Con la crisis sanitaria de la Covid-19 y más aún con la reactivación de varios sectores, se ha incrementado el consumo de vitaminas, en especial de la C. ¿Qué la hace tan especial? La respuesta es simple, la efectividad contribuye a que el organismo se defienda mejor de un sinnúmero de enfermedades.
Lamentablemente el ser humano, así como los chimpancé, cobayos y murciélagos no la producen porque carecen de la enzima L-gulonolactona oxidasa, capaz de catalizar la conversión de la glucosa en vitamina C, quienes si lo hacen son algunos animales mamíferos. Es decir, producen a diario entre 3 y 11 gramos de esta vitamina, lo que equivale a una cantidad 80 veces mayor de la que requiere una persona. Estos animales la desgastan en situaciones de estrés en el momento de la caza o en situaciones de defenderse de otros animales.
La vitamina C tiene innumerables funciones ayuda al cuerpo a absorber y almacenar el hierro. Convierte el ácido fólico en forma activa e incluso ayuda en la protección contra ciertos agentes cancerígenos y tiene un papel importante en el metabolismo del calcio. Es un nutriente que el cuerpo necesita para formar y a mantener la elasticidad de los vasos sanguíneos, ya que contribuye a la formación de colágeno, así mismo este colágeno ayuda a la formación de cartílagos, músculos y la piel. Y es vital para el proceso de curación del cuerpo.
Al ser un antioxidante protege las células contra los efectos de los radicales libres, que suelen presentarse con la radiación solar, al exponerse al humo del cigarrillo, los rayos X, entre otras fuentes. Los radicales libres son los causantes de enfermedades como el cáncer u otras asociadas a problemas cardíacos y el envejecimiento prematuro. Es perfecta para combatir las infecciones bacterianas y virales.
Es decir, la vitamina C tiene alrededor de 50 funciones en el organismo humano, no por nada muchos investigadores la llaman la ‘reina de las vitaminas’.
Debido a que el organismo no la produce es necesaria su ingesta a través de la dieta o con suplementos, que por lo general vienen en cápsulas o tabletas masticables o en soluciones intravenosas.
Pese a que en la actualidad se la puede ingerir de varias formas, su carencia puede provocar el llamado escorbuto, una enfermedad que causa anemia, sangrado de las encías, hematomas y mala cicatrización de heridas.
La manera correcta de ingerirla es a través de la alimentación, aunque hoy en día los nutrientes de los alimentos no son de la misma calidad que los de hace 50 u 80 años, porque los suelos donde se cultivan los alimentos están muy contaminados con pesticidas y fertilizantes químicos y por ende no tienen la misma calidad de nutrientes. Sin embargo, la podemos encontrar en frutas como la manzana, el kiwi, la naranja, la uva, la guayaba, el tomate de árbol, el limón, la toronja, papaya, maracuyá, en especial en las frutas cítricas. También la contienen las coles de Bruselas, el brócoli y las espinacas. Incluso en algunos dulces y jugos envasados, pero no es de confiar ya que su aporte no es suficiente para el organismo y muchos de estos productos se le agrega vitamina C más con un fin comercial.
Con los niveles de estrés y tensión con que se viven hoy en día es aconsejable suplementar a dosis altas entre 1 gr y 4 gr de vitamina C al día, dependiendo de la edad y de la intensidad del trabajo. La vitamina C alcanza sus máximos niveles entre 2 y 3 horas después de ingerirla. Esta vitamina tiene una particularidad y es que se consume prácticamente al 100% en poco tiempo en el organismo; en la medida en que el ser humano o el adulto presenta niveles de estrés, se reduce el depósito de vitaminas en el organismo. Por ejemplo, un fumador consume entre 20 mg y 25 mg de vitamina C, cada situación de estrés que se tenga en el día reduce 37 mg de esta vitamina y además compite con la glucosa porque tienen una fórmula química muy similar. La glucosa tiene C₆H₁₂O₆ y la composición de la vitamina C es C₆H8O₆. Esto hace que los receptores de vitamina C en la célula sean ocupados por los excesos de glucosa por lo tanto la vitamina C no actuaría de la mejor manera, por lo tanto, no cumple su función a cabalidad en las células. Por eso no se recomienda tomar vitamina C con azúcar, porque compiten entre ellas.
En cuatro horas el organismo tiene los depósitos vacíos de vitamina C y se puede suplementar durante todo el día, se recomienda 2 gr que pueden dividirse en la mañana y en la tarde, con el fin de mantener los depósitos y ser útiles durante todo el día. La literatura médica recomienda un estándar llamado DDR (dosis diaria recomendada) que es de 60 mg, pero sabemos que es una medida estadística y se sabe por nuevos estudios que no es suficiente para el mantenimiento del organismo.
Cuando la vitamina C se consume por vía oral en grandes dosis, entre 8 gr y 10 gr en adelante tiene efectos adversos, por ejemplo, vómito y diarrea. Esta vitamina no se acumula en el organismo porque es hidrosoluble, es decir que se disuelve en agua, por lo tanto, no tiene excesos acumulativos en el organismo y se excreta por la orina.
Las megas dosis de vitamina C Intravenosas que van de 7.5 gramos en adelante, se utilizan en quienes se encuentran en un tratamiento contra el cáncer u otro tipo de enfermedades, su consumo se prescribe tres días posteriores a la quimioterapia, para que el organismo pueda recuperarse pronto del efecto de la quimioterapia. Sin embargo, lo que puede sanar a una persona con cáncer es el conjunto de medidas que se adopten como es la alimentación saludable, estilo de vida, suplementos y la quimioterapia.
Cuando se trata de mega dosis es muy importante que el médico la prescriba. Hay personas sanas que quieren mantener su metabolismo y aprovechar más rápido, los efectos de la vitamina C, pero lo que consiguen es hacer una orina cara, porque llenan los depósitos, pero el excedente se elimina por la orina.
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