La reformas laborales propuestas en el Consejo Nacional de Trabajo y Salarios es una revisión bastante profunda sobre la forma en cómo hemos venido trabajando tal vez en los últimos 50 años y responde a una necesidad bastante urgente de dar paso a la flexibilización laboral en el sector empresarial planteada hace unos dos años.
Esos planteamientos ahora ven la luz en propuestas concretas con una revisión en las jornadas laborales, siempre manteniendo el techo de 40 horas a la semana, porque la flexibilización laboral no solo es una preocupación del Ecuador sino del mundo en general.
En otros países más desarrollados es normal hablar de jornadas extendidas; hay países que tienen un desarrollo y una productividad enorme gracias a esa flexibilización. En Italia, aunque se trabaja cierto número de horas, es sagrada la hora de la comida. La mayor parte de los trabajadores salen dos horas pasado el mediodía, cocinan en sus casas, dan de comer a sus familias y regresan. Tienen un mes de vacaciones y eso eleva enormemente la productividad.
En muchos países hay gente que trabaja observando las cámaras de seguridad en los centros de rehabilitación en jornadas de 12 horas, porque pueden entrar a las siete de la noche y salir a las siete de la mañana; como es en el sector público a veces no hay quien los saque en recorrido a esa hora. Una flexibilización les permitiría trabajar unas horas más, pero menos días a la semana.
Cuando empieza el mes, un trabajador podrá saber exactamente cómo va a ser su horario de trabajo y podrá dividir mejor sus horas o días de ocio para dedicárselas a la familia o realizar otro tipo de actividades. Cuando una persona sabe que va a trabajar un mes 12 horas y al siguiente mes necesita hacer algo puede también pedir a la empresa esa flexibilidad.
Mientras más motivado se sienta el trabajador con sus condiciones laborales y con la motivación de las contraprestaciones, mejor rendimiento tendrá en la empresa.
Ecuador no descubre el agua tibia con este sistema, que responde a ciertas realidades de la industria donde hay turnos de 12 horas, con el pago de cuatro horas extra, pero ¿si eso no implica mayores utilidades para la empresa? En el sector agrícola ahora es posible contratar por producción y por zafra. Lo que las reformas harían sería legalizar una relación laboral que ya existe. Amoldar la ley a las realidades existentes.
Por el lado de los trabajadores se habla de que las reformas estarían extendiendo la jornada laboral a 12 horas, pero eso es falso. Según la propuesta, si un trabajador tiene una jornada de 12 horas ya no lo hace todos los días sino solo cuatro días. Tendría un descanso de tres días y medio, si trabaja por ejemplo en jornadas de 12 horas tres días y cuatro horas el cuarto día. Es un tiempo para pasar tranquilamente en familia.
La ley tiene que ser lo más transparente posible y más aún con temas laborales, de productividad, de empleo y de condiciones del trabajador, para que no exista ni precarización ni abuso por parte del empresario. El Consejo Nacional del Trabajo debería presentar una tabla y explicar el tipo de jornadas para evidenciar que la jornada de cuarenta horas de mantiene.
En las reformas, además, está claramente establecido que el trabajador debe aceptar esa modalidad, que incluya una retribución justa a su labor y a su esfuerzo, porque a la final el trabajador forma parte de la cadena de un negocio. Si la empresa hace productos para la venta, el empleado pone parte, como fuerza laboral, en ese producto final. Mientras más productiva sea la empresa, más venda, las utilidades que tendrá la empresa para repartir a su nómina serán mayores.
La planificación organizacional es clave en este proceso. Si se llega a adoptar este nuevo modelo de jornada laboral, las empresas deberían tener siempre publicado cuál va a ser el horario de sus trabajadores durante el mes. El país debe entender que hay ciertos negocios con otras necesidades en las jornadas laborales para ser rentables.
Pero no solo la flexibilización laboral importa para hacer más eficiente al sector productivo de un país. En Ecuador también es necesaria la eliminación del anticipo del impuesto a la renta o dar estímulos desde el punto de vista tributario en función de lo que genere la empresa.
Los beneficios que reciben los trabajadores deben ser vistos por el empresario como una inversión, no como un gasto más. Un empleado motivado, bien tratado con una productividad alta eleva mucho el rendimiento de la compañía. El conglomerado empresarial no es solo el empresario, son también sus trabajadores.
Las reformas, en resumen, no apuntan a precarizar las condiciones del trabajador, sino que abren un abanico de posibilidades para ciertos trabajadores, algo normal en todas partes del mundo, sobre todo en el sector del turismo y en el mismo sector agrícola. En países con mayor cantidad de hoteles, por el flujo del turismo, las empresas necesitan un trabajador más para el turno de la noche.
Con las reformas, mucha de la gente que está en el subempleo tal vez pueda optar por un empleo formal con estas nuevas jornadas, ya sea de ocho horas diarias o trabajar menos días a la semana. Eso no apunta a la precarización, sino a la disminución del desempleo.
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