Cada vez hay más personas que humanizan a sus animales de compañía, es decir, que los tratan como si fueran seres humanos. En muchos casos, estas personas buscan con ello mitigar su soledad y su falta de relaciones sociales y por lo general lo consiguen. Sin embargo, al humanizar a sus animales, pueden generar en ellos trastornos de ansiedad exigiéndoles que tengan comportamientos que no son propios de su especie.
Creo que es indispensable diferenciar entre el vínculo afectivo normal que un humano puede llegar a tener con su animal de compañía y el extremo que puede darse al desdeñar sus propias formas de comunicación y organización social. Recordemos que estas formas de comunicación animal son por mensajes olfativos, el lenguaje corporal, los mensajes visuales, el contacto físico y las vocalizaciones, como aullidos, maullidos, etc. Por otro lado, la organización social está configurada por una serie de patrones de conducta involucrados en la relación entre los individuos de esa especie.
La humanización de los animales de compañía es un efecto colateral del amor y el respeto con el que las personas los tratan. Estas personas reconocen que sus animales tienen ciertos comportamientos o sentimientos similares a los nuestros, es sobre estas similitudes que basa el fenómeno de la humanización. Sin llegar a ese extremo, creo que si más personas conocieran sobre estas similitudes podrían ser más empáticos y con ello, los problemas de abandono de animales, que por cierto son serios, podrían reducirse.
Sin embargo, en el proceso de humanización puede generarse una obsesión de que los animales se comporten como nosotros. El tratar a un animal de compañía como a un humano es, en cierta medida, una forma de maltrato porque en el intento de que los animales cambien radicalmente los comportamientos típicos de su especie podemos generar en ellos ansiedad, ataques de pánico y comportamientos que afectan su integridad y su relación con las personas, como destruir objetos, desarrollar obesidad, u orinar y defecar dentro de la casa. Más aun, en algunos casos podemos intoxicarlos al permitir que ingieran alimentos o medicamentos inapropiados para su especie.
No son raros, por ejemplo, los casos en los que el animal está con diarrea y sus cuidadores “por hacer un bien” le dan medicamentos recetados únicamente para humanos. Estas drogas pueden tener un efecto negativo sobre la salud del animal. Otro tipo de maltrato son los cortes extravagantes que les hacen en las peluquerías. Toda esa manipulación, simplemente para satisfacer el gusto de las personas, puede generar situaciones estresantes y riesgosas para los animales.
Cabe preguntarse si existe algún factor que explique el incremento en el número de personas que humanizan a sus animales de compañía. Creo que un posible factor se relaciona con las campañas de mercadeo que realizan las empresas que producen y comercializan productos para animales de compañía. No cabe duda de que hay un aumento en el número de este tipo de empresas. Es común ver guarderías, colegios y hoteles para perros; alimentación especializada; paseadores de perros; cumpleaños y desfiles donde disfrazan a los animales para subir fotos a las redes y viralizarlas, creando tendencias y modas que pueden afectar a los animales. En cierto sentido, entonces, la humanización de los animales de compañía está siendo incentivada por los intereses económicos de las empresas.
Hay quienes afirman que esto dinamiza la economía; creo, sin embargo, que debemos preguntarnos si es ético explotar una relación de cariño y eventualmente afectar incluso a la salud de los animales para conseguir una ganancia económica. Es importante que cuestionemos toda esta espiral de consumo en la que estamos inmersos y que está afectando no solo a nuestras sociedades sino a toda la vida en el planeta.
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