El correísmo, que finalmente no pudo concretar un golpe de Estado en 2019, consiguió su premio consuelo, la destitución de la ministra de Gobierno, María Paula Romo, con los votos de una amalgama de bancadas, tras las acusaciones de dos exlegisladores de Creo y una del correísmo.
El expresidente Rafael Correa, quien se quedó con la maleta hecha en octubre de 2019 tras el fracaso del intento del golpe de Estado, fue el primero en reaccionar eufórico por los 104 votos que consiguieron su destitución, atribuyendo esa suma de votos, de una Asamblea que poco o nada a hecho, a una asambleísta de su bancada.
Pírrica primero porque fue acusada por haber actuado políticamente para detener un intento de desestabilización que estaba en marcha, con mucho financiamiento externo y hasta el apoyo de los médicos cubanos traídos al país durante el régimen de Correa. Es decir, su destitución desnudó unas extrañas alianzas políticas, tal vez coyunturales, pero que dicen mucho a la hora de pensar sobre lo ocurrido en octubre de 2019.
Pírrica porque más que un punto para el correísmo fue un punto para Romo, porque el Ejecutivo al acatar la decisión del Legislativo, pese al desprestigio de la Asamblea, da una señal de respeto a la institucionalidad del país, algo que nunca hubo en los diez años del correismo. No conoce lo que es la institucionalidad.
En 2007, la Asamblea censuró a Ricardo Patiño como ministro de Economía, acusado de haber entregado información privilegiada a intermediarios financieros en torno al pago de intereses de los denominados bonos global 2030, donde la prueba era un video clandestino que el propio Patiño ordenó grabar.
¿Qué hizo el expresidente? Minimizar la decisión del Legislativo y asegurar que su destitución fue una condecoración más en su pecho y que Ricardo Patiño, uno de los protagonistas del fracaso de octubre de 2019, estaba más ratificado que nunca en su Gobierno.
Una victoria pírrica del correísmo porque Romo sale del Gobierno con una imagen fortalecida. Fue destituida con 104 votos de una Asamblea que se escondió en los acontecimientos de octubre de 2019, con el caso diezmos de por medio, asambleístas enjuiciados por casos de corrupción. Sale del Gobierno con el voto de José Serrano, de triste recordación en su paso por el ministerio del Interior en el régimen de Correa.
Serrano fue destituido de la Presidencia de la Asamblea luego de que el entonces Fiscal General, Carlos Baca Mancheno, divulgara un audio de una conversación del legislador con el excontralor Carlos Pólit, sentenciado ya por concusión en el caso Odebrecht y que hasta ahora sigue prófugo de la justicia.
“Estoy aquí porque estoy pagando el precio de impedir un Golpe de Estado -dijo Romo en su intervención durante el juicio político-. Si este es el precio a pagar por defender la democracia será una condecoración en mi vida política ser censurada por esta Asamblea”.
La destitución de Romo fue el premio consuelo para el correísmo y para todos quienes apoyaron con su silencio o indiferencia el intento de desestabilización monitoreado desde Venezuela.
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