Para analizar el proceso de maternidad de una mujer académica hay que ubicar el contexto: históricamente la mujer en la academia ha tenido una pelea más intensa por reivindicar su trabajo en un medio de poca equidad, profesiones etiquetadas para hombres, espacios de poder con escasa representación femenina y prejuicios. Si a esta realidad se suma la maternidad, la cotidianeidad de una mujer en la academia se hace más compleja, sobrellevarla, estará determinada por la presencia o no de procesos colectivos de crianza compartida y de solidaridad en la familia y en el mismo espacio académico.
Una pareja sin complejos machistas ayuda, quien asuma con equidad las distintas responsabilidades de cuidado y educación de los hijos, una red solidaria en la familia que eventualmente supla lo que “debería” hacer una madre o un padre, por ejemplo, con la alimentación y las tareas escolares de los más pequeños. Así mismo, las universidades harían bien en contemplar los procesos de paternidad y maternidad que suceden entre sus docentes y personal administrativo, conozco de universidades con pre escolar y escuela para las y los hijos de docentes y funcionarios, claro hablamos de universidades inmensas y con colectivos de trabajadores empoderados frente a gobiernos universitarios con empatía; es muestra de que en algunos modelos de gestión se ha contemplado solidariamente la complejidad de la crianza de los niños y la exigencia académica de sus madres y padres.
Ya en un plano familiar se puede notar que las labores de una mujer académica como la investigación, preparar clase, lectura constante influyen positivamente en los hijos. Ellos repiten en mayor o menor medida el modelo de sus madres y padres; entonces, en sus propios procesos de formación adoptan más fácilmente prácticas como estar acompañados de libros, sacarlos y devolverlos de las bibliotecas escolares, defender frente a sus grupos proyectos, hacer presentaciones en sus clases con algún tema de las líneas de investigación de sus madres; es así como los hijos de mis colegas y mi hija mayor llevan nuestros temas de investigación a las aulas de sus escuelas: alimentación sustentable, megaminería, equidad de género y eso es grato para una madre, es lindísimo.
Los conceptos que manejamos en los espacios académicos aterrizan en las cabecitas de los niños y en su manera de ver el mundo, la cual es muchas veces más sabia que la de los adultos. Eso es positivo y reconfortante. Sucede en mi caso y en el de colegas que los niños acompañan las labores de investigación de sus madres hasta territorios de todas las regiones de nuestro país; creo que son experiencias que ellos no olvidarán nunca.
Para una madre académica el reto es mantener el espacio de crianza como una prioridad, tan importante como la tesis del PhD, las publicaciones, los congresos. Se deben encontrar los modos en los que nuestras niñas y niños hagan parte de la labor académica ¡al menos contarles en qué estamos! explicarles aquello que escribimos, los espacios que estamos analizando y en qué aportará nuestro trabajo para un mundo mejor. En suma, permitirles acercarse; a veces minimizamos la comprensión de los niños pero siempre nos sorprenden con sus propia sabiduría y sentido de responsabilidad con los otros, ellos también son sabios
Encontrar la fórmula maternidad – academia es el reto, importante generar aquellos procesos colectivos de soporte para la crianza, siempre con una actitud sentipensante y corazonada.
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