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AC/DC

César Montaño Galarza
Universidad Andina Simón Bolívar
lunes, marzo 30, 2020
Después del virus, con el Producto Interno Bruto (PIB) en caída libre llegarán densos nubarrones, y aparecerán los oportunistas, esos que se frotan las manos para hacerse del poder a golpe de demagogia; así surgieron los peores totalitarismos que instituyeron maquinarias de terror y sumisión
Tiempo de lectura: 2 minutos

Les invito a pensar el mundo antes del covid-19 y después de él; como dirían los aficionados a la mítica banda: AC/DC. Previo a enterarnos del virus de Wuhan habíamos llegado a un apreciable consenso sobre la realidad global, se suponía que el capitalismo y las transnacionales gobernaban con alcance planetario, comprimiendo y limitando al Estado; sin embargo, comprobamos que esto no es tan cierto, ya que la solución a la pandemia depende, sobre todo, de una serie de decisiones políticas emanadas del epicentro de poder estatal, confluyentes hacia una especie de “acción decisiva”, como la que doblega al enemigo y otorga el triunfo en una batalla.

Policía, ejército, salud, comunicación, tránsito, cadena de abastecimiento, servicios, aislamiento y control entran en acción por mandatos de autoridad pública, para responder a la emergencia sanitaria; las soluciones en la dimensión requerida no llegan de la mano de las transnacionales, tampoco de las organizaciones no gubernamentales, ni siquiera de las organizaciones internacionales, menos aún del ciudadano cada vez más encerrado, asustado y dependiente; por más señas, los gobiernos de las potencias del G20 decidieron inyectar 5 billones de dólares en la economía mundial para contrarrestar los golpes social, económico y financiero de la peste; la cadena de transmisión de la respuesta a la pandemia la acciona precisamente el Estado.

Después del virus, con el Producto Interno Bruto (PIB) en caída libre llegarán densos nubarrones, y aparecerán los oportunistas, esos que se frotan las manos para hacerse del poder a golpe de demagogia; así surgieron los peores totalitarismos que instituyeron maquinarias de terror y sumisión al estilo orwelliano, como en la novela “1984”.

Visto la importancia que aún tiene el Estado en pleno siglo XXI, este no debe caer en manos de esa gente, pues requerimos uno al servicio de las personas, para construir un mundo más democrático y ético, responsable con la naturaleza, solidario, cooperativo y social. (O)

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