La pandemia del Covid-19 continúa impactando a todas las economías del mundo, y de manera muy marcada al precio del petróleo. El pasado lunes 20 de abril se produjo un desplome histórico de los precios a futuro del petróleo estadounidense de referencia West Texas Intermediate (WTI), que llegó a cotizarse en negativo, y esto ya venía tras una caída en marzo.
Este derrumbe del precio del petróleo tiene dos aristas. Primero el precio ya estaba cayendo desde hace bastante tiempo. Desde el 2014, año en el que alcanzó sus máximos históricos, había una caída sostenida, aunque en los últimos meses se estaba sosteniendo en $50 ó $60 por barril. Pero eso es muy distinto de vivir un precio del crudo en precios negativos, que se explican por la falta de almacenamientos de la potencia norteamericana, ya que hay un exceso de crudo en los mercados por el hundimiento de la demanda mundial como consecuencia del coronavirus. Por lo tanto, el principal factor que explica esta caída de precios es la drástica reducción de demanda energética por el coronavirus, una epidemia que mantiene a más de 3.000 millones de personas de todo el mundo confinadas en sus hogares, por lo que apenas consumen petróleo.
Evidentemente, no se va a mantener los precios del petróleo negativos, porque es un sinsentido económico y no serán parte de la llamada “nueva normalidad”. Sino que fue algo que ocurrió en un momento dado en un mercado específico, por un tipo de contratos, en un cierto lugar. Por tanto, el que haya habido precios del petróleo negativos es más una anécdota que algo estructural.
El petróleo se comercializa con contratos a futuro, los contratos para mayo expiraban la semana siguiente al 20 de abril, siendo este día el último para negociarlo. Quien tuviese este contrato tenía el derecho, pero también la obligación, de cumplir con su compra, esto es de recibir el petróleo físico. Por eso los operadores buscaban deshacerse de esos contratos para evitar tener que hacerse cargo del costo del traslado y almacenamiento y de seguro de algo para lo que la demanda es tan baja y ya están saturados los depósitos. Así, el precio del barril Brent (el de referencia para Europa) permaneció en positivo.
Sin embargo, el precio está bajo y durante esta emergencia sanitaria es razonable pensar que permanecerá bajo en términos históricos, no se puede pensar que su precio subirá alrededor de los $100 o $120 el barril. Si se llegó a ese precio fue con una estructura productiva anterior y esta crisis está haciendo que haya menos desplazamientos. Es decir ciertas empresas y maneras de producir son más eficientes con menos desplazamientos y esto a su vez genera menos consumo de crudo; porque se puede alcanzar niveles de crecimiento de producción anteriores con menos consumo de petróleo, algo que se venía buscando y hacia allá está direccionado.
La caída del precio del petróleo afecta a la región en general, los países de América Latina son exportadores de petróleo sobre todo Ecuador, México, Venezuela y Colombia. Esta caída les viene mal porque tienen menos ingresos, pero a los países consumidores, la caída del precio por barril hace que tengan un recurso muy importante para la economía con mejores precios. En otros países como Brasil y Argentina, que también son productores de petróleo, la caída del crudo no dañaría tanto las arcas fiscales, porque sus cuentas fiscales no dependen directamente del recurso.
A los exportadores en cambio ya se lleva décadas hablando de que la dependencia de este tipo de exportaciones era muy peligrosa y no se han tomado medidas económicas estructurales en Ecuador y Venezuela. Algo se hizo en México y en Colombia pero quizá no tan marcadas como para no depender. Lo positivo de esta crisis es que se impulsa o por lo menos se intenta hacer una economía más productiva. No es que se deba dejar de lado la producción petrolera, pero no puede ser la principal o la única fuente de ingresos de un país.
Por otro lado, la propuesta de algunos de cambiar la referencia del WTI al Brent no parece tan fácil, pues tener una u otra no es completamente arbitraria, sino que va en función del mercado en el que se mueve el país y con quién se firma los contratos. El Ecuador está mucho más cerca de los Estados Unidos, que aplica como referencial el WTI, por lo que parece lógico mantenerlo. Ecuador está muy lejos del Mar del Norte que es donde el contrato habitual es el Brent.
En conclusión, el precio del petróleo depende de la oferta y la demanda y, básicamente, la oferta lleva mucho tiempo aumentando debido al fracking en cierto nivel y la demanda mucho tiempo cayendo con mayor efectividad por unidad producida, porque hay mayor efectividad.
El nuevo coronavirus es un valor muy grande de la demanda, por tanto supone una baja de precio que, evidentemente, no es sostenible ni en corto ni el medio plazo que sean negativos, pero si una baja de precio que es difícilmente pensable que se revierta de manera drástica en los próximos meses. Que se puede volver este 2020 a ver precios de más de $100 parece muy improbable, aunque hace un par de semanas casi nadie creía que el precio del petróleo iba a llegar a precios negativos, y ha ocurrido. Así que habrá que ir viendo.
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