La mayoría rostro de mujer con menos de 30 años, que usan las redes como arma política y se articulan de forma descentralizada. Se levantó, indignada, frente a los congresistas que el 9 de noviembre votaron a favor de la destitución del presidente Martín Vizcarra y permitieron que, a falta de cinco meses para las elecciones, el opositor Manuel Merino instaurara un Gobierno de transición de corte conservador y represivo.
La ahora bautizada como Generación del Bicentenario, de instagramers y tiktokers decidió enterrar la apatía y articular con actos su hartazgo social y político, convencida de la necesidad de salvar la democracia de su país.
En sintonía con las redes sociales, las calles del centro histórico de Lima se incendiaron de reivindicaciones y carteles que invocaban “memes” y canciones de reguetón. Y así, con sus propios códigos, miles de jóvenes demostraron conocer la receta para hacer ruido, reclamar sus derechos y lograr cambios.
La etiqueta Generación del Bicentenario nació de la mano de la socióloga Noelia Chávez, según la agencia Efe, en un intento de capturar en una frase al nuevo sujeto colectivo que había tomado las calles. “Eran jóvenes milennials y centennials” que protagonizaron una “acción colectiva y de solidaridad” ante la “percepción de amenaza a la democracia y la brutal represión” policial, detalló en una entrevista con Efe el sociólogo Omar Coronel.
Antes, a estos jóvenes se les conocía como la generación “de cristal” o “pulpín”, en referencia a su fragilidad y a un zumo de frutas popular que se consumía años atrás en Perú.
“Demostraban más interés en política que el resto de grupos etarios” pero parecían “medio dormidos” y “no protestaban”, algo que ha cambiado “drásticamente” en el contexto de la “intentona autoritaria del 9N”, definió Coronel.
De hecho, las encuestas apuntan que el 53 % de los peruanos entre 18 y 24 años participaron de las marchas contra Merino, un porcentaje de protesta ciudadana que el año pasado, en el mismo grupo, apenas superaba el 10%.
Unida por el descontento y el anhelo democrático, la Generación del Bicentenario carece de un manifiesto común, por lo que acaba agrupando ideologías muy diversas. En un primer momento, el objetivo unánime era sacar a Merino del poder pero, una vez logrado, florecieron las heterogeneidades.
“Ahora, unos simplemente quieren algunas reformas en la Constitución, otros piden justicia y reparación para las víctimas de la violencia policial y otros quieren ir hacia la asamblea constituyente”, ejemplificó Coronel.
Las mayores aportaciones de estos jóvenes a la movilización social de Perú fueron las nuevas estrategias en términos tecnológicos, con el uso exhaustivo de las redes sociales. Se politizaron aplicaciones como TikTok e Instagram, las mismas que cobraron un protagonismo sin precedentes.
Por un lado, las redes hicieron de “altavoz” de las convocatorias y, por otro lado, aportaron un “contenido más lúdico y personal” sobre las marchas.
Mientras la Generación del Bicentenario se convertía en la identidad propia de las movilizaciones, la expresión también resignificaba con una narrativa más optimista la celebración del segundo centenario de la independencia de Perú, el 28 de julio de 2021.
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