A medida que pasan los días y los trabajos de rescate continúan en el edificio que colapsó parcialmente en Miami, las preguntas sobre cómo pudo derrumbarse un edificio de 12 plantas en cuestión de 11 segundos se multiplican.
Y también, comienzan a aparecer nuevas evidencias y detalles que ayudarán a los expertos a determinar con el tiempo las causas.
Desde el pasado fin de semana, medios de Estados Unidos han publicado documentos que dan cuenta de un deterioro notable en las instalaciones del Champlain Tower South.
Es el caso de una carta enviada en abril pasado a los propietarios de los apartamentos en la que se alertaba de que el “deterioro del concreto” se estaba “acelerando” y que el daño “comenzaría a multiplicarse exponencialmente”.
La carta, enviada por la presidenta de la asociación de propietarios de Champlain Towers South, Jean Wodnicki, tenía como objetivo explicar a los inquilinos por qué una renovación que en 2018 se había estimado en unos US$9 millones había aumentado a casi US$16 millones tres años después.
El Champlain Towers South es un condominio de 12 plantas y más de 100 apartamentos ubicado frente al mar en Surfside, al norte de Miami Beach.
El edificio fue terminado en 1981, según datos de la ciudad.
Dado que las normativas vigentes establecen que las construcciones de este tipo deben pasar una inspección a los 40 años para garantizar su habitabilidad, el edificio estaba siendo sometido a reparaciones para poder ser inspeccionado por peritos y obtener su recertificación, de acuerdo con autoridades locales.
Un consultor de ingeniería, Frank Morabito, había sido contratado en 2018 para hacer la evaluación inicial para el proceso y en su informe entonces indicó que había “abundantes grietas” y desprendimientos en el estacionamiento subterráneo del edificio.
La inspección detectó daños graves en la losa de concreto debajo de la plataforma de la piscina -al punto de señalar que había “agotado su vida útil”- y problemas en la entrada que estaban “causando un daño estructural importante a la losa estructural de concreto debajo de estas áreas”.
Para 2021, según mencionó Wodnicki en la carta del 9 de abril, el edificio estaba en peor estado.
“El daño observable, como en el garaje, ha empeorado significativamente desde la inspección inicial“, escribió en la carta, a la que tuvo acceso primero el diario USA Today.
“Cuando se puede ver visualmente el concreto desconchado (agrietado), eso significa que la barra de refuerzo que lo mantiene unida se está oxidando y deteriorándose debajo de la superficie”, alertó Wodnicki.
Wodnicki señaló también que “el deterioro del hormigón” se estaba “acelerando” y que “la situación del techo empeoró mucho”.
“Se han identificado nuevos problemas. Además, los costos aumentan cada año. Así es como hemos pasado de los US$ 9.128.433.60 estimados en el informe de 2018 de Frank Morabito, a la cifra mucho mayor que tenemos hoy”, explicó.
Wodnicki alertó además que era “imposible saber la extensión del daño en la barra de refuerzo subyacente” hasta que se abriera el concreto.
“A menudo, el daño es más extenso de lo que se puede determinar mediante la inspección de la superficie”, agregó.
La carta a los residentes presentaba una imagen más sombría sobre el estado del edificio que la que se les dio, según aseguran, después de la inspección de 2018.
Muchos de los que sobrevivieron al derrumbe aseguran que en aquel entonces se les dijo que el edificio estaba “en muy buenas condiciones”.
No está claro si los elementos señalados en la carta de Wodnicki están vinculados con el derrumbe.
Los expertos alertan que es muy pronto para sacar conclusiones apresuradas sobre las causas y recuerdan que aunque las inspecciones determinaron “daños estructurales mayores”, no alertaron sobre la posibilidad de un colapso inminente.
Este tipo de daños es frecuente en edificios viejos y sobre todo en los que se encuentran en la zona frente al mar y esto no implica necesariamente que se encuentren en riesgo de colapso.
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