Con un programa mundial de vacunación en marcha y luego de un año de confinamientos y medidas de distanciamiento por la amenaza de contagio por covid-19 y el inicio de un programa mundial de vacunación, muchos países han propuesto implementar un ‘pasaporte de inmunidad’, ‘pasaporte sanitario’, ‘o pasaporte covid’, para quienes estén vacunados.
Como paso previo a lo señalado en el párrafo anterior, ya se habían establecido medidas preventivas para viajeros, por parte de diversos países, con la finalidad de controlar la propagación masiva de este virus, tales como, las pruebas PCR negativas, controles sanitarios y de salud. Siguiendo los criterios emitidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS), estas medidas han sido implementadas de manera correcta.
Ahora bien, el hablar de un pasaporte de vacunados como medida para la movilidad, se articula con varias situaciones derivadas de los avances en los procesos de vacunación.
Abordamos dos grandes aristas, la primera es que, en el mundo, el tema de la vacunación no se maneja de manera igualitaria, puesto que existe mucha diferencia entre los países que tienen mayor capacidad económica, respecto de aquellos que no la poseen, lo cual origina un contexto altamente discriminatorio, en especial para quienes pertenecemos a los países que, aunque deberían, el ente gubernamental no ha logrado avanzar con el tema de inoculación a sus ciudadanos. Y donde muchos sectores poblacionales, no lo harán, sino hasta fines de año o inicios del próximo, dependiendo del grupo etario en el que se encuentren.
Muchos países como el Ecuador, en donde ni siquiera se alcanza el 1% de vacunación, se verían seriamente perjudicados y directamente discriminados con la posible adopción de un pasaporte de inmunidad, que limitaría la movilidad de las personas, que es una libertad básica y fundamental de los seres humanos. En el contexto latinoamericano, con excepción de muy pocos países, el panorama es bastante similar.
La segunda arista es el manejo de datos personales, si estamos enfermos o no con Covid-19, y si por ello se limita más la posibilidad de vacunarse, el alcance del pasaporte de inmunidad se distancia aún más. En esta misma línea, el hacer pública esta información de carácter personal, o el solo hecho de dar a conocer si hemos o no recibido la vacuna, a través de un pasaporte, coarta otro derecho importante a la reserva de nuestros datos personales, que se constituye en otro derecho fundamental de los seres humanos, que se encuentra ampliamente amparado, por los ámbitos jurídicos a lo largo del mundo.
Si bien es cierto, el pasaporte de inmunidad parecería una medida enfocada a dinamizar el sector comercial de países con mayor poder económico, como se ha señalado convergen en esta disposición, varios posibles contextos de vulneración, por discriminación, y por tal la salud, al no poder acceder oportunamente a la vacuna, lo cual coarta la libre movilidad de las personas; y por otra, la invasión a la protección de los datos personales de cada uno de los seres humanos.
Frente a la compleja situación actual, es importante la labor de los organismos internacionales, que podrían hacer un llamado a la solidaridad a nivel mundial y hacia los países, para que se puedan generar contextos de apoyo para avanzar en los procesos de inmunidad, en donde sea posible la colaboración entre las naciones. Por tanto, se podría hacer un llamado a la cooperación mundial a través de las naciones más fuertes, puesto que esta es una situación de pandemia en la cual, difícilmente, se alcanzaría una solución de manera aislada.
Basados en la historia mundial, en donde ante contextos emergentes la cooperación internacional ha enmarcado la recuperación de las naciones en la colaboración, y mutuo apoyo, quizá sea esta una alternativa para esta difícil situación de salud mundial. En ello los entes internacionales como la Organización de las Naciones Unidas, debería tomar la batuta para promover esta labor mancomunada, siempre en estricto respeto a los ordenamientos jurídicos diversos de los estados.
Ya en el ámbito nacional, el Estado requiere tener una mayor diligencia y cumplir cabalmente con su labor, puesto que, en definitiva, los entes gubernamentales están tan solo ejerciendo una representación de las necesidades de los individuos, que somos los verdaderos mandantes dentro de una nación en democracia. Por lo tanto, es primordial retomar estos deberes para con la ciudadanía, comenzando por una adecuada reorganización, verificación y planificación que permita avances reales en cuanto a los procesos de vacunación, en donde quizá, se apele a una adecuada asesoría gubernamental en estos temas, para todo ello, se precisa dar un primer gran paso de transparencia gubernamental para con toda la población.
El segundo gran paso, correspondería igualmente al líder estatal, en cuanto a generar mayores gestiones de negociación para la adquisición de más vacunas, ello por cuanto, es con quien las farmacéuticas han señalado que se negocia directamente. Pese a que esto es un tema muy complejo, porque se habla de escasez, se deberían hacer los esfuerzos diplomáticos a nivel internacional, para efectivizar la llegada de las vacunas que se requieren para alcanzar la inmunidad.
Finalmente, estas gestiones diplomáticas también deberían enfocarse en tratar de negociar para que no se adopten medidas como el pasaporte de inmunidad, apelando al sentido de solidaridad, frete a inminentes contextos de posibles vulneraciones para nuestra población.
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