Trabajo en la Universidad Casa Grande y desempeño un doble rol porque soy Directora General de Responsabilidad Social y Vinculación con la Comunidad y docente investigadora de la Facultad de Comunicación.
He pasado la cuarentena con mi hija adolescente de 17 años. Cuando comenzó el aislamiento, la universidad estaba en un proceso de pausa, entre un periodo y otro, lo cual nos dio la oportunidad, entre mediados de marzo y el 4 de mayo, de planificar y prepararnos para este nuevo ciclo. Pese a que en la universidad contamos con un sistema de una plataforma digital, que en situación normal es complementaria al proceso de aprendizaje, ahora es necesario que todos nos adecuemos a esta modalidad que nos exige 100% de virtualidad.
Eso ha implicado muchísimo trabajo, en mi rol de docente con respecto a la planificación de clases y estar pendiente de que funcionen en su totalidad las herramientas tecnológicas. Y eso ha implicado muchas horas de trabajo y capacitación, de lecturas, de preparación.
Por otro lado, desde mi rol de directiva de la universidad, ha significado muchísimo trabajo en cuanto a socializar la situación a nuestro alumnado, a la plantilla docente, a los colaboradores y directivos. Y de ese modo poder identificar los aspectos administrativos de los cuales deberíamos partir, para la organización de matrículas, de tareas, es decir lo que implicado esta cuarentena es muchísimo trabajo.
Afortunadamente, mi hija, a pesar de que en su vida regular no tenía mayores obligaciones de carácter doméstico, más allá de tender su cama y arreglar su cuarto, en esta época ha mostrado mucha flexibilidad y hemos invertido los roles. Como hija única, normalmente yo soy la cuidadora, pero en esta cuarentena, en lo que respecta a la organización del trabajo intentamos hacerlo de manera muy equilibrada.
Considerando que ella dispone de más tiempo asumió, las tareas que a mí se me han complicado porque estoy trabajando. Hemos tenido lecciones muy lindas porque es muy bonito ver la manera en como tu hija, una adolescente que con las justas hacía pequeñas cosas, hoy hace almuerzo completo, lava los platos y limpia la casa. Combina estas tareas con la vida de normal de adolescente, conectarse con sus amigos, escuchar audiolibros, va por el sexto libro de Harry Potter. Esto le ha permitido tener un balance para que la vida doméstica no le resulte tan pesada.
Desde mi rol de mamá me he sentido muy afortunada primero de poder compartir con mi hija, segundo de encontrar en ella tanta comprensión y empatía, tercero de ver como ella ha podido balancear su vida. Me siento afortunada de haber podido seguir desempeñando mis actividades en la universidad sin descuidar las tareas domésticas pero con el gran soporte y ayuda de mi hija.
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