La consigna de quedarse en casa para sobrevivir a la pandemia no ha sido fácil de cumplir. Y es que, en un sistema injusto e inequitativo, ‘casa’ significa tantas cosas distintas: casa grande, mediana o pequeña, covacha, y hasta la falta de techo y paredes. Dependiendo de las circunstancias de cada uno, también ‘casa’ puede suponer seguridad o encierro, cobijo o intemperie, confort o desesperación, holgura o hacinamiento, realidad o ironía. Tal vez el de ‘casa’ sea otro de los significados que la crisis sanitaria nos forzará a reconsiderar. El sentido de casa como opuesto al sitio de trabajo también habrá de cambiar.
El tema principal de uno de los libros que inaugura la literatura en Occidente, la Odisea de Homero, es, precisamente, el esfuerzo de un hombre por estar en su casa. Odiseo regresa victorioso de la guerra de Troya, en la que ha jugado un papel decisivo pues él organizó la emboscada con el inmenso caballo de madera –ensamblado por Epeo– en cuyo interior se escondían los más bravíos guerreros griegos que, después de diez años de encarnizadas batallas, liquidarán a los troyanos y asolarán la ciudadela. Destruida la ciudad de las altas murallas y rescatada Helena, no queda más que emprender el camino de retorno.
Pero la vuelta al hogar no será sin dificultades. Los combatientes han padecido la nostalgia del solar, puesto que al principio creyeron que la guerra tomaría apenas unos pocos días. Los soldados están más que deseosos de volver y, en más de una ocasión, han pensado en abandonar la guerra para reencontrarse con sus mujeres, sus hijos, sus tierras y sus pertenencias, pues, en circunstancias extremas, estar lejos de casa supone sacrificios inconmensurables y sufrimientos penosos; en cambio, idealmente, “no hay nada mejor y más amable que esto: cuando habitan un hogar con concordia en sus ánimos un hombre y una mujer”.
A Odiseo le tomará otros diez años llegar a su terruño porque, debido a la tirria de un dios, enfrentará muchísimos obstáculos, entre ellos, quedarse retenido en la cueva de un cíclope que amenaza con devorarlo o atrapado en una isla donde una hechicera lo requiere amorosamente, escapar de las garras mortales de aladas sirenas, enfrentar terribles naufragios… Por esto Odiseo simboliza el valor y la tenacidad que se necesitan para vencer cualquier trampa y retornar a casa. A pesar de las adversidades, Odiseo no olvida su gran propósito porque consigue salir de los apuros con paciencia, astucia y arte de la palabra.
Con esta historia de impresionante actualidad, Homero recuerda que lo bueno de la vida se logra con esfuerzo y fortaleza interior, pues la Odisea nos obliga a responder las preguntas ¿quién soy yo?, ¿de dónde vengo? y ¿adónde voy? “Porque nada hay más dulce que la patria y los padres, ni siquiera cuando uno habita un hogar opulento bien lejos, en tierra extraña, alejado de su familia”, señala el narrador de este poema que, más bien, parece una novela de increíbles extraordinarias aventuras. Mientras tanto, nos resulta pesado permanecer confinados por unas cuantas semanas a pesar de lo letal que puede ser salir de casa.
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