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El vestido de Paola Pabón

Juan Tibanlombo (+)
Dialoguemos EC
jueves, mayo 16, 2019
La nueva Pichincha ha llegado ha sido el lema con el que ha intentado posicionarse en el imaginario suyo la nueva prefecta de la provincia, Paola Pabón, elegida con el 22,13% de la votación, mucho menos de lo que suman los nulos y blancos, el 26,62% (509.975 votos). Paola Pabón en total alcanzó 311.065 votos […]
Tiempo de lectura: 2 minutos

La nueva Pichincha ha llegado ha sido el lema con el que ha intentado posicionarse en el imaginario suyo la nueva prefecta de la provincia, Paola Pabón, elegida con el 22,13% de la votación, mucho menos de lo que suman los nulos y blancos, el 26,62% (509.975 votos).

Paola Pabón en total alcanzó 311.065 votos (198.910 menos que los nulos y blancos, un porcentaje casi similar a los nulos) de un universo de dos millones trescientos dieciocho mil veintiún personas que compone el de la provincia de Pichincha. Y desde esa realidad la nueva prefecta organizó una fastuosa fiesta en la Mitad del Mundo, como si quisiera emular la posesión del líder de su partido, el expresidente Rafael Correa, con Hugo Chávez como su invitado especial. Chávez, el mismo que arruinó a Venezuela mucho antes de su muerte.

Solo que en la posesión de Pabón los invitados que más celebraron, como si estuvieran en la alfombra roja de un cine escolar o de alguna quermés, fueron los asambleístas correístas dedicados ahora a sonreír en las redes sociales luego de perder todo el poder acumulado, en gran parte gracias a la firmeza y las decisiones de un hombre como Julio César Trujillo, que aún en su lecho de dolor es capaz de despertar las peores pesadillas y las más bajas miserias entre quienes durante diez años hicieron y deshicieron con todo, porque solo ellos eran perfectos y sabios. Ahora se sabe perfectos en qué prácticas.

Pues ya está. La persona que obtuvo 311.065 votos hizo gala de un despilfarro impresionante con una fiesta en la que hubo de todo, como en los mejores tiempos de la abundancia del correísmo. Solo porque eran dineros del Presupuesto de la provincia a la que dice querer rescatar. No se sabe de qué. Su triunfo intentó pintarlo como el del bien sobre el mal. De su bien sobre el mal al que condenaron a los ecuatorianos tras una década de despilfarro.

Ese es el verdadero vestido de Pabón, igual al traje de Correa, el del nuevo emperador. Los dos desnudos en su soberbia, comandantes de nada, de unos guerreros digitales que seguirán hasta que la plata alcance y de un grupo que todavía disfruta lo acumulado en diez años, porque, al parecer, las investigaciones serías recién comienzan.

Son 311 mil votos, así que la principal preocupación de la nueva prefecta debería ser cómo buscar legitimidad en una provincia de dos millones trescientos dieciocho mil veintiún personas, más que intentar proclamar la llegada del oro, incienso y mirra, porque el oro que había, su líder, el expresidente Correa, lo empeñó a Goldman Sachs; mirra la va a necesitar y mucha, porque también era usada como anestésico para los moribundos, y el incienso seguramente lo podría usar para adormilar a las personas mientras repite los clichés de su expresidente.

Con Pabón no habrá nueva Pichincha, como tampoco hubo nuevo país. Julio César Trujillo ayudó, y mucho, a desnudar la institucionalidad perversa montada en la década del expresidente para garantizarse impunidad. Por eso todas las bajezas publicadas en redes y todos los ataques públicos de los que fue víctima.

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