Cualquier organización es un laboratorio humano, ya que se trata de una entidad compleja que existe, se relaciona con el entorno y está conformada por individuos que buscan metas específicas. Al referirse al comportamiento organizacional, Bolman y Deal (1995, 2003) describen cuatro marcos conceptuales (estructural, de recursos humanos, político y simbólico):
Las instituciones de educación superior, por sus especiales tensiones entre gobernabilidad, gestión y liderazgo, son más complejas que las organizaciones en general. Las dualidades en torno a la vez autorizada (consejo de regentes, consejo universitario, directivos, la administración, los académicos, la asociación estudiantil); los objetivos y misiones que persiguen (docencia, investigación, servicios); los diversos públicos a los que atienden; la centralización o descentralización de recursos, ya sean públicos o privados; entre otros factores, reflejan su naturaleza única. Cuando aparecen crisis institucionales en las universidades, estas tienen raíces distintas. Ya se trate de falta de liderazgo o gobernanza, la violación de alguna regulación normativa, las demandas de bienestar estudiantil o el efecto de fuerzas naturales como la pandemia del COVID-19, las bases de las teorías organizacionales podrían ayudar a comprender mejor su funcionamiento, y con esto, cómo abordar de mejor manera tales crisis.
Kathleen Maning (2017) atribuye a las universidades características como las siguientes: colaboradores altamente profesionales, presencia de cosmopolitas (más centrados en sus objetivos profesionales que en la universidad), múltiples estructuras organizacionales, conflictos relativos a los resultados de la misión institucional, ambigüedad de metas, misiones focalizadas en los clientes (alumnos, gobiernos, empresas, comunidades, redes universitarias, ONG), pugna de roles y vulnerabilidad ambiental, todo lo cual reduce su capacidad de autonomía.
Robert Birbaum (1988, 1991) señala que podría ser que las universidades sean exitosas porque están pobremente gerenciadas, según la concepción de gerencia utilizada en organizaciones más complejas. Desde esta perspectiva, intentar mejorar los procesos gerenciales tradicionales en las universidades podría más bien resultar en un decremento de su efectividad. Y tiene una palabra clave para hacer la diferencia: governance. Birbaum define cinco modelos organizacionales en las instituciones de educación superior (burocrático, colegiado, político, anarquía organizada y dinámico), cuya descripción se ha enriquecido con la contribución de otros autores:
1. Modelo de organización burocrático
Tiene que ver con la estructura y los procesos formales que vinculan a todos los colaboradores. Concibe a la organización como una pirámide jerárquica, donde el poder se ubica en el tope, y desde allí parten las líneas de autoridad, la división del trabajo y la comunicación, lo que a menudo restringe el flujo de información. La estructura busca lograr una eficiente relación entre los programas y metas, y el cumplimiento de estándares, por lo cual se aplican manuales operativos de procesos, de funciones y protocolos. Se cuestiona la formalidad del modelo, su lenta adaptación en tiempos de cambios veloces, y la poca participación de los colaboradores.
2. Modelo de organización colegiado
Bajo este modelo, el poder, el liderazgo y las disposiciones a cumplir son compartidas, con base en valores de equidad. Funciona como una comunidad de colegas expertos (facultades), donde la estructura es plana y circular, sin jerarquías, lo cual puede originar confusión de roles y demora en el sobre análisis de algún tema para tomar decisiones. Se suma a esto que, por las responsabilidades académicas propias, es frecuente que los docentes no estén presentes en todo el proceso de toma de decisiones, lo cual puede afectar su comprensión integral de las mismas.
3. Modelo de organización político
Desde este modelo, se asume una gran competencia por el poder y los recursos, ya que los intereses de los diversos grupos entran en juego. Se busca el poder para obtener resultados preferenciales; por tanto, las organizaciones están gobernadas por la fuerza política que tienen los grupos en ellas, trátese de dinero, prestigio o especialidad. Es común la formación y disolución de coaliciones, dependiendo del tema o meta, pero no solo son grupos internos (facultades, estudiantes, docentes, administradores) sino externos: legisladores, organismos oficiales y la propia comunidad, quienes se unen para un objetivo específico. Si las facultades, por ejemplo, controlan los planes de estudio, los administrativos lo harán con el presupuesto.
4. Modelo de organización anárquico
Si de algo trata este modelo es de dar sentido en una comunidad de actores autónomos. Algunos autores han señalado que el modelo de anarquía organizada no califica a la universidad como buena o mala sino como aquella que resulta difícil describir, comprender y conducir. Sin embargo, una estructura organizativa anárquica (organizada desde las normativas, proceso y roles; anárquica, desde los subgrupos que la integran), asumida como un sistema donde todos hacen lo que desean, implica la creación de visiones individuales y grupales sobre la realidad, lo cual abona a la incertidumbre organizacional. La toma de decisiones para que una acción ocurra depende de las personas involucradas, la naturaleza del proceso, las soluciones disponibles, las demandas externas, etc. Bajo este modelo, las metas devienen en un “conjunto suelto de ideas cambiantes más que una filosofía educativa coherente”.
5. Modelo de organización cibernético
Lo que plantea Birbaum es que estos cuatro modelos pueden funcionar por separado o juntos en la misma organización; tal es el caso de un quinto modelo: el cibernético (multimodal), concebido como un sistema más abierto y de poco acoplamiento. Sostiene que las universidades son sistemas abiertos, no lineales y dinámicos debido a la multiplicidad de subsistemas que no siempre están conectados o vinculados, de modo que una decisión en uno de ellos podría no alterar en modo alguno el funcionamiento de los demás. En este sentido, sería mejor para la gestión universitaria comprender cómo funciona el sistema más que reglamentarlo.
Aunque los modelos presentados parecerían caducos para comprender el comportamiento de las instituciones universitarias en una era posmoderna, Mannnig sostiene que continúan vigentes, en combinación con nuevos modelos: institucional, feminista y de género, y espiritual. En el siguiente cuadro, se sintetiza los fundamentos teóricos, metáforas y el lenguaje (no sin humor), que presenta Manning como características de los modelos organizativos.
En la segunda entrega del tema, ampliaré la Teoría de Anarquía Organizada, los nuevos modelos organizativos, y el impacto de los tipos de liderazgo en el logro de los planes institucionales.
Referencias:
Birnbaum, R. (1988). How Colleges Work. San Francisco: Jossee-Bass.
Birnbaum, R. (1991). How Colleges Work: The Cybernetics of Academic Organization and Leadership. San Francisco: Jossey-Bass Higher Education Series, new ed.
Bolman, L. & Deal, T. (2003). Reframing organizations. San Francisco: Jossey-Bass, 3rd.ed.
Manning, K. (2017). Organizational Theory in Higher Education. Core Concepts in Higher Education. Routledge, 2nd ed.
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