Las mascarillas se han convertido en parte de nuestro atuendo, porque su uso es obligatorio en el espacio público, como una medida clave para frenar la propagación del nuevo coronavirus, junto con el distanciamiento social. Y seguirá así mientras dure la emergencia sanitaria, porque el virus se contagia a través de la saliva o mucosidades que eliminamos al hablar, estornudar o toser.
En ese contexto las fábricas textiles y las industrias médica y farmacéutica tuvieron que producir masivamente todo tipo de mascarillas: de tela, de plástico, de algodón, entre otras.
Lo cierto es que, el uso prolongado de la misma puede generar distintas afecciones a la piel. Desde el inicio de la pandemia quienes han sido afectados por su uso constante, en especial porque utilizan mascarillas de alta protección es el personal médico que trabaja en primera línea.
Llevar una mascarilla supone una agresión para nuestra piel, tanto por la oclusión que conllevan como por el roce o contacto en las zonas de ajuste.
Las mascarillas de protección deben utilizarse dependiendo de la actividad que se realice, si no sale con frecuencia a la calle y mantiene la distancia social las más adecuadas son la de tela anti-fluido. Si se trata de personal médico o de personas con alta exposición al virus la Organización Mundial de Salud (OMS) recomienda un tipo de mascarilla: la N95.
La norma N95 específica que el respirador debe filtrar al menos un 95% de las partículas iguales o superiores a 0,3 micrones de diámetro. Existen también respiradores N100 que filtran al menos un 99,97% de las partículas mencionadas.
Sin embargo, el factor filtración es tan importante como el tiempo que se necesite usar la mascarilla o el hecho de colocarla de forma inadecuada.
Además del roce o la presión que puedan sentir algunas personas, la humedad localizada en la zona cubierta por la mascarilla y la reducción de la ventilación, puede derivar en la aparición de acné, rosácea o dermatitis seborréica, sobre todo en el caso de las pieles más sensibles.
Las áreas más afectadas del rostro al utilizar mascarillas durante muchas horas suelen ser las mejillas y pómulos, el puente nasal y las zonas de roce de la sujeción tras las orejas. Aunque también pueden darse inflamaciones en los párpados tras un uso prolongado.
Otra afección que presentan varios pacientes, entre ellos adolescentes es la dermatitis irritativa o de contacto que se manifiesta en forma de picor, enrojecimiento, inflamación y descamación en las zonas de roce o de sujeción.
También puede producirse porque las personas tienden a lavarse más la cara o a ponerse alcohol agravando la situación. A ello se suman los puntos negros que se generan por la obstrucción de la piel. Al menos una o dos tipos de lesiones de las cinco que se producen en la piel, son ocasionadas por el uso de las mascarillas.
Por ello, lo recomendable es que cuando sea posible y si es una zona segura, permitir el ingreso y cambio de oxígeno, para que las bacterias que normalmente tiene la piel no causen una afectación mayor. Previamente deben lavarse o desinfectarse adecuadamente la manos y evitar tocar la zona externa de la mascarilla por si se hubiera contaminado.
Para quienes presentan dermatitis alérgica a algunos de los componentes de la mascarilla (como el níquel de la zona metálica ajustable, adhesivos, entre otros) las más adecuadas son aquellas que tienen por dentro un recubrimiento de algodón.
Previo al uso de la mascarillas es importante lavar el rostro utilizando los jabones neutros o suaves, sin fragancias y enjuagar con agua templada. Aplicar cremas hidratantes muy ligeras y esperar a que la piel la absorba, de lo contrario puede haber mayor transpiración. Si hay exposición al aire libre también es necesario el bloqueador solar.
Asimismo, es imprescindible la limpieza al regresar a casa. Si se presenta mucha inflamación en los párpados superiores o inferiores se puede aplicar frío local durante unos 8 minutos con cuidado de no dañar la piel.
El maquillaje hay que evitarlo, así como cualquier cosmético que sea muy graso, porque, la mascarilla puede producir la oclusión de la grasa, originando problemas como acné, enrojecimiento de la piel o incluso la aparición de espinillas.
Si se presentan heridas de consideración, lo más adecuado es evitar el uso de las mascarillas por tiempo prolongado y combinar modelos, para que rocen otras zonas. Quienes presenten patologías previas en su piel, como el acné, deben seguir todas las instrucciones dadas por el dermatólogo al cumplir rutinas y tratamientos.
En el caso de los niños, lo más importante es evitar que salgan. Si lo hacen deberían utilizar la mascarilla a partir de los seis meses, bajo una constante supervisión. Los visores también ayudan a evitar las gotitas de fluidos.
El alcohol y el amonio cuaternario que rocían al entrar a algún lugar también afectan la piel, en especial de las manos. En ese caso, lo recomendable es lavarse las manos con un jabón suave que tenga un pH ácido de 6.5. Luego del lavado de manos se debe aplicar una crema hidratante de acuerdo al tipo de piel. Mientras la emergencia sanitaria se mantenga, el cuidado de la piel antes y luego de usar las mascarillas debe ser un factor primordial.
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