Actualmente la pandemia ha detenido los esfuerzos para alcanzar la igualdad de género global, según un estudio del Foro Económico Mundial se necesitarán 133 AÑOS aproximadamente para lograr la paridad en todo el mundo.
Específicamente las desigualdades de género particularmente en el mundo laboral aún continúan, así, en marzo de 2021, acorde al boletín técnico de empleo del INEC: “A nivel nacional el 6,9% de las mujeres en la PEA (Población económicamente activa) estuvieron en situación de desempleo, mientras que entre los hombres el desempleo fue de 4,4%. La diferencia es de 2,44 puntos porcentuales. Esta diferencia por sexo es estadísticamente significativa”.
Pero acaso esto significa que el género femenino ¿trabaja menos?
Las Naciones Unidas indican que cerca del 60% de las mujeres en el mundo trabajan en la economía informal y acceden a trabajos pagos de menos calificación, tienen una menor tasa de actividad, ganan y ahorran menos y mantienen un mayor riesgo de caer en situación de pobreza.
Existen distintos fenómenos como el “Techo de cristal” que trata sobre la dificultad que tenemos las mujeres para acceder a cargos jerárquicos y gerenciales por el hecho de nuestra condición de género. Y “Paredes de cristal” que aborda la baja tasa de feminización en ciertos sectores que suelen ser los más dinámicos y con mejores condiciones laborales.
Una de las principales causas de estos fenómenos es la distribución desigual de las tareas domésticas o el “trabajo no remunerado”.
Históricamente sobre el género femenino recaen dichas tareas de quehaceres domésticos, de cuidado de personas y el apoyo escolar, que se realizan de forma gratuita y por “rol social, y en muchas ocasiones también de forma precaria. Acorde con una encuesta realizada en Argentina en el 2013, las mujeres en promedio dedicamos casi el doble de tiempo que los hombres a estas tareas (6,4 horas contra 3,4).
Por demás está indicar que esta distribución desigual, restringe el pleno acceso al mercado laboral, y si el género femenino logra ingresar, le reduce las horas disponibles para dedicarle, lo que complica que puedan obtener empleos a tiempos completos y más bien se orienten por empleos informales que les permitan combinar su trabajo doméstico, recargándolas de más trabajo, un pensamiento con el que en su inmensa mayoría el género masculino no lidia.
En definitiva, hay mucho camino por recorrer hacia una real igualdad de oportunidades para todas/os, pero si es necesario e imprescindible que no sólo seamos las mujeres quienes exijamos que los hombres sean corresponsables, sino que sea el género masculino quien se autointerese en ser responsable en las tareas domésticas y de cuidado, porque también es su hogar, y para que con una distribución igual se puedan romper dichos fenómenos existentes.
Bibliografía:
*Boletín técnico de empleo del INEC, a Marzo 2021
* https://www.pagina12.com.ar/100122-mercado-de-trabajo-un-lugar-de-expresion-de-la-desigualdad
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