Ante la inmediatez de la información que se comparte y se recibe a través de medios digitales, que incluyen a redes sociales como Facebook, Twitter, Instagram o sistemas de mensajería instantánea como WhatsApp, es válido decir que la decodificación de esos datos no es necesariamente conocida por todos los públicos que acceden a estos. Esta problemática puede llevar a interpretar un contenido de una manera errónea, como sucede en el caso de las noticias falsas: una alteración en los sistemas de comunicación que se ha insertado en las interacciones en redes sociales.
La alfabetización mediática va desde la interpretación de emoticones hasta la comprensión de los mensajes de anuncios, la producción de contenido de videos virales y el reconocimiento de noticias reales. No contar con estas habilidades y el exceso de información al que estamos expuestos nos vuelve proclives a creer en contenidos falsos.
Ana María Beltrán, docente del Departamento de Ciencias de la Comunicación de la UTPL e integrante del Grupo de Investigación en Comunicación, Educación y Tecnología de la UTPL, señala que ante la gran cantidad de información que existe en redes sociales y medios de comunicación tradicionales y digitales, los más afectados son quienes tienen menor capacidad crítica y de discernimiento.
La experta menciona que en un estudio realizado por la UTPL en 2019 se determinó que el nivel general de competencia/alfabetización mediática de la ciudadanía en Ecuador es medio-bajo. Es decir, no solo acceder a información a través de dispositivos móviles nos hace competentes mediáticos. Si el acceso no incluye educación para discernir el contenido, puede llevar a interpretaciones equívocas derivando en el desequilibrio emocional o social.
El exceso de información que existe en medios tradicionales y medios digitales tiene varios efectos. Uno de ellos deriva en sobre confianza en lo que leemos o vemos, disminuyendo las habilidades de criticidad. También puede generar incertidumbre respecto al contenido que recibimos.
Ana María Beltrán señala que lo primordial es mantener un pensamiento crítico para analizar la información. Esta se genera con un apego a las herramientas de pensamiento tradicional como la Filosofía, la Literatura y el arte, que permiten contar con una capacidad crítica para analizar la información. Además, ella brinda las siguientes pautas para el manejo de redes sociales, especialmente dirigidas a adultos y adultos mayores:
hacer una selección de medios “de confianza” y limitar nuestro consumo informativo a estos (esto no quiere decir bajar la guardia, simplemente seleccionar).
Esta acción será parte de una dieta informativa para evitar el exceso de información.
La mayoría de noticias falsas provienen de estas fuentes, por eso, hay que evitar consultar solo en estas páginas informativas, buscar medios tradicionales y contrastar la información que nos parezca irreal.
No se debe postear todo lo que nos envían a redes sociales o lo que vemos, aunque el contenido tenga una base de verdad. La carga informativa es ya abundante y, por ello, si lo que voy a compartir o contar no aporta, es mejor dejarlo.
Es importante educarse como familia. Con amor, los hijos deben conducir a los padres y abuelos hacia los pilares de la alfabetización mediática: el acceso y la reducción de la brecha tecnológica, el sentido de la estética y las ideas democráticas de los medios para la construcción de ciudadanía.
La experta puntualiza que se debe explicar a los adultos y adultos mayores que la tecnología permite construir con facilidad páginas en redes sociales para compartir información mal intencionada; o que en WhatsApp se puede crear cadenas y grupos para difundir información. Obviamente también es necesario decirles que existen programas con los que se puede, de una manera muy sencilla, falsificar documentos e imágenes, entre otros.
Finalmente, enfatiza Ana María Beltrán en la importancia de que las escuelas enseñen alfabetización mediática a niños y jóvenes para que, además de leer y escribir, puedan dominar los nuevos lenguajes digitales, las nuevas formas y rutinas de información.
“El ciudadano que tenga mayor ventaja en el aprendizaje digital, seguro contará con más recursos para componer su vida, su aprendizaje, su trabajo, su producción. La propaganda, la publicidad y el marketing conocen y explotan el papel de los medios en la vida de ese ciudadano. Es momento de que la escuela haga lo mismo”.
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