En la primera entrega, anuncié que ampliaría la Teoría de Anarquía Organizada, así como los nuevos modelos organizativos y el impacto del tipo de liderazgo en el logro de los planes institucionales. Por razones de espacio, dejaré el tema del liderazgo para una futura contribución.
Había anotado antes que si de algo trata este modelo es de dar sentido en una comunidad de actores autónomos, la cual cuesta describir, comprender y conducir. Una estructura organizativa anárquica, asumida como un sistema donde todos hacen lo que desean, implica la creación de visiones individuales y grupales sobre la realidad, lo cual abona a la incertidumbre institucional. Desde la perspectiva de Manning, sus miembros pueden estar muy involucrados en una etapa de la toma de decisiones y menos en otras, lo que conlleva repetición de errores y cambios repentinos que generan inestabilidad y hacen de este un proceso complejo y dinámico. La comunicación también se dificulta, no solo por el número de voces implicadas (profesores, directivos, alumnos, administradores), sino porque no puede predecirse dónde se originará algún tipo de comunicación y qué aspectos serán valorados como más relevantes, lo que provoca confusión sobre lo que debe ser logrado.
La participación de profesionales, al igual que la energía que despliegan, varía en el tiempo, según Birbaum, tendiendo a entrar y salir de varias áreas de la organización, ya que su involucramiento depende en buena parte, de qué otras oportunidades hay para captar su atención al mismo momento. Sin embargo, este tipo de modelo organizacional también tiene ventajas. Manning señala que, debido a la fluida participación, el poder y la influencia pueden ser ejercidos en la toma de decisiones o elaboración de políticas, de modo más democrático. La presencia de múltiples metas permite cambiar de dirección, sin que fundamentalmente cambien la misión y el propósito del college o la universidad. Si bien el modelo de anarquía organizada contribuye a su complejidad, también los fortalece y en cuanto a los estudiantes, podría prepararlos mejor para el mundo complejo, no lineal y posmoderno en que deben insertarse.
Para Manning los modelos presentados por Birbaum siguen vigentes en la educación superior combinados con nuevos modelos: institucional, espiritual, feminista y de género. Con una cita de Kezar, Manning aproxima la idea de que el contexto específico de una institución de educación superior requiere de toda la amplia gama de teorías modernas y posmodernas para comprender su funcionamiento:
Una de las mayores contribuciones del pensamiento posmodernista… es ayudar a enfatizar la complejidad, ambigüedad, cambio continuo, desorden, y procesos no lineales… Las teorías funcionalistas previas enfatizan el mantenimiento del orden y la linealidad de los procesos de cambio, los cuales han devenido en la norma cuando se piensa en los procesos organizacionales (Kezar, 2012, p.196).
Desde la ciencia política, los temas referidos al modelo institucional incluyen el isomorfismo, la toma de decisiones, la gestión humana y la influencia de organizaciones oficiales, con el objetivo de preservar su estabilidad en el tiempo. Las personas se identifican con la lógica institucional sobre las que se basan las reglas, la estructura, el funcionamiento y la toma de decisiones, lo cual crea un sentido de propósito.
Esta teoría ha evolucionado, desde el uso del término ‘isomorfismo’ (fenómeno que afecta las características distintivas de las organizaciones en términos de cultura, estructura y comportamiento, volviéndolas muy similares) para explicar cómo las organizaciones son influenciadas por las fuerzas institucionales, resultando al final muy homogéneas. La nueva concepción explora cómo las organizaciones son afectadas y, a la vez, operan y se transforman mediante la acción humana, a través de intercambios cooperativos con otras organizaciones, acogiendo la idea de la diversidad de respuestas del sistema y de los individuos a las mismas presiones externas, marcando así su identidad propia en un ambiente plural.
Giddens (1979), citado por Manning, ha llamado a este proceso estructuralización, un proceso que siempre se recrea, ya que la estructura no es una entidad concreta sino intangible, que se hace real a través de la acción humana. Mediante su mutua configuración, la acción humana que construye la estructura y las estructuras resultantes “se presuponen la una a la otra”, en una dialéctica tal que no se puede determinar si la acción determinó la estructura o viceversa. Las clases sociales, las actitudes prevalentes, las leyes y tradiciones culturales se encuentran dentro de las reglas y recursos en una estructura, excluyendo a quienes no se adhieran. En suma, ni la acción humana colectiva tiene un potencial infinito de cambio ni la estructura es totalmente inamovible y, de hecho, coexisten en una compleja dinámica, por lo cual las universidades sufren cambios, pero al mismo tiempo se mantienen iguales.
La perspectiva espiritual es una de las teorías contemporáneas en educación superior y lo que sostiene es que, a pesar de las tensiones entre lo académico y lo administrativo, y los diferentes actores en el escenario, hay que darle la bienvenida a la mente, el cuerpo, el corazón y el alma en los procesos de aprendizaje.
Manning observa que un poderoso aspecto del modelo espiritual es su ácida crítica a la burocracia organizacional y su impersonal y racional lógica, que deshumaniza el contexto en el que se trabaja y se vive. Y esto, sostiene, no es lo ideal en un lugar donde se expresan el intelecto y las habilidades individuales, ya que se necesita un contexto emocional, espiritual y holístico, para dar lo mejor de sí, y no ser una especie de ficha productiva que puede ser descartada en aras de la eficiencia. Si bien para algunos este modelo puede parecer new age; para otros, la experiencia humana, su fragilidad, pasión y misterio son cualidades que aportan a la salud, creatividad y compasión por otros; y brindan a la comunidad esperanza, belleza y sentido.
A pesar de la alta participación de mujeres en las universidades, la teoría feminista no ha sido tratada con suficiente fuerza a su interior. Hoy existen varios abordajes que desafían la presunción de que un colaborador tenga que ser heterosexual, hombre o mujer; entre estos: el feminismo liberal, el feminismo socialista, el feminismo como construcción social, el feminismo post estructural y la teoría queer.
La teoría feminista concibe al género como una construcción social que se reproduce en las organizaciones. Para Manning, la transfiguración, democratización y justicia social son metas para las organizaciones, sistemas y vida pública pero la cultura occidental ha devaluado habilidades y cualidades culturalmente asumidas como femeninas (sensibilidad, intuición, emocionalidad) frente a las masculinas (competencia, agresividad, ambición). Las mujeres y las minorías (por raza, credo, discapacidad) son tratadas inequitativamente; por tanto, lo que se persigue es crear organizaciones igualitarias y no jerarquizadas, demostrando que hay posibilidades de trabajar desde otra mirada, que no sea la patriarcal.
La web inclusiva ilustra cómo el feminismo visualiza una posible manera de funcionar en las instituciones de educación superior: una imagen un poco circular, con liderazgo central y conexiones de filigrana, que irradian hacia varios puntos y llevan a todos hacia el centro para fortalecer lazos y proveer mayor visibilidad y participación. Esto supone vías distintas de comunicación (de todas las direcciones y todos los niveles), de liderazgo y de poder, para cambiar normas y prácticas de operar la organización, por lo cual se trata también de un proceso. En este sentido, hay varias iniciativas, que se resumen a continuación:
Manning concluye que incorporar estas visiones a la educación superior, podrían resultar en estructuras organizacionales que coadyuven al decrecimiento del ausentismo, mejoren la productividad, compartan el liderazgo, empoderen a los colaboradores y visibilicen a las instituciones de educación superior como inclusivas, abiertas y colaborativas.
Primera entrega:
Teorías organizacionales en Educación Superior (I)
https://bit.ly/33KOPCu
Referencias
Birnbaum, R. (1988). How Colleges Work. San Francisco: Jossee-Bass.
Birnbaum, R. (1991). How Colleges Work: The Cybernetics of Academic Organization and Leadership. San Francisco: Jossey-Bass Higher Education Series, new ed.
Kezar, A. (2012). Organizational change. In M. N. Bastedo (Ed.), The organization of higher education: Managing colleges for a new era (pp. 181–222). Baltimore: Johns Hopkins University Press.
Manning, K. (2017). Organizational Theory in Higher Education. Core Concepts in Higher Education. Routledge, 2nd ed.
Manning, K. (2018). Organizational Theory in Higher Education. Routledge, 2nd ed.
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