Durante los últimos 100 años nos hemos acostumbrado a vivir con el petróleo: nuestro auto depende de él, también la agricultura con sus fertilizantes y procesos mecanizados; la industria también depende del petróleo, la calefacción de nuestra casa e incluso los productos de la casa contienen plásticos derivados del petróleo. Pero, ¿hasta cuándo será indispensable el petróleo? y sobre todo, ¿cuánto tiempo necesitaríamos para trasformar nuestros medios de vida?
En Ecuador el petróleo sigue siendo indispensable para el país. Por lo menos es algo que el gobierno aclaró con el Presupuesto de 2019, elaborado con un eje clave: el ingreso petrolero, ocupando las tres cuartas partes del presupuesto.
Varios países desarrollados que precisan del petróleo están constantemente creando alternativas que permitan remplazar a los combustibles fósiles; sin embargo, Ecuador aún no está preparado para vivir su economía sin petróleo, basta con analizar nuestra situación.
Actualmente no hay políticas que orienten al país a remplazar el petróleo de aquí a futuro, más bien buscan nuevos socios, compradores, transnacionales, lo cual nos hace aún dependientes de exportar petróleo. Por ejemplo, ¿qué pasaría si en este momento desaparecen los excedentes del petróleo?, o en el peor de los casos, ¿si se diera una caída drástica en su precio? Simplemente entraríamos en crisis, porque estamos orientando el equilibrio de nuestra balanza de pagos al precio del petróleo.
Preocuparse por remplazar el petróleo es muy del siglo XXI, sin embargo, la realidad actual nos lleva a aterrizar y comprender que este tema está alejado de nuestro país. Para que Ecuador apunte a los biocombustibles o energía alternativa, debería contar con personas preparadas y hasta el momento son pocos los expertos en estas áreas. Pese a que se han dado pequeños pasos como el parque eólico en Loja y otros proyectos, aun nos falta mucho.
En países desarrollados como Dubái, por ejemplo, se trabaja con energía solar, remplazando a los combustibles derivados del petróleo. Alemania es otro país que apunta a los biocombustibles a base de productos que se extraen de la caña de azúcar, maíz y las algas.
Para que esto cambie, Ecuador debe trabajar en una dinámica que le permita generar ingresos adicionales y esto puede ser por intermedio de la promoción de las exportaciones no tradicionales. Necesitamos estrategias para sustituir las importaciones y con esto apuntar a los biocombustibles y la energía alternativa.
Mientras más de un 80% de la energía consumida provenga de los combustibles fósiles y el gobierno no apueste decididamente por el uso de energías alternativas, habrá que seguir buscando y explotando recursos energéticos como el petróleo.
El problema no está en una vida sin petróleo, está en empezar la transición hacia el cambio demasiado tarde. Varios estudios afirman que el petróleo va a desaparecer en su totalidad y no podremos seguir dependiendo de estos ingresos.
Somos inventivos e ingeniosos, pero no somos mágicos: o empezamos la transición ahora mismo o no llegaremos a tiempo. En un mundo sin petróleo será obligatorio un equilibrio entre consumo y auto-suficiencia; entre tecnología y tradición y; entre globalización y localización.
Todos sabemos que los períodos de adaptación son duros, pero hay que iniciar ahora.
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