La aprobación de la Asamblea Nacional de los dos proyectos urgentes de Apoyo Humanitario y para el Ordenamiento de las Finanzas Públicas fue una oportunidad para mostrar el caos político, que se está desenvolviendo en la actividad pública en el Ecuador.
Las dos leyes que buscaba el Gobierno lograron aglutinar los votos de Alianza PAIS, CREO, parte de los bloques del BADI, BIN, SUMA y de algunos independientes. Mientras que para oponerse se juntaron el PSC, correístas, Pachakutik, otra parte del BIN, BADI, un voto de SUMA e independientes. A ellos se sumaron dos votos en blanco de ex CREO.
El escenario fue el siguiente: en un primer instante el presidente Lenín Moreno envía las dos leyes bajo el sistema de urgentes, para ser aprobadas en un plazo de 30 días. Sobre esto, al final se mueven las fichas políticas y cuando parecía que las leyes iban a entrar por el Ministerio de la Ley, ante la falta de consensos, se produce un segundo instante, con un cambio de posiciones gracias a una acción no del Parlamento, sino del Ejecutivo. El presidente pide a los legisladores que lo respaldan y a la Asamblea, eliminar de la Ley Humanitaria todo lo relacionado con contribuciones, para de esa manera aprobar las normas que permitan llegar pronto a acuerdos. Es decir, eliminar la parte impositiva para las empresas, trabajadores y ciudadanos en general. A partir de ese momento, se abre la brecha para un tercer instante, que es un acuerdo político claro entre el grupo de CREO y el gobierno, que permite la aprobación de los proyectos. Y, al mismo tiempo, del otro lado quedan fijos en sus posiciones más políticas que ideológicas, tanto el socialcristianismo como el correísmo.
De esta manera, al terminar este período queda claro que el juego político en el Ecuador, independientemente de las circunstancias, no es humanitario, no es social, no tiene características nacionales, es político. De estos grupos unos van a ganar y otros a perder, pero siempre serán dos grupos. Por un lado están el Gobierno y el movimiento CREO y, por el otro, el PSC y el correísmo. Eso, lo dicen los hechos.
Solo hay que revisar bien la parte legislativa, para demostrar que estos dos partidos no han sido tan antagónicos como parecería. El correísmo y los socialcristianos algunas veces han coincidido, así como en el pasado más remoto el socialcristianismo coincidía con el abdalismo. Sin embargo, lo novedoso de lo que pasó en la Asamblea, no es la posición del correísmo y los socialcristianos, porque no se ponen de acuerdo; lo que llama la atención es la alianza con bastante futuro del movimiento CREO y del Gobierno.
Lo ocurrido en la Asamblea ayuda a visualizar lo que se viene en poco tiempo con las elecciones en 2021, porque hay muy pocos actores y así es más fácil mover las fichas. Por un lado, CREO y el Gobierno tienen un predicamento para un buen matrimonio. Por otro, no como matrimonio, más bien con posiciones diferentes pero coincidentes, el correísmo y el socialcristianismo. Hasta este momento hay bases para ver lo que se puede proyectar, porque el tiempo que restan para las elecciones es muy corto.
En el mapa electoral podrían ser dos o tres, los grupos con miras a Carondelet. Después vienen pequeños partidos que andan buscando un voto por aquí, otro voto por allá, para lograr llegar con un legislador y luego tener la fuerza para negociar ese voto.
En el caso de PK su posición es más de carácter entre gremial y racial. Los otros grupos buscan uno, dos o tres legisladores, que son muy importantes en el momento de las votaciones apretadas, no aspiran a más, pero el anzuelo es poner un candidato presidencial, provocar una identificación de ese candidato y conseguir algunos votos para la lista parlamentaria, nada más.
Bloques como el BIN y el BADE o se disuelven o lo vuelven a intentar con nuevas caritas, pero no tienen ninguna significación. El Ecuador termina prácticamente con cuatro grupos: el PSC, el movimiento CREO, el Gobierno y lo que queda del correísmo. Los otros serán apéndices.
En conclusión. Todo los actuado en la Asamblea está mal, demuestra la falta de acuerdos históricos y trascendentes cuando se presenta una situación nacional muy grave, como la que estamos viviendo y la que vamos a vivir. Porque el país depende casi exclusivamente del crédito de buena voluntad, que nos otorguen los multilaterales y del lineamiento con los Estados Unidos, para facilitar el acceso al Fondo Monetario Internacional.
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