Arrorró, mi niño/Arrorró, mi Sol/Arrorró pedazo de mi corazón…, seguro que alguna vez has escuchado esta canción de cuna, te la cantaron o la has cantado para aquietar a un niño y el resultado ha sido muy favorable. ¿Por qué se calma de manera extraordinaria? ¿Será acaso que quien cantó tiene una agradable voz? ¿O es la combinación de sonidos armónicos, melodiosos y rítmicos que tienen un efecto tranquilizador? La música es una de las artes que tiene presencia en todas las esferas sociales y en los diferentes grupos etarios[1]: de los labios de los bebés, infantes, jóvenes y adultos siempre ha salido una melodía. Son múltiples los beneficios de ella en el desarrollo del cerebro del niño, futuro adulto: te invitamos a conocerlos.
El artículo Desarrollo de la primera infancia de la UNICEF[2] nos informa que “…en los primeros años, el cerebro de los bebés forma nuevas conexiones a una velocidad asombrosa…” El desarrollo de la primera infancia es de suma importancia, pues hasta los tres años se los debe nutrir, proteger y estimular para que su cerebro se desarrolle completamente. Es decir, en este período el cerebro aprende rápido y se crean las estructuras cognitivas para pensar, enfrentar situaciones emotivas, interactuar con otros infantes y con los adultos; además, de su crecimiento físico.
Cuando una madre está embarazada, se le sugiere que escuche música, especialmente, la de Mozart, pues se dice que tiene un efecto positivo para el desarrollo del cerebro del bebé en el vientre materno. Alguna lectora mamá evocará esos meses del embarazo y dirá: yo escuché música, pero no la clásica; hay estudios que demuestran que otros géneros musicales pueden afectar de igual manera el desarrollo cerebral, Stefan Koelsch expresa que “No existe ninguna parte del cerebro que no se vea afectada por la música”. Por lo expuesto por Koelsch, sería necia la pregunta qué partes del cerebro se ven estimuladas con la formación musical, sin embargo, es necesario realizar una breve descripción.
Primero debes conocer que una característica inherente al cerebro es su plasticidad. Es una propiedad general del sistema nervioso central, que permite que el sistema pueda cambiar la funcionalidad y estructura, en respuesta a cambios o factores externos[3]. El SNC[4]se encarga de procesar nuestros pensamientos y toda la información que obtenemos a través de los sentidos. Rojas (2020) cita Jacques Paillard quien nos aclara que plasticidad no es sinónimo de elasticidad, es decir, el cerebro no se expande, sino que tiene la virtud de mejorar su estructura para adquirir nuevos aprendizajes y estos se mantengan en la memoria a largo plazo.
El ejercicio de dominar un instrumento conlleva disciplina, responsabilidad, concentración, desarrollo de la audición y motricidad, etc.; además, la estructura cerebral se va desarrollando más como el cerebelo; el cuerpo calloso va creando más ramificaciones que conectan y llevan los mensajes más rápidos a través de los hemisferios derecho o izquierdo, por ejemplo, tocar piano requiere del uso de los dos manos. Recordemos que en el hemisferio izquierdo se encuentran características como la precisión lingüística, habilidad numérica, razonamiento, habilidades científicas; mientras que el hemisferio derecho está relacionado con la intuición, la creativa y la solución de problemas, el sentido artístico, el sentido musical, la percepción tridimensional y una percepción holística de la realidad.
Tocar un instrumento musical involucra todas las áreas del cerebro, sobre todo, las cortezas visual, auditiva y motriz. El pianista y pedagogo Jaime Pon Chow Long, catedrático de Expresión musical en la Universidad Católica de Guayaquil, expresa que “la música desarrolla y estimula desde temprana edad capacidades como la atención, la memoria auditiva, la memoria muscular; las letras de canciones motivan el aprendizaje inicial de vocabulario; la expresión corporal fortalece las relaciones del niño con el mismo y con los demás; los valores humanos se aprenden cantando y contando. La “lectura auditiva” comienza cuando escuchan historias cantadas. La discriminación de colores, formas, volúmenes, operaciones cognitivas numéricas se fomentan en la educación Inicial a través de la música.
Por otro lado, Pon Chow Long menciona que “la motricidad fina, la motricidad gruesa, el oído y las relaciones espaciales y temporales se fomentan y permite la posibilidad de que el niño pueda crear sus propios sonidos. Con la música el niño puede descubrir su primer instrumento: su cuerpo. Él puede corporeizar los sonidos a través de las manos, pies, brazos, piernas, etc. la dimensión corporal se descubre con la música a esa edad; al niño le encanta el instrumento de percusión (tambores, xilófono, marimba, etc.). Aprende el valor del tiempo (tempo se le llama en música). En música el sonido tiene valores numéricos, el sonido tiene orden y proporción, como cuando caminamos o marchamos; en la naturaleza todo está ordenado de acuerdo con un valor numérico en el espacio: el tiempo, que unido a la música descubres el ritmo y el orden.
Miendlarzewska y Trost (2014)[5] mencionan que “la formación musical tiene un impacto positivo en el bienestar y el desarrollo social de niños y adultos”, pues al citar a Koelsch (2010) este dice que “en un contexto social, se ha demostrado que la música en grupo fomenta la comunicación, la coordinación, la cooperación e incluso la empatía entre los miembros del mismo”.
Después de leer las ventajas de la música en el desarrollo del niño y futuro adulto, se le recomienda que explore las posibilidades por el gusto de un instrumento o por el canto, mas no obligue a su hijo a aprender un instrumento musical. Larenas (Mundo Diners No. 465, p.90) nos cuenta como Jacqueline du Pré, eligió el instrumento con el que ganaría la fama de la mejor chelista del siglo XX: “tenía cuatro años cuando por primera vez escuchó el sonido de ese instrumento de cuerdas en una radio y le dijo a su madre, que era una gran conocedora de música: “yo quiero tener un violonchelo”.
Gustavo Vargas, director de la carrera de Artes Musicales de la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil, expresa que no hay un instrumento ideal para un niño, sino que se deben considerar algunas variables como el tamaño del instrumento debe estar en proporción al niño; el interés del niño por un instrumento y el gusto por tocarlo. Además, menciona que lo importante es iniciarlos en el ritmo, en la discriminación de sonidos agudos graves y luego darles instrumentos melódicos que no tengan mucha dificultad técnica; por ejemplo, la flauta dulce y exponerlos a diferentes instrumentos musicales para que el niño “descubra su instrumento”.
Entre los instrumentos recomendados está la flauta dulce o traversa, el niño la puede manejar; la guitarra, cuyo tamaño deberá estar acorde al del pequeño, su costo es asequible y en especial resulta muy atractiva. El piano tiene algunos reparos, porque es un instrumento costoso y requiere un mayor espacio para colocarlo; en su lugar muchos padres optan por el órgano.
Peretz y Zatorre,(2005) citado por Miendlarzewska y Trost (2014, p.2) expresa que “la escucha de la música requiere ciertas habilidades perceptivas, como la discriminación de tono, la memoria auditiva y la atención selectiva, comprometiendo una red distribuida de estructuras cerebrales”. Por otro lado, escuchar música, también, es beneficioso para la persona, pues permite la concentración y facilita los aprendizajes, además otorga una sensación de mejoría y relajación. Cuando la música llega a los oídos, las ondas sonoras se convierten en impulsos nerviosos que viajan a varias áreas del cerebro, incluso las que liberan dopamina, un neurotransmisor que se encarga de transmitir la información de una neurona a otra. La dopamina produce placer, bienestar, relajación y, cuando escuchamos música es eso lo que sentimos.
En sí, escuchar música favorece la creatividad y el aprendizaje, pues el cerebro procesa más información; mejora nuestro estado de ánimo, pues combate el mal humor; nos distrae, ya que las canciones cuentan historias, podemos aprender como enfrentan la realidad los artistas como comportamientos, carencias, o suplen necesidades y nos permiten establecer relaciones con los demás cuando compartimos nuestras preferencias musicales.
Muchos padres preguntan qué canciones debo dejar que escuchen mis hijos, pues en el mercado hay un sinnúmero de producciones musicales, cuyos ritmos son pegajosos, aunque sus letras exaltan el uso de las drogas, o encontramos antivalores. Recuerdo que mi sobrino cuando tenía tres años escuchó por primera vez rock en un concierto de la escuela de la hermana; comenzó a tararear y mover el pie; sus padres estaban sorprendidos pues en casa escuchaba “canciones infantiles”. Los niños tienen sus propios gustos musicales y los padres no deben “satanizar” el goce estético del pequeño, sino acompañarlos y conversar sobre lo que comunica la letra en su debido momento, ya crecerá y con la buena educación recibida en casa y las otras alternativas musicales que sus progenitores le proporcionaron sabrá discriminar y elegir lo mejor.
Hay muchos estudios sobre musicoterapia, pues se ha demostrado que la música tiene propiedades terapéuticas en el ser humano. Vaillancourt[6] (2009) expresa que el objetivo de la musicoterapia es restaurar, mantener o mejorar el bienestar físico, emocional, social, cognitivo y psicológico de una persona.
El Dr. Abdón Ramos en el portal Mejor con Salud[7] menciona que se recurre a la música para reducir el dolor, estabilizar la presión arterial; escucharla produce una experiencia emocional positiva y profunda que lleva a la secreción de las hormonas de estimulación inmunitaria. Por último, nos dice que reduce la tensión muscular y el movimiento del cuerpo y mejora la coordinación. Como dijo Bob Marley: “Cuando la música te alcanza, no sientes dolor”
Para concluir, dejo un pensamiento del escritor Hans Christian Andersen, quien pensó sobre la música y en pocas palabras captó la esencia de ella: “Donde las palabras fallan, la música habla”. ¿Qué esperas para escuchar tu canción preferida?
[1] Dícese de las personas que tienen la misma edad.
[2] Desarrollo de la primera infancia | UNICEF Enlace: ww.unicef.org /es/desarrollo-de-la-primera-infancia
[3] Rojas, M. (2020) Plasticidad cerebral: cómo nuestro cerebro se modifica. https:// cneuro-class.com/plasticidad-cerebral-como-nuestro-cerebro-se-modifica/
[4] SNC: Sistema nervioso central
[5] Ewa A. Miendlarzewska E. y and Trost, W. (2014) Cómo la formación musical afecta el desarrollo cognitivo: ritmo, recompensa y otras variables moduladoras. Frontiers in Neuroscience. 20/1/2014.
[6] Vaillancourt, M. (2009). Música y musicoterapia.Narcea
[7] Abdon Ramos, N. (2020). Beneficios de escuchar música para la salud. https:// mejorconsalud.as.com/beneficios-de-escuchar-musica-para-la-salud/
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