Julio César Trujillo

domingo, mayo 19, 2019

'Yo quisiera que ella llegue a mi edad y consiga que los ciudadanos le digan que es vieja pero honrada. Sí, soy viejo, pero la ventaja es que a mis 87 años no tienen nada más que decir que soy viejo. No pueden decirme que soy viejo y ladrón'

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Fue mordaz. No se cansó nunca. Fue uno de los primeros Yasunidos, de esos izquierdistas infantiles que se puso en el punto de mira de un inmenso aparato de propaganda; soportó insultos sin quejarse, como los del uno de mayo cuando un grupo de correístas intentó boicotear su derecho a marchar con los trabajadores. Lo había hecho toda su vida, una vida austera, y en esa ocasión ni los insultos ni los agravios se lo impidieron. No marchó custodiado por policías, como las autoridades del gobierno anterior que llamaban fiesta de la democracia a la exhibición de toletes, escudos, gases lacrimógenos y vallas alrededor de la Plaza de la Independencia para que su líder pudiera cantar en paz con su vos bastante chillona y desagradable. No, marchaba custodiado por personas sencillas como él. Siempre lo hizo. Nunca necesitó guardaespaldas fortachones y armados, porque esos eran su vida, su trayectoria.

Cuando su nombre sonó para el Consejo de Participación Transitorio nadie imaginó lo que se podía venir. Nadie. En un Estado armado mañosamente para garantizar la impunidad, era impensable su desmontaje. Trujillo, que en dos ocasiones se había negado a ser parte del andamiaje estatal del gobierno anterior, la primera por conflicto de intereses y la segunda porque ya la violación de Derechos Humanos era evidente, llegó sin muchos aspavientos.

“Su odio, frustración y senilidad lo tienen chiflado”, dijo de Trujillo el expresidente Rafael Correa cuando, con él al frente, el Consejo de Participación Transitorio caminaba a desmontar el aparato montado para garantizar la impunidad. Así opinó de de la persona a la que en 2008 le había ofrecido ser Procurador General del Estado.

No aceptó para evitar un conflicto de intereses porque en esa época Trujillo había ganado un caso al Estado “Si aceptaba, mi primer acto como Procurador hubiera sido que el Estado pague y eso generaba un conflicto de intereses”, había recordado Trujillo. Pero el expresidente le había dicho que él, con un decreto ejecutivo, podría ordenar que la Corte Suprema de Justicia resolviera a su favor el pago del dinero que ya había ganado en el juicio. La ética del poder frente a la ética de la decencia.

Antes de su posesión, las críticas en su contra comenzaron a arreciar desde las filas del correísmo. La expresidenta de la Asamblea hasta llegó a criticarlo por su edad

“Trujillo nació en Ibarra en 1931, donde fue a la escuela y al colegio. Estudió derecho en la Universidad Católica y luego comenzó una larga carrera de abogado laboral. Muy joven se casó con Martha Troya, que ha sido la compañera de su vida hasta hoy. (…) Formó parte de la Comisión Nacional Anticorrupción que le puso el pecho al autoritarismo y los turbios manejos correístas -escribió en ese entonces una de las personas que mejor lo conoce, Enrique Ayala Mora-. Trujillo no ganó la presidencia de la República de 1984, pero llegó a ser uno de los grandes referentes éticos del Ecuador. Es un viejo sabio y honrado. La sola mención de su nombre estorba a los que se han hecho ricos con la política en la década de la ‘dictadura del robo'”.

“Yo quisiera que ella llegue a mi edad y consiga que los ciudadanos le digan que es vieja pero honrada. Sí, soy viejo, pero la ventaja es que a mis 87 años no tienen nada más que decir que soy viejo. No pueden decirme que soy viejo y ladrón”, respondió en una entrevista en El Telegrafo.

Francis Bacon decía que la edad parece ser mejor en cuatro cosas; la madera vieja es la que mejor quema, el vino viejo es el mejor para beber, los viejos amigos son los que ofrecen más confianza y los viejos autores son los mejores para leer. Bacón murió a los 75 años, pero Julio César Trujillo demostró que nunca se envejece cuando las ganas de servir y de pelear por sus convicciones siguen intactas.