustitutos de leche, como lo son la fórmula láctea y la leche en polvo, principales productos lácteos importados de la Unión Europea, los mismos que compiten directamente con la leche líquida nacional en un mercado en el que la demanda es cada vez menor (Pérez, 2020).
La falta de transporte y tecnología como tanques de acopio y enfriamiento sumado a los bajos recursos para inversión, resultaron un verdadero cuello de botella que aprieta al pequeño productor. Si bien es cierto, la sobreproducción láctea puede resultar beneficiosa para el consumidor, no así para este grupo de pequeños y medianos productores, en donde la baja del precio del litro de leche, sumado al alto costo de los insumos, balanceados, sales minerales, entre otros, contribuyen a la disminución de la rentabilidad.
Además, la cadena productiva es informal, los medianos y grandes ganaderos entregan sus productos a las empresas pasteurizadoras y fábricas, mientras que, los pequeños productores no ven otra salida que vender a los intermediarios, o recurren a la elaboración de quesos y otros subproductos que no cumplen con estándares de calidad para el mercado (Carvajal & Montenegro, 2019).
Sin embargo, algo positivo en tiempos de pandemia ha sido la revalorización de la producción de alimentos agropecuarios del sector rural. Lo que ha significado una crisis para muchas familias, ha abierto una ventana de oportunidad y emprendimiento para otras que cuentan con mejores circunstancias, una de ellas ha sido la venta y comercialización de sus productos, mediante entrega a domicilio hacia los consumidores, evitando en lo posible al intermediario.
Pese a que poco a poco se está apuntando a la reactivación sectorial; sin embargo, es evidente que hay mucho que hacer y la responsabilidad de las diferentes entidades públicas y privadas es básico, se requiere de manera urgente abordar varios aspectos de apoyo que involucren a los pequeños productores y se centren en políticas que promuevan prácticas de producción sostenibles, ecológicas que generen resiliencia, y apoyen a superar la crisis.
Otro factor prioritario es mantener abiertos los mercados, las ferias y puntos de venta de productos ganaderos, resguardando siempre que se cumplan los protocolos de higiene y seguridad; fomentar la asociatividad y cooperativismo comunitario, promover que las pequeñas y medianas empresas elaboren productos seguros con una vida útil y más larga (FAO, 2020).
Referencias
Carvajal Pérez, L., & Montenegro Arellano, G. F. (2019). Reflexiones teóricas sobre la evaluación de factores socioeconómicos en explotaciones lecheras del Carchi, Ecuador. Visión Empresarial, 9, 8. https://doi.org/10.32645/13906852.864
FAO. (2020). Sistemas alimentarios y COVID-19 en América Latina y el Caribe. Impactos y oportunidades en la producción de alimentos frescos https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/45897/1/cb0501_es.pdf
Fierro, N. y col. (2020). «Sistemas familiares de producción de leche en la Amazonía ecuatoriana desempeño comparado de las diferentes tipologías». En: Novasinergia, 3(2), 108-123. Online:https://bit.ly/3zhFhME.
Pérez Pico, C. A. (2020). Efectos generados por el acuerdo de libre comercio entre Ecuador y la Unión Europea en los pequeños y medianos productores de lácteos del cantón Píllaro. Facultad de Jurisprudencia. UIDE. Quito.
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