El jueves 2 de abril a la una de la tarde, hora de Ecuador, el mundo superó la simbólica cifra del millón de casos contagiados por el coronavirus, detectados en 188 países y territorios, en particular Estados Unidos, con 234.462 casos y 5.607 muertos; Italia, con 115.242 casos y 13.915 muertos; España, con 110.238 casos y 10.003 muertos… En China, donde brotó la pandemia, 81.589 casos y 3.318 muertos Hasta esa hora había unos 51.718 muertes asociadas a la pandemia. En Francia, en 24 horas, fallecieron 471 personas solo en los hospitales.
Los países de América Latina en conjunto registraban, hasta esa hora, más de 20 casos casos confirmados con Brasil, Chile, Ecuador, México y Perú como los más afectados, según los datos de la Organización Panamericana de la Salud. La mayoría de países solo detecta los casos graves por lo que es de esperarse la existencia de un subregistro bastante grande, en todo el mundo.
No todo son malas noticias. El número de pacientes recuperados, hasta esa hora, también tuvo una curva ascendente, con más de 200 mil casos; es decir, dos de cada 10 de los casos de contagio registrados.
Entre las víctimas colaterales está la economía. La oferta y demanda de bienes y servicios en todo el mundo es casi nula por el distanciamiento social y las severas restricciones al movimiento de personas, las medidas recomendadas por las autoridades sanitarias del mundo como las más efectivas para evitar la propagación del virus.
La primera economía del mundo, Estados Unidos, tendrá un retroceso del 2,1% en el primer trimestre, según Standard & Poor’s. Y el panorama para el segundo trimestre es aún más desolador con la proyección de una caída del 12% del PIB, pese al rescate de $2 billones firmado ya por Donald Trump.
Si bien desde enero ya se comenzó a hablar de cuarentenas, encierros, cierre de fronteras, restricciones de movilidad nadie imaginaba la magnitud de una enfermedad que apareció a finales de 2019 en Wuhan como una neumonía que luego la Organización Mundial de la Salud calificó como Covid-19. De Wuhan saltó a Australia, Corea del Sur, Estados Unidos, Francia, Malasia, Singapur, Vietnam y Taiwán.
Italia apareció como el siguiente foco infeccioso y a finales de enero aparecieron los primeros casos en América Latina. El virus se propagó a una velocidad tan vertiginosa que las pruebas de diagnóstico, en todo el mundo, fueron insuficientes por lo que hay las suficientes razones para sospechar que los casos superan del largo el millón registrado por la Universidad Johns Hopkins, que alberga la escuela de medicina más importante de Estados Unidos y actualiza en tiempo real su base de datos con un mapa y tablas estadísticas sobre el avance de la pandemia.
Pese a la magnitud de la tragedia en ningún país, ningún político, de ninguna tendencia, ha intentado usar la pandemia para pedir sacar a los presos de la cárcel, en especial a uno, y menos aún ha intentado siquiera hacer una campaña con redes y fake news para tratar de tumbar un gobierno. Solo en Ecuador y de parte de un grupo que se acostumbró al poder y cree que todo lo hacía bien, cuando ni siquiera pudo administrar la tragedia de un terremoto que solo golpeó directamente a dos provincias del país, cuando el resto de Ecuador estaba movilizado para ser solidario y recibió toda la ayuda internacional del mundo.
¿Dónde están esos recursos? Nadie la sabe.
Ahora con el Ecuador inmovilizado por la cuarentena se ha dado modos de ser solidario con los más afectados por el parón de las actividades comerciales sobre todo. Casi todos tienen conciencia de que hay una sola forma de salir de esta pandemia y de todos las pandemias posibles (Ecuador y América Latina tienen experiencia en eso), con la solidaridad, con el respeto al otro. Con la conciencia de que esto no es solo responsabilidad del Gobierno sino de todos los ciudadanos, de la gente que no se pasa frente a las pantallas trucando videos para orquestar una campaña de desinformación nunca antes vista.
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