El último análisis del Instituto de Economía de la Universidad San Francisco de Quito pone en evidencia los efectos de las rigideces del mercado laboral en Ecuador. El análisis de los profesores Carlos Uribe-Teran y Nicholas Gachet muestra como las reformas aplicadas en el periodo 2008-2010 afectaron de manera negativa a los segmentos de población que pretendían ayudar. Estos resultados abren interesantes preguntas que formaran parte de la agenda de investigación del Instituto.
En el artículo, los profesores Uribe – Terán y Gachet muestran que las reformas laborales aplicadas entre 2008 y 2010, el aumento significativo del salario mínimo general unificado, más allá del nivel inflacionario y el incremento de la demanda laboral por parte del sector público, generaron distorsiones en el mercado laboral. Particularmente, los autores encuentran una contracción significativa en las horas trabajadas de los empleados asalariados formales en el sector privado a partir de 2008, un fenómeno que no se observa en el sector público.
Los trabajadores de menores ingresos sufrieron una contracción de 12% en las horas trabajadas entre 2008 y 2017 acompañado de una caída en su capacidad de generación de ingresos laborales de 10%. Si bien las reformas aplicadas entre 2008 y 2010 buscaban mejorar la situación laboral de este grupo en particular, el análisis de Uribe- Terán y Gachet muestran que apuntaron en la dirección contraria.
Contrario a todos los grupos analizados, los mas jóvenes en el sector privado no presentan variación en horas trabajadas a lo largo del periodo estudiado. En el caso del sector público se observa una contracción de 20%. Sin embargo, los salarios en el sector público subieron cerca de 30% respecto a 2003, comparado con un incremento de tan sólo 10% en el sector privado. En resumen: los jóvenes que trabajaron en el sector privado redujeron su capacidad de generar ingreso laboral respecto al 2008 (en el sector público este indicador no varía).
La distorsión fue generada por el crecimiento desmedido de la demanda de trabajo y los salarios en el sector público, generando ofertas de trabajo atractivas para trabajadores que buscaban retornos altos y estabilidad. El sector privado, al no poder competir a la par con el sector público, se vio obligado a ajustarse puesto que no encontraba una parsimonia entre niveles de productividad y beneficios al trabajador. El ajuste: una reducción de 8% en promedio en las horas trabajadas.
La reforma laboral venidera debe considerar enfrentar a la rigidez laboral, pero no debe olvidar la distorsión generada por el sector público. Sin lo último, este y los próximos gobiernos tendrían la difícil tarea de encarar mayores exigencias de un mercado laboral que busca mayor productividad y competitividad.
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