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Acuerdo nacional por la educación superior *

César Montaño Galarza
Universidad Andina Simón Bolívar
domingo, junio 23, 2019
Lo cierto es que, en concreto y visto integralmente, la educación emancipadora -no la opresora ni para la domesticación-, ha de contribuir a la construcción de un nuevo modelo de desarrollo para impactar y potenciar a la sociedad y al ser humano, por ello se requiere apertura, decisión política y participación sin exclusiones.
Tiempo de lectura: 2 minutos

El 19 de junio pasado se desarrolló un evento convocado por el Gobierno Nacional y la Secretaria de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación (Senescyt), el lanzamiento del “Acuerdo Nacional por la Educación Superior” teniendo en miras la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas. Asistieron autoridades nacionales, también de instituciones de la educación superior, organizaciones sociales y estudiantes.

Hasta que se den las condiciones para una reforma integral de la educación superior, aquilatamos el valor de la referida iniciativa, más aún después de largos años de distorsión de las relaciones que deben existir entre la sociedad y el Estado.

Siempre será positivo el diálogo para decantar en acuerdos sustanciales para el país. Ahora más que nunca es necesario hacerlo creando las posibilidades para que, de una parte, todos los actores involucrados se expresen y, de otra, la escucha sea efectiva.

Así, la sociedad y el poder estatuido podrán construir grandes acuerdos útiles que permitan plasmar políticas públicas idóneas, ajustadas al cambio que demandamos.

En la ocasión, la Federación de Estudiantes Universitarios del Ecuador (FEUE) Nacional entregó públicamente una propuesta, que en apretada síntesis comunica la posición estudiantil sobre los ámbitos presupuestario -inversión, gratuidad, becas y estímulos económicos, etc.-, profundización de la democracia y vinculación con la sociedad, cogobierno y autonomía, ingreso a la educación superior, calidad en la propuesta educativa y la investigación, nuevas carreras.

Sin duda, hay muchos más tópicos, como: derechos, empleabilidad, innovación, fortalecimiento del sistema productivo, internacionalización, ciencia y tecnología, infraestructura.

Lo cierto es que, en concreto y visto integralmente, la educación emancipadora -no la opresora ni para la domesticación-, ha de contribuir a la construcción de un nuevo modelo de desarrollo para impactar y potenciar a la sociedad y al ser humano, por ello se requiere apertura, decisión política y participación sin exclusiones.

 

*Publicado en El Telégrafo, el domingo 23 de junio de 2019.

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