La Asamblea, con el resultado del juicio político contra la ahora exministra de Gobierno, María Paula Romo, ha enviado un mensaje de la posibilidad de un cierto ámbito de impunidad para evitar las protestas violentas como las organizadas en octubre de 2019; manifestaciones incendiarias que terminaron con la destrucción de bienes públicos y privados, además del secuestro de periodistas y policías. Lo de octubre de 2019 no fueron marchas pacíficas; no se puede protestar incendiando una ciudad como Quito.
La pregunta es entonces, ¿cómo se construye el capital político de los representantes de los partidos y movimientos que están en la Asamblea?: llevando juicio y destituyendo a Romo, con la acusación de haber usado bombas lacrimógenas caducadas para reprimir la violencia desatada en las protestas de octubre de 2019 o el llamado incumplimiento de funciones.
Para justificar la votación de censura muchos bloques comenzaron a hablar del llamado reparto de hospitales y hasta el momento no existe una sola prueba que involucre a María Paula Romo en esos casos, ni en la Asamblea ni en las instancias judiciales.
Por el contrario, es en la Asamblea donde se ha descubierto negociados con la salud de los ecuatorianos; es decir, la troncha ya no estaba en las Aduanas o Rentas Internas, como era antes, sino también se ha extendido a sectores sensibles como la salud. Hay asambleístas que hablan sobre el reparto de hospitales al estar involucrados en esos casos.
El juicio político contra la exministra Romo, por otro lado, envía un claro mensaje a la ciudadanía y a la opinión pública en general: debemos elegir muy bien a la hora de buscar quién nos represente en la próxima Asamblea. Ojalá tengamos en 2021 una, no igual como la actual, y menos todavía peor, sino al menos con capacidad de legislar y fiscalizar desde la ética.
Es imprescindible que al Legislativo vaya gente que maneje con ética y moral todos los temas de fiscalización y legislación de la normativa que el país necesita. Es una lástima que esto en la actualidad no suceda.
En estos momentos, la ciudadanía y la opinión pública deben estar expectantes de qué el juicio político no haya sido un simple show para intentar esconder las carencias legislativas e intentar levantar el prestigio de una Asamblea sin mayor credibilidad, para cerciorarse de que trabaje en las leyes y reformas legales enviadas por el Ejecutivo para facilitar el combate a la corrupción y así los recursos mal habidos regresen al Estado, porque en las circunstancias actuales parece dinero perdido.
Lo clave ahora es que la gente se fije bien por quién va a votar para ser representada en la Asamblea, aunque con tantas candidaturas todavía es incierto la calidad de asambleístas que llegarán en 2021. Porque si preocupa que el actual Legislativo haya intentado levantar su imagen con un juicio político como el instaurado contra la ahora exministra Romo con acusaciones desmontadas en su misma intervención tanto en la Comisión de Fiscalización como en el Pleno.
Es indudable que María Paula Romo ha hecho un buen trabajo a escala nacional y hasta internacional, de la mano del Comité de Operaciones de Emergencia, para intentar mitigar la propagación del coronavirus en los últimos meses. Ella siempre ha estado presente en todos los esfuerzos realizados para contener los contagios sin descuidar la recuperación de la economía.
El trabajo realizado por la exministra Romo, comparado con el de la Asamblea, dice mucho de la calidad de funcionaria que ahora pierde el país y de la calidad de Asamblea que tenemos.
Romo ha calificado como una condecoración su censura, por la calidad moral de sus interpelantes, y no puedo menos que estar de acuerdo con ella. Es una condecoración de alto grado el dado a la exministra por las acusaciones y por el número de votos sumados para su destitución de una Asamblea tan venida a menos.
El presidente Lenin Moreno y la misma María Paula Romo hicieron bien al acatar la decisión del Legislativo porque garantizaron que en el Gobierno hay un respeto a la institucionalidad democrática del Estado. De no hacerlo, Moreno se habría puesto al nivel del expresidente Rafael Correa, quien abusó del poder del Ejecutivo, por ejemplo, cuando no dio paso a la destitución de su ministro de Economía, Ricardo Patiño, enjuiciado y censurado por el Congreso.
La exministra siempre tuvo el respeto de la Policía y esa institución reconoce su trabajo y es un golpe que la Asamblea ha dado también a la Policía con su censura. Y por eso fue acertada la decisión del Presidente Moreno de poner en su reemplazo a alguien de carrera de la institución policial, porque fortalece su unidad.
Gracias al Gobierno del presidente @Lenin por su confianza y a quienes han acompañado estos 26 meses de gestión. Gracias a la @PoliciaEcuador por su labor y compromiso. Deseo éxitos al nuevo ministro de @MinGobiernoEc, @ppazminoec. pic.twitter.com/nVarzZybOe
— María Paula Romo (@mariapaularomo) November 25, 2020
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Quiénes salen ganando con la salida de la Ministra?, los golpistas, los secuestradores de policías y agresores de periodistas, los apedreadores de ambulancias, los invasores de propiedad privada, los asaltantes de Quito, el asesor Chérrez, los involucrados en los negocios de los fondos del ISSPOL incluidos las negligentes entidades de control y todas esas oscuras instituciones que manejan valores. Quienes pierden? El gobierno, obvio, quienes vivimos en Quito y fuimos testigos de la agresión de los vándalos, la política seria, la Policía Nacional obviamente y me temo que el señor Lasso también, que se dejó llevar por sus transitorios aliados que actuaron por capricho, envidia y falta de visión política.
Hay de los que encumbren sus pensamientos para ocultarlos a Dios, o hacen sus obras en las tinieblas, diciendo: quién nos ve? ¡Qué perversidad la vuestra! ¿Acaso se puede igualar el barro del alfarero, de modo que la obra diga a su hacedor “No me has hecho tú”, y la vasija diga al que la formó: “Nada entiendes?