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El dólar es la balsa que mantiene a flote al Ecuador

Félix Carrera
Universidad Católica de Santiago de Guayaquil
martes, marzo 30, 2021
En el país, por lo menos en los próximos tres gobiernos, debemos mantenernos dolarizados. Deben ser gobiernos que hagan bien las cosas y logren atraer inversión extranjera mediante una regla estable de juego, en lo concerniente al tema tributario
Tiempo de lectura: 5 minutos

Uno de los efectos de la recesión económica causada por la pandemia de Covid-19 es que el mundo fue inundado por dólares. Según los datos de Boomblerg se registra una caída superior al 12% en los últimos 11 meses.

Sin embargo el efecto de la baja del dólar tiene un antes y un después de la pandemia. La primera ocurrió porque los Estados Unidos estaba a totalmente endeudado con países asiáticos, luego vino la pandemia y complicó un poco más las cosas.

La Reserva Federal de Estados Unidos (FED), ente que controla la política monetaria del país, redujo drásticamente la tasa de interés hasta dejarla casi en 0%. Y como la tasa de interés equivale al costo del dinero de un país, mientras más baja, menos vale su divisa. La FED le dio rienda suelta a la impresión de billetes para comprar bonos, en el sector privado y el público para mitigar los efectos de la crisis.  La inflación hizo que se depreciara más el dólar.

Para América Latina esto es conveniente porque hay más flujo de exportación; es decir, en el momento en que se deprecia el dólar a los Estados Unidos no lo ven como buen inversor para invertir, diferente a lo que la gente cree, el dólar está muy lejos de ser una moneda muy fuerte como lo era antes. Ahora lo son la libra esterlina, el euro y el Yen.

Otro efecto positivo de la depreciación del dólar para América Latina, es que le permite tener un flujo más de importación. Actualmente, las monedas son de dos tipos, antes eran del tipo anclada, donde se la valorizaba según el patrimonio del país, de sus reservas de oro. Ahora son monedas flotantes, porque están bajo el flujo comercial de servicios y tecnologías y ya no tanto por la minería; ya no está anclada a un ente físico, sino a un intangible.  Y la forma de aprovecharlo es aumentando el flujo de la economía transaccional mediante las exportaciones.

Esta depreciación del dólar trae más beneficios que desventajas para la región, porque nos cuesta menos traer los dólares y tenemos más flujo de efectivo circulante en el día a día.

Una moneda fuerte

Sin embargo, el dólar ha sido demandando en especial en épocas de crisis, por su historial de moneda fuerte de los Estados Unidos, una potencia que de una u otra manera, ha sabido mantenerse, no ha tenido caídas demandantes como ha ocurrido en otros países de la Unión Europea.

Hay momentos de crisis que le juegan mal a las economías adyacentes o las economías hermanas del mismo continente. Estados Unidos ha demostrado que aunque haya tenido bajones económicos nunca va a la quiebra, puede tener crisis financieras como la vivida en la década de 1960, o la crisis financiera con Bush en la presidencia, pero jamás en la quiebra. Eso demuestra que el dólar es sustentable a través del tiempo, por eso es que las economías nos basamos en una moneda no tan fuerte, en este momento, pero si de aguante y ese es el dólar.

En el Ecuador si no hubiéramos dolarizado, Venezuela se llamaría la nueva Ecuador porque hubiésemos quebrado antes, lo que nos permite el dólar no es salir de la crisis, porque en la crisis seguimos, pero sí nos da es estabilidad y poder adquisitivo frente a los problemas que tienen los gobiernos con sus políticas públicas (políticas, económicas y de orden social) que fecundan en un orden administrativo. Al tener una moneda fuerte garantizamos el mantenimiento de relaciones comerciales, de lo contrario por muy rica que sea esta tierra nadie querrá negociar en un país con una moneda devaluada, que no le permite ganancias, una moneda que pasa de inflación a inflación grave e hiper-inflación, porque no obtendrá ganancias.

Si pasamos a gobiernos con ideologías socialistas se ahuyenta la inversión y nadie querrá invertir en un país, en el que le van a quitar su dinero.

En el país, por lo menos en los próximos tres gobiernos, debemos mantenernos dolarizados. Deben ser gobiernos que hagan bien las cosas y logren atraer inversión extranjera, mediante una regla estable de juego en lo concerniente al tema tributario, que favorezca o sea lucrativa a la inversión. Si pasamos a gobiernos con ideologías socialistas se ahuyenta la inversión y nadie querrá invertir en un país, en el que le van a quitar su dinero.

Lo único que ha logrado que el Ecuador que no se vaya a la quiebra es el dólar. Somos como un barco naufragado y lo único que no permite que nos ahoguemos es una balsa y esa balsa es el dólar. Ni siquiera es un bote salvavidas, sino una balsa. Y si se llega a depreciar la moneda y ahí si llegará un momento en que el gobierno no tenga ni cómo comprar dólares,  dificultando la política cambiaria.

Tampoco se puede inflar el país con impresión de moneda, sustentándose en los recursos naturales que, prácticamente ya los tenemos limitados como en minería oro y cobre, ni con la producción de barriles de petróleo que no mejorará su precio por la inclusión de nuevas tecnologías.

El dólar es lo mejor que nos ha pasado, no se puede hablar de políticas económicas cuando se tiene una moneda que se está devaluando o está hiper-inflada si no pasan los billetes de $100 es porque no se los puede imprimir. Y esto también genera desconfianza en los inversores, porque al inflar la moneda se eleva el índice de riesgo país, haciéndolo menos atractivo para invertir y provocando consecuencias retroactivas, en sectores financieros y estratégicos como la banca.

Esto a su vez causaría la elevación de las tasas de interés para préstamos de cualquier índole y por lo general quienes más pagan los platos rotos son los créditos de consumo y quienes tienen políticas cambiarias tangibles como son hipotecarios, viviendas o vehículos.

El dólar pese a la crisis global es una moneda con la cual uno puede tener tranquilidad y estabilidad. Quizás no sea la moneda más poderosa del mundo, pero si es la que mejor aguante tiene, porque el 60% de la población mundial transacciona con ella y eso es una garantía. Económicamente hablando estamos en buenas manos, su manejo ya depende de la política administrativa que adquieran los gobiernos de los países dolarizados.

Panamá, pese a sus desaciertos, como son los paraísos fiscales; es un buen ejemplo de cómo utilizar el dólar para dinamizar su economía que no se basa en lo que crea su tierra, pero si es un punto estratégico mundial para el intercambio de negocios y servicios y es así como dinamiza su economía.  En Panamá casi ningún banco es panameño todos son internacionales, pero se lucra de esos servicios internacionales, como el canal de Panamá por pasan todos los barcos que llevan economía otros países.

El secreto de toda economía que ha adoptado el dólar, como el Ecuador, siempre será abrir el libre mercado. De lo contario seguirá pasando lo que hasta ahora ocurre en nuestro país, donde se hace difícil generar empleo, las tasas de préstamos son altas y hay pocos acuerdos comerciales. Con ese sistema es muy difícil llevar una vida en el Ecuador.

La Ley para la Defensa de la Dolarización

Finalmente es lamentable que el Consejo de Administración Legislativa (CAL) se haya tardado en dar paso a la Ley para la Defensa de la Dolarización, por razones de constitucionalidad, lo cual son razones totalmente vagas y sin fundamento. Debemos ser conscientes que esta ley garantizará que el dólar sea la única moneda en circulación en la economía ecuatoriana, haciendo que el Banco Central no sea un prestamista del gobierno, lo cual sería peligroso ya que la dolarización se alimenta de las inversiones y producción de la empresa privada mientras que la función pública lo que desarrolla es un papel administrativo más no como productor de economía circulante.

Y por último, que el Banco Central como una Junta de Regulación Financiera sean organismos técnicos que permitan tener una normativa monetaria y financiera acorde a los estándares internacionales. Si el Estado no se pone serio y deja de ver al Banco Central como una caja chica, pronto los depósitos de los ecuatorianos tendrán un destino incierto.

 

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