Después de más de 70 días de confinamiento, la mayoría de cantones harán un cambio de semáforo del rojo al amarillo con el objetivo de dinamizar la economía del país.
En sentido práctico la ciudad de Guayaquil estuvo en amarillo desde mucho antes de que cambie el semáforo. Oficialmente lo hizo hace algunos días, lo positivo de este cambio radica en la activación del comercio, no el 100% pero si entre un 50% y 60%, porque muchos comerciantes que viven del día a día y eso les ayuda a sostenerse económicamente, además las personas pueden movilizarse con un poco más de tiempo en el comercio y con más calma, porque el toque de queda rige desde las 21:00 y no desde las 14:00. Eso también permite transportarse con mayor facilidad en el transporte y en los vehículos privados, lo cual es beneficioso en el traslado a ciertos trabajos autorizados
El punto en contra y el riesgo de este cambio es que se puede presentar un rebrote del virus y una nueva ola de infectados, por ende, el colapso de los hospitales, porque muchas personas se descuidan en el uso el de las mascarillas y la distancia que deben tener con las otras personas o si la utilizan, no lo hacen correctamente.
En el caso de Guayaquil, el centro de esta ciudad es muy concurrido y las personas están muy pegadas entre ellas, no respetan el distanciamiento que va desde 1 m y medio hasta en los 2 m y eso podría generar un rebrote o una nueva ola pandémica. Esto podría verse entre 10 a 15 días, si no hay un rebrote en ese período sería una buena noticia, porque se iría pensando en un semáforo verde.
Lo importante es seguir con las medidas de prevención que son en lavado de manos, el distanciamiento y el uso de mascarillas. En estos días Francia tuvo que cerrar 70 escuelas por un rebrote del virus, pese a que se trata de un país desarrollado con altos niveles de seguridad e higiene. Eso también ha ocurrido en otros países como España e Italia donde hubo rebrotes, que ya están siendo controlados.
El rebrote es una de las situaciones que puede presentarse por el descuido en la higiene de las manos, porque las personas inconscientemente se llevan las manos a la cara y se tocan la mascarilla, cuando lo correcto es retirarla sujetando las ligas detrás de las orejas o las que van en la parte posterior de la cabeza, nunca por el lado frontal porque podría estar contaminada y luego tocarse los ojos, la nariz o la boca, por donde entra el virus. No es un acto voluntario.
En el caso de los guantes, la medida señalada por el COE-N de no considerarlos un requisito, es acertada. La gente hace un pésimo uso de los guantes, porque no los utiliza para acciones específicas, por ejemplo: si va a botar la basura contaminada que se la empaqueta bien, y luego se retiran los guantes y se los desecha.
Los médicos en los hospitales usan los guantes cuando van a realizar un procedimiento con un paciente y una vez terminado se los retira y los desecha. Y así lo hace con cada uno de los procedimientos en los pacientes, es decir son empleados para actividades específicas y no los utilizan todo el día, al ir por la calle, tomar los buses, tocando con el guante todo lo que se encuentra a su paso. Al contrario, lo que hace es generar una falsa seguridad. Esta fue una de las pésimas medidas adoptadas en los bancos y en algunas cadenas de supermercados. No se permitía el ingreso, si esa persona no traía guantes; esa es una práctica exagerada, porque actúan sin criterio técnico o sin analizar si la medida realmente es eficiente, forzando a realizar un gasto infructuoso cuando en muchos casos no se cuenta con el dinero, ni para las mascarillas. En este tipo de emergencia se requiere mucho análisis y participación de la alta especialización, que ayuden a elegir medidas de prevención y no actuar mecánicamente.
A ello se suma que el guante está elaborado con un caucho que no se degrada fácilmente y eso es un contaminante desde el punto de vista biológico porque está contaminado y por el caucho, pero por fin se dieron cuenta de que no son nada necesarios y no hay razón lógica para usarlos, ni mucho menos criterio técnico.
Durante la pandemia ha aparecido mucho empirismo y varias autoridades se han dejado llevar por eso, pese a que, supuestamente, están rodeados de técnicos. Lo mismo ha sucedido con diversas instituciones en las que se han colocado arcos de desinfección que esparcen amonio cuaternario o cloro y eso tampoco tiene una razón de ser. El virus no entra por la piel ni por la ropa, el virus ingresa por la nariz, por la boca y por los ojos, tampoco lo es la desinfección de los zapatos colocando cajas a las entradas de los centros comerciales o de cualquier establecimiento, porque el virus no entra por los pies. Lo más importante es el lavado de manos con agua y jabón o el uso del alcohol gel, desinfectar las superficies sujetas a ser tocadas con las manos, como los pomos de las cerraduras, las barandas, pasamanos de escaleras, sillas, mesas, etc. El uso de mascarilla y el distanciamiento.
Por otro lado, es difícil que todas las personas cumplan las normas de distanciamiento. Es difícil tener un policía junto a cada persona para que cumpla, hay cosas que no se pueden controlar y cosas difíciles de evitar. Lo importante es hacer educación comunitaria a través de los medios de comunicación para llegar con el mensaje a toda la comunidad, de la importancia del distanciamiento.
Estamos en una sociedad indisciplinada y por esa razón es difícil que se cumplan todas las medidas, pero por ejemplo el dueño de un restaurante puede establecer sus normas, además de algunas medidas físicas y administrativas, para evitar ese acercamiento, puede colocar barreras o retirar mesas y sillas. Eso es lo que pueden hacer en locales pequeños, incluso en espacios públicos se pueden colocar mamparas de vidrio o acrílicas, para evitar el contacto directo con los clientes, algo similar a lo que tienen los bancos.
Sin embargo, a la par de este tipo de medidas se debe agilizar el servicio con el objetivo de despachar con prontitud a las personas y no generar molestias. Con ello también evita que la gente se agrupe y se olvide del distanciamiento. Es necesario pensar en forma integral, no es cuestión de poner líneas en el piso sino agilizar los procesos de atención al público que evite el agrupamiento de personas, también los trámites online, pero que no se tenga que ir a oficinas a concluirlos, de lo contrario no tiene sentido hablar de distanciamiento. Éste no es un cambio sólo físico sino también mental en el público, funcionarios, etc.
De acuerdo a lo establecido por la autoridad, en el transporte público los buses van a operar con el 30% de su capacidad y en los taxis pueden ir máximo dos personas; sin embargo, esto no significa que las personas lo cumplan al pie de la letra, por el tema de la indisciplina y por la poca cantidad de buses que circulan. Lo más seguro es que habrá nuevos infectados pero lo que se espera, es que no sea una curva tan elevada como la que se presentó en marzo y abril, porque los hospitales no tuvieron una capacidad de respuesta satisfactoria.
En caso de que la curva de infectados y decesos por el Covid-19 se incremente, podría haber un nuevo confinamiento que, indudablemente, afectará la parte económica, solo en los últimos meses, miles de personas han perdido el trabajo, si esto no se detiene, las poquitas empresas que todavía sobreviven tendrán que cerrar aumentando el desempleo y la crisis en varios niveles.
Hay ciudades en las que el número de casos no es elevado sino manejable y son esas las que podrían entrar a un amarillo y verde dependiendo de cómo va la situación en un período de 15 días. Guayaquil y Quito son capítulos aparte por la población que tienen, hablamos de millones. En estas ciudades se debe tener un poco más de restricciones y analizar cómo va la curva, el número de internamientos y egresos en los hospitales, el número de camas disponibles; porque esos inventarios serán importantes para pasar a una nueva fase.
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