En 1859 se extrajo el primer barril de petróleo en Pensilvania, Estados Unidos, y desde entonces la demanda no ha dejado de crecer. Ha sido durante 150 años el motor de la economía mundial. La peor pesadilla del progreso mundial estaba en ¿y qué cuando se agoten los pozos existentes? El dilema del siglo XX. Ahora hasta la misma OPEP vaticina una caída de la demanda global a partir de 2040 y mucho antes si el mundo se toma en serio las medidas contra el cambio climático acordadas en la Cumbre de París.
El Grantham Institute y Carbon Tracker Initiative creen que el pico de demanda de petróleo llegará en 2020 y veinte años más tarde la energía solar alcanzará a cubrir el 23% del suministro mundial. El petróleo ahora representa el 31% de la demanda de energía primaria en el mundo, mientras que las renovables solo el 13%.
Daniel Lacalle, autor del libro La Madre de todas las batallas: La energía, árbitro del nuevo orden mundial, decía que el error típico de los miembros de la OPEP fue pensar que forzar a la baja el precio del petróleo obligaría a los europeos a dejar de construir autos eléctricos. “Les costaba entender que el mundo ya no es así. La gente no dejó de comprar teléfonos Nokia por su precio, sino porque encontraron una alternativa mejor en los smartphones. Y la tecnología no para, sigue avanzando”.
El mundo camina hacia energías limpias, eso es indudable. En discusión ya no está cuándo se acabará el petróleo, sino cuando dejaremos de usarlo. Y en ese debate necesita entrar el Ecuador, pero desde un discurso coherente, alejado del oportunismo político y económico.
Y oportunista fue el plan de cocinas de inducción impulsado por el anterior Gobierno para eliminar el subsidio al gas. Su plan era sencillo, justificar una decisión con un alto costo político con la promoción de medidas ambientales, por un lado, mientras por otro comenzaba a explotar los campos en el Yasuní.
El plan de cocinas de inducción terminó en un gran fracaso, con cocinas importadas de China que en nada contribuían al ahorro de energía y menos aún a dar confianza a un proyecto que pudo ser emblemático en materia ambiental. Todo el plan iniciado en 2014 simplemente apuntaba a la eliminación del subsidio al gas y a la promoción de hidroeléctricas que ahora se sabe estaban mal planificadas, mal diseñadas y llenas de sobreprecios.
Fue puro humo, puro discurso, porque después de siete años en el poder, el gobierno del expresidente Rafael Correa solo atinaba a levantar la mirada hacia los tableros de las cotizaciones del petróleo en Wall Street.
Pero eso no significa que ahora el Gobierno deba dejar de lado ese proyecto, sino repensarlo más allá de los oportunismos, porque el desarrollo de energías alternativas las ha vuelto cada vez más eficientes. El petróleo tal vez no se extinga, pero el mundo dejará de usarlo menos. Tal vez corra pronto la suerte del Nokia. Y Ecuador debería comenzar a pensar en la posibilidad de un mundo sin petróleo.
¿Ya conoces nuestro canal de YouTube? ¡Suscríbete!
La IA marca una nueva era en los procesos editoriales
ENTREVISTA: Energía sostenible: el futuro empieza en casa
El Centro de Estudios Galápagos de la UNC recibe apoyo de Royal Caribbean Group
¡Sí se puede!, otra vez levanta el ánimo del Ecuador
‘El proceso de transición es clave en el caso Telconet’