El Consejo Asesor Económico nombrado por el Presidente Lenín Moreno está integrado por personas muy reconocidas en el mundo académico y financiero internacional, como Augusto de la Torre, Fausto Ortiz y Vicente Albornoz. El primero, un exgerente general del Banco Central y jefe de Investigación económica del Banco Mundial para América Latina. El segundo fue ministro de Economía del expresidente Rafael Correa, muy crítico con el manejo de la economía en esa administración.
Es bueno que un Gobierno tenga un organismo consultor no solo para los temas de la crisis económica como la que padece Ecuador en la actualidad por la pandemia del coronavirus. Estados Unidos tiene una larga tradición con la figura de estos consejos. Todos los Presidentes recurren a esta asesoría desde mediados del siglo anterior. No es nueva en el mundo.
Los consejos asesores que funcionan en diferentes países están integrados por personas que actúan de forma paralela con los miembros del Frente Económico y del Banco Central. Son profesionales que cooperan con el Gobierno en la búsqueda de salidas a determinados problemas.
La gran incógnita es saber si será temporal o podrá instaurarse como una figura o institución permanente como la que existe en Estados Unidos, Brasil o México. Los integrantes son los encargados de contestar interrogantes, absolver dudas e incluso disponer estudios económicos.
Este Consejo tendrá un arduo trabajo en el tema económico financiero, involucrándose en la revisión de los acuerdos con el Fondo Monetario Internacional (FMI), la deuda con los organismos multilaterales, las obligaciones bilaterales adquiridas con otros países, entre los que destacan algunos países amigos europeos, China y Estados Unidos. Y también con los tenedores de bonos con los que Ecuador aspira acordar una reestructuración.
Los tenedores de bonos, que también tienen papeles de otros países, sobre todo de Argentina, ya tienen conocimiento de este Consejo Asesor y estos también están conformando sus propios Comités para su representación.
Este Consejo tiene que actuar en consonancia con el Frente Económico, porque no toma decisiones, solo evalúa, analiza los diferentes escenarios y da su opinión al Presidente de la República y a las autoridades monetarias. Siempre están integrados por profesionales y técnicos con amplia experiencia.
La de Augusto de la Torre, por ejemplo, es muy valiosa. Él participó como gerente general del Banco Central en el Gobierno de Sixto Durán Ballén, en todo lo que fue el refinanciamiento de la deuda privada comercial ecuatoriana por $7.500 millones; ha estado en el Banco Mundial, y es muy conocido en la banca multilateral y privada así como en los mercados de Nueva York.
Fausto Ortiz es una persona conocida por divulgar muchos estudios sobre el comportamiento de la economía. Está muy enterado del desenvolvimiento económico macro y micro del país. El mercado de capitales está recibiendo con muy buenos ojos la designación de estas personas.
Los mercados y los gobiernos acreedores de las deudas bilaterales siempre miran, con buenos ojos, que entre los mediadores de un Gobierno haya gente con quién se pueda hablar, conversar y dialogar.
La premisa fundamental de Augusto de la Torre es que, en materia de deuda, al menos en los próximos tres años Ecuador no debería pagar ni capital ni intereses de sus obligaciones, pero previo a un acuerdo firmado con sus acreedores a través de sus representantes.
En estas situaciones de crisis muchos bancos de inversión se acercan a los gobiernos. En el caso del Ecuador se habla de que el Citi y Lazard, muy conocidos en los mercados de capitales, van a representar al Ecuador. Y por el lado de los tenedores de bonos estarían dos instituciones financieras: BroadSpan Capital y UBS Investment Bank, los mayores gestores de activos del mundo.
Los organismos multilaterales, los gobiernos acreedores y el mercado se colocarían en un lado de la mesa, y en el otro el gobierno ecuatoriano con sus autoridades económicas más su Comité asesor, el Citi y el Grupo Lazard.
El objetivo básicamente es negociar el perfilamiento de la deuda. La idea es que la reducción en el saldo adeudado (extensión de los plazos junto con periodos de gracia) debería generar un cierto nivel de inversión productiva que se traduciría luego en un incremento de la capacidad de pago.
Este plan es muy similar al Brady que fue bien visto por los organismos internacionales en su momento, porque fue un apoyo del Gobierno de los Estados Unidos para colaterizar la deuda de los gobiernos de América Latina con bonos del Tesoro de ese país. Los bonos siempre necesitan una garantía. En el caso de la deuda ecuatoriana con China se puso el petróleo.
Con China, como principal acreedor de la deuda ecuatoriana, se podría entrar en una reestructuración porque es una obligación bilateral. El perfilamiento es sobre todo en el caso de los bonos, con plazos más largos, períodos de gracia en los próximos años, lo que permitiría trasladar el vencimiento de los bonos para más adelante.
Augusto de los Torre es partidario de dejar de pagar en los próximos tres años sobre todo la deuda bilateral. Lo que sería un gran alivio para el país, y por el lado de las necesidades de liquidez ahí entrarían los organismos internacionales con el FMI, el BID y la CAF a la cabeza. A todos les agrada este panorama porque es hablar de confianza y de seguridad.
Cuando se renegoció la deuda comercial en el Gobierno de Sixto Durán Ballén eran 400 bancos los que nombraron un Comité de negociación que los representara. Este grupo logró que toda la deuda comercial de los bancos se pudiera reestructurar en los mismos plazos, condiciones, periodos de gracia, garantías e incluso con rebajas.
En el caso argentino, que es una negociación más dura, el Gobierno de Alberto Fernández pide una quita. Eso es sacar parte del valor de la deuda y de los intereses acumulados; es decir, si el monto de la deuda es de $6.000 millones se haga quita del 30%, por ejemplo.
Ecuador también debería insistir en conseguir una quita a la deuda externa, pues la reestructuración y las mejores condiciones son clave para el sostenimiento de la dolarización.
Lo que debe hacer el país como contraparte es ayudar a mantener la actividad exportadora estable y que incluso pueda crecer como en el caso del banano. Las exportaciones de camarón, flores y otros productos agrícolas son también muy importantes para el sostenimiento de la dolarización. Esta es una contrapartida que debe aportar el sector privado exportador ecuatoriano.
Si a eso se suma el alivio de la presión por dejar de pagar en los siguientes tres años capital e intereses, el país pronto lograría aumentar los ingresos de divisas y permitir comenzar a pagar sus obligaciones en los nuevos plazos estipulados.
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